El martes se conoció la decisión del gobierno norteamericano de autorizar vuelos de reconocimiento al otro lado de la frontera entre Irak y Siria para ubicar posiciones del Estado Islámico (ISIS) en ese país, desde donde extiende sus operaciones a Irak.
Miércoles 27 de agosto de 2014
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, 26/08/2014 (Foto: EFE)
La mayoría de los analistas coinciden en señalar que esta medida adoptada por la Casa Blanca en paso en la dirección de iniciar operaciones militares en Siria.
La toma de la base aérea de Tabqa y otras bases militares en Siria y la crisis generada por la ejecución del periodista James Foley, probablemente hayan acelerado esta decisión.
De esta manera, Estados Unidos se verá involucrado en la guerra civil siria, algo que venía evitando desde 2012.
La paradoja ahora sería que para combatir al Estado Islámico el gobierno norteamericano tendría que colaborar con el régimen dictatorial de Bashar al Assad, al que hasta hace muy poco intentaba derrocar de manera indirecta, apoyando a sectores de la oposición.
Para evitar este escenario, funcionarios norteamericanos están barajando la posibilidad de reforzar la colaboración con sectores moderados de la oposición al régimen de Assad, como el ahora debilitado Ejército Libre Sirio.
La crisis en Irak y Siria es una consecuencia directa del fracaso de la política ofensiva de Estados Unidos bajo la presidencia de Bush luego de los atentados del 11S. El Estado Islámico, un ala radicalizada escindida de la red al Qaeda, surgió en las condiciones creadas por la ocupación norteamericana de Irak y la guerra civil entre shiitas y sunitas que amenaza con desatar un conflicto regional. La pérdida de liderazgo de Estados Unidos hace que este escenario parezca cada vez más cercano.