Como cada año por la celebración de día de muertos decenas de trabajadoras sexuales enmascaradas de calaveras montaron en la Merced (Ciudad de México) una ofrenda en homenaje a sus compañeras que han sido asesinadas. A una misma voz exigieron plenos derechos a su profesión y el cese de la trata de mujeres y niñas.
Martes 3 de noviembre de 2015
El barrio de la Merced es uno de los principales corredores donde se ejerce la prostitución y la trata de mujeres con fines sexuales. Según el Segundo Informe en Respeto a los Derechos Humanos en Trata de Personas con fines de explotación sexual en el Distrito Federal, las ganancias al año que deja una mujer que es tratada a los proxenetas es en promedio de 53 mil dólares.
Algunas de las mujeres que se encuentran en este barrio tomaron la decisión de ejercer el trabajo sexual debido a que provienen de sectores sumamente empobrecidos y siendo madres solteras tienen la responsabilidad de solventar los gastos en sus hogares. Otras más son las mujeres trans que ejercen dicho servicio sexual como el único medio de subsistencia ante la latente discriminación laboral a la que se ven sometidas. Todas ellas a diario son hostigadas, extorsionadas y golpeadas duramente por la policía, enfrentan la imposición de cuotas por “servicios sexuales” y de control sanitario y no cuentan con derechos laborales.
Sin embargo, lamentablemente la gran mayoría de mujeres y niñas son vendidas o secuestradas para su prostitución, como esclavas o en supuestos “matrimonios”, atravesando fronteras y llenando los bolsillos de los proxenetas con suculentas ganancias. Convirtiéndose la trata en uno de los negocios ilegales más jugosos que compra el silencio, la complicidad y participación de jueces, policías, gobernadores y funcionarios.
¿Por qué mercantilizan nuestros cuerpos?
Desde el marxismo consideramos que la sed de ganancias de los capitalistas es insaciable y por eso todos los espacios de la vida han sido mercantilizados. En este sistema, el “derecho” de los capitalistas a obtener ganancias está por encima de cualquier otro derecho y la explotación pretende ser ocultada bajo la palabra “libertad”. Sin embargo, bajo la explotación capitalista, para la mayoría de la humanidad la única libertad es la de elegir vender nuestra fuerza de trabajo a los explotadores o hundirnos en la miseria.
Es una falacia cuando dicen que la prostitución no puede eliminarse porque existió siempre, siendo uno los trabajos más antiguos. Porque en realidad la prostitución existe en la medida en que la sociedad se dividió en clases antagónicas. Fue justamente el surgimiento del excedente en la producción de las comunidades primitivas y, consecuentemente, la existencia de la propiedad privada, lo que abrió las puertas a la explotación de las mayorías por parte de una minoría parasitaria y, al mismo tiempo, introdujo la opresión de las mujeres. Por ello bajo esta sociedad patriarcal nuestros cuerpos son considerados objetos de consumo que pueden ser explotados en condiciones de “esclavitud sexual”. Destacando que quienes son víctimas de trata se enfrentan a una larga cadena de violencias que terminan en asesinatos.
Andrea D´Atri fundadora de la agrupación de mujeres Pan y Rosas menciona en su artículo Pecados & Capitales publicado en la revista Ideas de Izquierda: “Lejos de todo moralismo, el marxismo reconoce que la prostitución es inseparable de las sociedades de clase y, por lo tanto, es inseparable del capitalismo. Pero reconocer que sólo acabando con todas las formas de explotación y opresión, podremos acabar con la prostitución, no es razón para no defender los derechos de las personas en esta situación –entre quienes las mujeres son mayoría absoluta–, a su autoorganización, exenta de la injerencia de proxenetas (sean fiolos o empresarios) y del Estado (sea regulacionista o punitivo).
No somos regulacionistas, pero acompañamos y promovemos la lucha por exigir al Estado capitalista y sus gobiernos la garantía de un trabajo para todas las personas en situación de prostitución que quieran abandonarla, con un salario que cubra la canasta familiar, acceso a la salud, la educación, la vivienda. Al mismo tiempo que combatimos la estigmatización, la persecución y marginación social de las personas en situación de prostitución, denunciando principalmente la represión policial, la complicidad de las fuerzas represivas del Estado, sus funcionarios políticos, la justicia y poderosos empresarios en el funcionamiento y la impunidad con la que operan las redes de trata”.
Por esta razón quienes impulsamos Pan y Rosas consideramos que no sólo debemos pelear por el desmantelamiento de las redes de trata y prostitución sino también por acabar con este sistema de dominación patriarcal y capitalista que objetiviza y mercantiliza nuestros cuerpos mientras sienta las bases estructurales para estas se reproduzcan y legitimicen.