Casi 8 años después de que Félix Millet y Jordi Montull fuesen investigados, comienza su juicio. La justicia para los ricos no es lenta, lo siguiente y mucho más.
Miércoles 1ro de marzo de 2017
Foto: EFE
Este miércoles comenzó el juicio por el desfalco del Palau de la Música en la ciudad de Barcelona. Millet entró en su ya clásica silla de ruedas, a ver si así puede dar lástima y beneficiarse de algo (además de los millones que robó). Este es un juicio muy esperado porque demuestra que lo del “oasis catalán” no hacía referencia a la corrupción, ni a los negocios turbios (quizás sí a la impunidad).
Se está juzgando el saqueo protagonizado por Millet y Montull, quienes fueran presidente y mano derecha, respectivamente, de la Fundación. Con este saqueo, además se beneficiaron unos 14 directivos y también la antigua Convergència Democràtica de Catalunya. Para los dos cabecillas principales se pide 27 años y medio.
Las estrategias de las diferentes defensas consisten en reducir al máximo las penas. En algunos casos se ha pedido la anulación por prescripción de los hechos, en otros se busca algún tipo de acuerdo, como es el caso de Montull para rebajar su condena y la de su hija Gemma Montull que asciende a 26 años. Millet por su parte busca beneficiarse de su edad y de decir que está con mala salud, aunque se le vio el noviembre pasado de pie y fumando un cigarro.
Un ladrón confeso y libre
En julio de 2009, Félix Millet aceptó haberse quedado con 3,3 millones de euros procedente de la Fundación que presidía. Aun así, la “Justicia” lo ha dejado en libertad todos estos años. Tan solo 13 días preso durante el 2010. En esa carta excluía de responsabilidad a todos los directivos, excepto a su mano derecha, Jordi Montull.
El informe pericial habla de 31,5 millones de euros que fueron extraídos ilegalmente. Algunos analistas creen que esa suma podría ascender a 35 millones. Siempre se reconoce menos de lo que se roba, sino preguntémosle a Jordi Pujol. Si algún trabajador o persona pobre hubiese estafado por algo más de 500€, iría inmediatamente a la cárcel.
Convergència y el clan del 3%
Durante la investigación del desfalco del Palau de la Música, se descubrió que la antigua Convergència cobró unas comisiones ilegales de 6,6 millones de euros para conceder contratos a Ferrovial. Este dinero pasó por la Fundación del Palau como forma de blanqueo y así tratar de evitar investigaciones.
Es por ello, que la antigua Convergència, ahora PDeCAT, tiene embargadas las 15 sedes. Este embargo actúa de aval para que el partido de Artur Mas devuelva íntegramente las comisiones. El extesorero de CDC, Daniel Osàcar también está investigado por una cuenta bancaria que tendría en Suiza.
Estas comisiones cobradas por CDC tenían su contrapartida en contrataciones públicas adjudicadas a Ferrovial durante la época de Jordi Pujol. Esta compañía, fundada en 1952, se ha basado centralmente en la adjudicación de obras e infraestructuras públicas. Ya vemos, cómo hacía para ganarlas. Luego Convergència nos vendía que no había dinero y recortó miles de millones de euros en sanidad y educación para dárselos a sus “amiguetes”.
Y, nadie se “daba cuenta”
Lo “asombroso” del caso es que al menos durante 10 años se hayan llevado más de 30 millones de euros sin que nadie se diera cuenta. El funcionamiento del “Palau de la Música” se basa en tres instituciones: el Orfeò que es el coro; el Consorcio, participado por la Generalitat, el Ayuntamiento y Diputación de Barcelona a las cuales se agregó el Ministerio de Cultura, de la mano de José María Aznar; y, la Fundación que sirve para juntar el dinero de los mecenas privados.
A la cabeza de estos tres entes, se encontraban Félix Millet y Jordi Montull como jefes ejecutivos y administrativos. Todo pasaba por sus manos. Sin embargo, también existían organismos de control. En primer lugar, estaban los Consejos de Administración. Sin embargo, las cuentas se firmaban sin mirar. Algo así como la Infanta Cristina con su esposo. Habría que ver qué se llevaban a cambio.
También estaban los controles de las administraciones públicas. Estaba la Generalitat de Catalunya. Aunque se puede uno imaginar qué clase de control tuvo. Y también estaba el Ministerio de Cultura del Gobierno central en la época de Aznar. Seguramente, fue cuando aprendió a “hablar catalán en la intimidad”. En esa época fue cuando Félix Millet entró en FAES. Quid pro quo (una cosa por otra).
Los miembros de las grandes familias catalanas (y algunas españolas) se repartían millones de euros, blanqueaban capitales, cobraban comisiones ilegales y muchas cosas más que aún no sabemos. Mientras todo eso pasaba, con una impunidad absoluta, los miembros del Orfeò Català no cobraban ni un duro. Por no hablar de las políticas austericidas que al igual que en el resto del Estado precarizan la vida de millones. Mientras ellos participaban gratuitamente en esta actividad artística típicamente catalana, se enriquecían los Millet, los Pujol, etc.
El clan del 3% no solo incluye a la familia Pujol, a los dirigentes convergentes, sino también a la contabilidad B del PP, a Bárcenas, el caso Gürtel, los ERE’s de Andalucía, y una lista enorme. La dirigencia política, ya sea del PP, del PSOE, de CiU carga con una pesadísima losa de corrupción y sociedad con los grandes empresarios españoles. El Régimen del 78 es irreformable. La corrupción no es una excepción, es la forma en que las grandes multinacionales españolas saquean las arcas públicas gracias a sus “agentes” dentro de las administraciones.