Cipayismo sin grieta. Oficialistas, opositores y miembros de la CGT festejaron la independencia… de Estados Unidos

En el lujoso Palacio Bosch, sede actual de la embajada de Estados Unidos, se llevó adelante el festejo por el 4 de julio norteamericano. El embajador Marc Stanley fue el encargado de encabezar la celebración en la sede diplomática, donde asistieron dirigentes políticos del oficialismo y la oposición, dirigentes sindicales, empresarios locales y jueces.

Tan solo tres días antes, en las puertas de ese mismo lugar se manifestaron agrupaciones de mujeres y organizaciones de izquierda para repudiar el fallo de la Corte norteamericana contra el aborto legal. La respuesta a esa ofensiva reaccionaria en el país del norte fueron importantes movilizaciones en varias ciudades, muchas de las cuales fueron reprimidas.

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Durante el evento, las palabras del embajador fueron puras formalidades y frases que evitaron todo contenido político. También intentó mostrar algún tipo de similitud de Estados Unidos con Argentina: “Al igual que Argentina, somos un país multifacético conocido por su diversidad cultural”. Sin embargo, lejos de cualquier similitud Argentina es un país dependiente en un sistema mundial que tiene a la cabeza a Estados Unidos, el cual domina económica y políticamente a la mayoría de países occidentales, como ocurre actualmente con Argentina mediante la deuda y el acuerdo con el FMI. En tanto, la “diversidad cultural” reivindicada por el diplomático se choca de llenos con las políticas anti-inmigratorias, los centros de detención para migrantes y la violencia policial contra la población negra.

Entre los funcionarios y personalidades argentinas que quisieron dar el presente estuvieron el jefe de Gabinete, Juan Manzur; el presidente del Banco Central, Miguel Pesce y el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, entre otros, por parte del oficialismo. Por parte de la oposición derechista, asistieron los diputados Cristian Ritondo, Silvia Lospennato y Ricardo López Murphy. Tampoco quisieron quedarse afuera los dirigentes sindicales de la CGT como Juan Carlos Schmid, Carlos Acuña y Andrés Rodríguez; ausentes para los reclamos de los trabajadores pero atentos para la pleitesía con el país norteño. No podían faltar tampoco, el titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja y el economista Carlos Melconian.

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Otras y otros presentes fueron la diputada cambiemita, Silvia Lospenatto y Eduardo Amadeo del PRO. Por parte de la Coalición Cívica estuvo Juan Manuel López. También fueron el abogado constitucionalista Daniel Sabsay y los jueces Ariel Lijo y Mariano Borinsky (acusado de las visitas a Olivos). No podían faltar, referentes de algunos medios masivos de comunicación. Entre ellos estuvieron Mario Montoto, hombre de poder de Infobae, Daniel Vila de América y Martín Etchevers, hombre de Clarín y presidente de la Cámara patronal ADEPA (Entidades Periodísticas).

A los pies del imperio, desde ambos lados de la grieta, ningún sector político de los partidos tradicionales quiso quedar afuera. Mientras las mayorías trabajadoras y populares en Argentina enfrentan una dura realidad social de pobreza y desempleo, funcionarios y dirigentes sindicales no se privan de “festejar” con uno de los principales responsables de la situación económica y social actual como Estados Unidos y su política de sometimiento financiero y económico a los países dependientes y atrasados, a través de la deuda externa.

Por otro lado, si bien entre los funcionarios oficialistas, quienes es hicieron presentes fueron los más cercanos al presidente Alberto Fernández, vale recordar que hace pocos días más de dos meses, la vicepresidenta Cristina Fernández recibía en su despacho a Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos, uno de los emblemas de la dominación imperialista (y las dictaduras cívico-militares) en América Latina.

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Un mes antes de esa reunión, Cristina Fernández, también se había reunido con el anfitrión de la noche del jueves, Marc Stanley, con quien dijo haber conversado, entre otros temas, nada menos que de derechos humanos. Por esos días surgían los interrogantes de si le habría preguntado, alrededor de ese tema, por la prisión de tortura en Guantánamo o sobre las denuncias que tiene EE. UU. por su participación en el Plan Cóndor, entre otras. El encuentro había sido a pocos días del aniversario del golpe genocida de marzo de 1976.

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