En el recital que el Indio Solari dio en Olavarría, lo que debía ser una fiesta se tiñó de dolor y muerte. Quiénes son las victimas y quiénes los responsables.
Lunes 13 de marzo de 2017 10:50
Empujones, amontonamiento, golpes, avalancha, dos muertos confirmados hasta el momento y varios heridos, gente varada, perdida e incomunicada, fue el triste saldo del recital del Indio. Lo cierto es que muchos/as de los/as que fuimos a ver al Indio nos enteramos la terrible noticia bastante después de terminado el recital.
Confieso que era la primera vez que iba a un recital del Indio. Quería entender por qué cientos de miles siguen a este tipo. A mí me gustan Los Redondos, la música, las letras. No soy fánatica ni me considero ricotera pero me entusiasmaba la idea de ver esa fiesta, ese clima único en el mundo.
Ahora,imaginen una ciudad donde residen alrededor de noventa mil personas con la llegada de cinco veces más gente (cerca de quinientas mil personas). Colapsa. Piensen en un predio albergando a más del doble de su capacidad. Cientos de miles. Colapsa. Es lógica pura para cualquiera, menos para las ganancias capitalistas.
Mientras caminamos las 40 cuadras que teníamos para llegar al predio, ni un solo disturbio. Realmente una fiesta, cantando, tomando cerveza, fernet o comiendo algo en los muchos puestitos improvisados por el camino. Casi no había policías en el trayecto ni en las inmediaciones del lugar y esa es parte de la explicación.
Entramos, todos/as sin ningún tipo de organización, no pedían entrada. Era increíble la cantidad de personas, imposible de dimensionar en el instante. Comenzó el recital pasadas las 22 h. Todo era alegría hasta que finalizó el tercer tema.
El Indio detiene el recital y dice que se estaban empujando, que así no podía seguir, que prendieran la luz y sacaran a los que se "descompensaron", que eran siete borrachos que rompían las pelotas, que dónde está defensa civil. La interrupción duró entre 20 y 25 minutos. Los que estábamos atrás nos quedamos con esa imagen de siete personas borrachas, descompensadas y a los empujones.
Continuó el recital, se detuvo un par de veces más, había pausas entre temas. Clima enrarecido, medio amargo. Muchos/as nos quedamos con esa sensación de que faltaba algo más, que no podía terminar así. Salimos a la 1:15 h, otra vez tumultos, amontonamientos y desorden provocado por la misma desorganización pero sin demasiados problemas. Caminamos las 40 cuadras de vuelta. Cuando llegamos cerca de las 2:30 de la mañana, ya con señal en los teléfonos, empezamos a ver las noticias y donde debía decir fiesta decía tragedia.
Por desconfiada, lo primero que busqué fue la noticia en La Izquierda Diario. Y ahí estaba amargamente. Difícil de creer que a unos pocos metros nuestros habían fallecido personas que habían ido a divertirse. Nos fuimos hasta el hospital a averiguar. En medio de un clima
tenso, desolador, una enfermera nos confirmó lo que había sucedido. Con tristeza nos retiramos.
Rescato algo muy valioso: las cientos de miles de personas que estuvimos ahí. Como quienes debían garantizar la organización de semejante evento (empresario/artista y gobiernos local y provincial) no lo hicieron, en medio del caos, se armó espontáneamente la organización de los espectadores. Para entrar, para salir, para comprar birra, para ir al baño (me tocó entrar con una chica de Montevideo mientras cuidaban la puerta chicas de CABA, por ejemplo). Nos cuidamos todo lo que pudimos. Si no hubiese sido así, hablaríamos de un desastre, de una masacre, diez veces peor que Cromagnon por la dimensión. Reivindico esos lazos solidarios y de autoorganización del pueblo trabajador, en su mayoría jóvenes.
Quién es el Indio, ya lo sabemos. Le guste a quien le guste, le pese a quien le pese. Un artista devenido en gran empresario con un discurso progre que se fue diluyendo con los años hasta llegar a ser nacional y popular. Pura hipocresía. Desde Walter Bullacio, sus declaraciones cínicas o su silencio brutal a esta parte, donde "el amo jugó a ser el esclavo". Como en Obras en 1991, el recital no se suspendió. Y el Indio se fue sin emitir palabra. 24 horas después, un escueto post en Facebook “acompañando” a las familias de los fallecidos.Ningun atisbo de aceptar responsabilidad por lo sucedido, que muchos preveían que podía suceder.
El gobierno municipal de Cambiemos, que presionó para que se habilite judicialmente el predio sin importarle las condiciones y seguridad de cientos de miles, salió a despegarse de cualquier responsabilidad diciendo que su equipo “actuo bien” y que se les fue todo de las manos. Vergonzosa maniobra que quedo en evidencia cuando se hizo público el documento donde el municipio era el encargado de preparar el lugar.
Que se investigue en forma independiente. Basta de dejar nuestras vidas a merced de la sed de ganancias y la connivencia entre empresarios, funcionarios y fuerzas represivas. Basta de muertes evitables. Me resisto a hablar de "tragedia" porque niega las responsabilidades y cómplicidades de todos y cada uno de los que debieron garantizar la organización y el bienestar de los presentes. Fue un crimen social.
Tengo mucha bronca y dolor porque esa fiesta gigante se tiñó de muerte. Porque lo que para muchos es distracción y esparcimiento para otros es ganancia. Porque el público estaba preparado para una fiesta mientras la desidia empresarial escribía un capítulo más en las crónica de una muerte anunciada. Bronca con quienes responsabilizan a decenas de miles de jóvenes, cuyo único delito fue juntar con enorme esfuerzo peso a peso para viajar, padeciendo hasta en su intento de divertirse la precarización de la vida que en el trabajo y el barrio es moneda corriente.
Este sistema putrefacto no da para más. No tiene nada para ofrecernos más que miserias.
¡Con el nombre de Walter Bullacio como bandera, exigimos justicia por los pibes muertos! ¡Juicio y castigo a todos los responsables y cómplices!