El nuncio apostólico estuvo en Lomas de Zamora y monseñor Mestre en Batán. Ambos emisarios de Francisco hicieron gala de la demagogia eclesiástica frente a quienes sufren graves violaciones a los derechos humanos.

Daniel Satur @saturnetroc
Lunes 24 de diciembre de 2018 20:10
Fotos AICA
Como es costumbre ante fechas como las fiestas de Navidad y Año Nuevo, la jerarquía de la Iglesia católica suele desplegar toda su batería discursiva cargada de frases grandilocuentes, empalagosas y plagadas de demagogia.
Si los mensajes eclesiásticos a cargo de obispos y sacerdotes tienen mucho de doble discurso cuando se distribuyen por televisión o por las redes sociales, mayor es la carga de hipocresía cuando se emiten en contextos donde la realidad muestra su crudeza y toda retórica embellecedora de las injusticias sociales solo contribuye a la profundización de esas mismas injusticias.
“Aprovechen el tiempo”
El último jueves el nuncio apostólico, monseñor León Kalenga Badikebele, visitó la cárcel provincial Nº 40 de Lomas de Zamora. El representante directo del Papa visitó pabellones y, según informaron sus agentes de prensa, animó a algunos presos a “no perder la esperanza, aprovechar el tiempo y aprender un oficio”.
Además de estar acompañado por agentes penitenciarios bonaerenses, Kalenga Badikebele recorrió el penal junto a sus “colegas” monseñor Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora, el obispo auxiliar de la diócesis Jorge García Cuerva, el capellán mayor de la provincia Eduardo Lorenzo y el vicecoordinador de la pastoral carcelaria diocesana Miguel Gómez.
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Dicen que el nuncio apostólico le dijo también a los presos que “la cárcel tiene que servir no como un lugar de castigo sino de conversión”. Y según manifestó la coordinadora nacional del Equipo de Pastoral Carcelaria Patricia Alonso al periódico católico Eclesia, el hombre tiene larga experiencia visitando cárceles del mundo y acá se mostró impresionado por “la cantidad de jóvenes que había” en el penal.
Alonso agregó que los presos le dijeron a Kalenga Badikebele que “en una celda de cuatro viven ocho o diez personas”. Una denuncia a la que el representante de Bergoglio respondió animándolos a “no perder la esperanza” y prometiendoles que “cuando venga el Papa le va a decir que a esta cárcel tiene que venir”. Algunos detenidos le entregaron al monseñor una carta para que se la entregue a Francisco.
Por último, el nuncio apostólico saludó a los miembros del Servicio Penitenciario Bonaerense y bendijo la capilla del penal.
“¿Libres adentro y presos afuera?”
Por esas mismas horas el obispo de Mar del Plata monseñor Gabriel Mestre visitó la Unidad Penitenciaria 50 de Batán. Allí hizo una misa de Navidad, bautizó a tres mujeres presas, confirmó a cinco y dio la primera comunión a cuatro.
El obispo, de íntima relación con Francisco pero también con los sectores más poderosos de Mar del Plata, estuvo acompañado del capellán del penal, presbítero Daniel Climente, de la monja Helena Kuc, delegada para la Pastoral Carcelaria, de la jefa del complejo Claudia Díaz, del director de la UP 50 Roberto Martínez y los subdirectores Gabriel Godoy Nany y Cristian Aristegui.
En la misa, Mestre dijo mirando a las presas que “la palabra libertad es fuerte para todos nosotros, pero aún más para ustedes y es lindo que podamos celebrar esa frase en este contexto de Navidad”.
“¿Queremos ser libres de verdad? Abramos el corazón a Jesús que quiere nacer en esta vida y en nuestro corazón. Ahí brota la libertad interior que es lo más importante que tenemos”, dijo con sobriedad frente a mujeres privadas de su libertad.
Y remató con una idea difícil de asimilar por quienes llevan años tras las rejas. “Podemos estar adentro y ser libres, podemos estar afuera y no ser libres. Ustedes lo han experimentado como lo experimentamos los que estamos afuera también. La libertad que vale la pena es la capacidad de abrir el corazón de Jesús y dejar que hoy nazca en el corazón de cada uno de nosotros”.
Mestre terminó su homilía regalándole al personal penitenciario un pequeño Niño Jesús que, dijeron los agentes de prensa del obispado de Mar del Plata, fue confeccionado “por una abuela de Villa Gesell” y también unas tarjetas con mensajes realizados “por niños de catequesis de la capilla Beata Madre Teresa de Calcuta”.
Malaventurados
Las cárceles en Argentina, como en todo el mundo, son verdaderos depósitos de seres humanos, convertidos en el material descartable del sistema y utilizados como “muestra” para el resto de la población trabajadora, a quien se pretende obligar a aceptar las reglas de la dominación de una minoría social sobre las mayorías.
Sobrepoblación carcelaria, condiciones infrahumanas de existencia, violaciones sistemáticas a los más elementales derechos, torturas y asesinatos como extremo del castigo naturalizado y una enorme industria del delito organizado donde los agentes penitenciarios son los garantes de las ganancias multimillonarias de los capitalistas de la ilegalidad. Esas son las claves del sistema carcelario a lo largo y ancho del país.
De nada de eso van a hablar los obispos en sus visitas evangelizadoras a los pabellones de los penales. Ellos solo buscan, con el mandato del Vaticano, que las miles de personas privadas de su libertad sientan que, encima de todo, son afortunadas por estar ahí.

Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc