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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Observadores a bordo: la lucha por el convenio colectivo bajo la "mirada" de las grandes pesqueras

En Chubut el "seguimiento" de las maniobras de los empresarios pesqueros está en mano de trabajadores que enfrentan, a su vez, las maniobras de su patrón: el Estado.

Jueves 18 de febrero de 2016

La figura de observadores a bordo hace 16 años que se encuentra instalada en el imaginario social y burocrático del circuito de pesquería de los puertos patagónicos. La aparición del nuevo rol en embarcaciones generó rispideces que fueron superadas con el paso del tiempo. La batalla por lograr un reconocimiento institucional a través de un convenio colectivo de trabajo, y las fuerzas económicas que arremetieron para desacreditar la función cuando sus ingresos se vieron afectados.

El Coordinador del Programa Observadores a bordo Néstor Santibañez, comentó que el sistema surgió en el año 2000, a través de un convenio con la Universidad Nacional de la Patagonia para implementar un sistema de monitoreo permanente de la dinámica de la Flota Pesquera Provincial. La función de esta nueva figura se encuentra reducida a trabajos biológicos de observación de las especies que son extraídas del mar.

Los datos de cada especie capturada son volcados a una ficha técnica específica, la labor a bordo finaliza con un informe escrito que es elevado a la Secretaria de Pesca, “para que la autoridad de aplicación tome las determinaciones que crean conveniente".

Santibañez también relató que, "una de las razones por las que se comenzó a implementar el nuevo rol, fue porque la figura del inspector estaba muy mal vista arriba de los barcos”, recordó que en algunos casos existieron rispideces para lograr embarcar a un inspector, “es que a veces todo lo que pescaban arriba de un barco y no correspondía a la temporada de la especie que se estaba sacando, era todo llevado a tierra por decisión de la autoridad a bordo”.

Nueva figura a bordo y tensión

El hombre estimó que las medidas que tomaba un inspector perjudicaba económicamente al empresario pesquero, “ya que en temporada de langostino, si hacen un lance de 300 cajones y solo 100 de esos cajones son de langostino y el resto es de merluza, raya, pez gallo y tiburón, “mugre”, como se dice en la jerga pesquera, el inspector tiene el poder para decir que lleven todo a puerto y eso no le da rédito al empresario. Y cuando llegan al muelle, todas esas especies que no sirven se tiran al basural”.

Con el paso del tiempo y la búsqueda de un equilibrio ante las diferentes situaciones que se daban en el sector, surgió la figura de “observador”, quienes toman datos y luego elevan esa información a un área técnica de la Secretaria de Pesca de la provincia. “No tenemos la facultad de labrar actas, ni de hacer multas, solo trabajo biológico para analizar cómo está la zona de pesca y de esta manera ver si se cierran o se abren áreas”.

Cuando la figura de observador a bordo comenzó a aparecer en el circuito pesquero, se vivieron momentos difíciles, “sobre todo en el primer año, más que nada en los barcos grandes, es que no les gustaba que pasemos sus datos, cuánto capturaban, qué especie tiraban al agua, se hizo difícil”, recordó el Coordinador, “hasta que entendieron como era nuestra labor”.

Los recuerdos de Santibañez sobre los primeros momentos arriba de un barcos, estuvieron marcados por la tensión para los espectadores de la faena de pesquería, y dan cuenta de fuertes discusiones e incluso “a un compañero de trabajo le tiraron la ropa y la planilla al agua, pero pese a todo finalmente lograron aceptarnos, aunque más allá de eso, tienen que aceptar que están pescando en aguas provinciales, con permisos de Chubut por lo tanto tienen que someterse a las leyes de nuestra provincia”, detalló.

Uno de los datos a los que accedimos indican que, apartir del 2015 los observadores comenzaron a embarcase con cédula y libreta, ya que antes lo hacían por disposición. Según manifestó el hombre, “cuando nos subimos a bordo prefectura, le notifica al capitán de barco que sube uno de los nuestro”.

Dentro de las rutas marítimas que realizan los navíos, los observadores “se encuentran en diferentes barcos, flota artesanal, flota costera, fresquera, tangoneros y también los centolleros. En la actualidad ya nos tienen encuenta y no es sorpresa que lleven a uno de los nuestros”, explicó al tiempo que argumentó que la nueva imagen o función a bordo se encuentra contemplada no solo por normas provinciales, sino también por quienes participan del proceso de captura. 

Captura de langostino y merluza

La información que derivan los observadores al área técnica de la Secretaria de Pesca gira en torno a las especies que se extraen como acompañantes de la que se explota en temporada, y luego nuevamente son arrojadas al mar, el tamaño de los peces es otro de los datos que se tiene en cuenta, “también se realiza un muestreo para conocer el sexo y si están para desovar”. Según explicó Osvaldo Muñoz, quien hace 15 años es observador, “toda la información y seguimiento es utilizada luego por las autoridades competentes quienes tienen la potestad de tomar decisiones”.

El langostino rojo o gambón Austral, es una especie que tiene mayor punto de concentración frente a las costas patagónicas sobre la plataforma del mar Argentino. Recorre las aguas próximas al fondo marino de esta zona, y la región de mayor densidad se encuentra en el Golfo San Jorge en aguas de la provincia de Chubut y Santa Cruz. Es considerada la especie principal en la pesquería de crustáceos del Atlántico sudoeste.
En tanto la merluza, es la otra especie de explotación comercial que se encuentra en el cono sur americano, Argentina, Chile y Perú. La especie más aprovechada en América es la merluza argentina, por ser un recurso de gran tamaño y la más conocido entre los consumidores. Cabe recordar que años atrás las intensas capturas de esta variedad en la cuenca pesquera argentina ocasionaron que su población disminuyera drásticamente. “Durante la temporada de captura del langostino también se atrapa mucha merluza que luego es tirada al agua”.
El regulador del programa observadores a bordo indicó que, “la buena relación que existe entre marineros y observadores contribuye a la optimización del trabajo, ya que en algunos casos son los propios embarcados los que comentan al observador cuáles son las especies que están arrojando al mar”, sostuvo.

Condición laboral

Según explicaron, cuando surgió la nueva figura allá por el año 2000 la condición laboral de los observadores era de proveedor del estado, “nosotros trabajábamos en los tangoneros y andábamos 40 o 50 días embarcados y después teníamos que estar 40 días más para poder cobrar, ósea que durante 2 ó 3 meses no veíamos plata”, recapituló Santibañez. Recién después de diez años, “logramos un convenio colectivo de trabajo que nos brindó estabilidad laboral y económica”.

También manifestó que el ex responsable del área de Pesca, Hugo Stecconi fue una de las figuras políticas que respaldó la iniciativa de implementar un convenio colectivo de trabajo para el sector allá por el 2011. 

“Antiguamente íbamos en muchas oportunidades averiguar por nuestro pago después de dos meses, y nos decían: ustedes tiene que esperar porque son como cualquier proveedor, siendo que nosotros éramos empleados de la Secretaria de Pesca. Pero nuestro recibo decía proveedor del estado”, por lo tanto fueron sometidos a lo que significa estar ubicados en ese lugar dentro de la estructura gubernamental. 

El hombre también marcó que se encuentran bajo la protección institucional de la Asociación de Trabajadores del Estado, cuyo liderazgo a nivel provincial se encuentra en pugna entre la figura de Guillermo Quiroga y la de Edgardo Hompanera.

Cuestionamientos en el 2013

Hace unos años atrás se cuestionó la veracidad de la información que cargaban los observadores al papel, el coordinador especuló que “esta medida fue llevada adelante por un sector del empresariado que buscaba que se cierre la pesquería de langostino en los buques tangoneros. Los argumentos de los empresarios en aquel entonces se centraron en que se estaba tirando mucho langostino al agua, situación que no era real”, aclaró.

En ese momento se cargó las tintas sobre los observadores y se cuestionó la credibilidad de los datos que reportaban a la secretaria, “las críticas llegaron desde la flota amarilla y un sector del SOMU, ellos decían que no pasábamos los datos reales”.
El hombre finalizó sosteniendo que más allá de las críticas o cuestionamientos que existan, “a nosotros nos respalda el trabajo que hacemos, muchas veces otras entidades como pesca Nación o pesca Santa Cruz nos solicitan datos, entonces los reproches que puedan aparecer sobre nuestra función obedecen a factores económicos”, reflexionó.