El 30 de diciembre de 2004 marcó para siempre a una generación. A trece años de un crimen social contra la juventud provocado por el lucro capitalista. Historias de dolor, impunidad y una lucha que no cesa.
Sábado 30 de diciembre de 2017
Aquella noche de diciembre, en República Cromañón se cerraba un año de intensa movida cultural en la Ciudad de Buenos Aires. Los últimos tres recitales del año de la banda de Villa Celina, Callejeros, se darían en el local de Omar Chabán (famoso dueño de Cemento) que ese mismo año había inaugurado este “microestadio”. El lugar, que había sido elegido en el suplemento SI de Clarin como el mejor del año. Ubicado a un costado de la Plaza Once, el antiguo boliche de cumbia era mostrado por Chaban como ideal para las bandas que comenzaban a incrementar su convocatoria, dada su capacidad intermedia entre Obras y los lugares mas chicos del under porteño (entre los que se encontraba Cemento).
El movimiento cultural del rock no paraba de crecer y con él también crecía el negocio alrededor del arte. El ante ultimo dia del año 2004 dejaría al desnudo las consecuencias de aquel negocio. El boliche “sensación” de la cultura rock era una trampa mortal para cientos de jóvenes. La media sombra que cubría el techo del lugar se transformó en minutos en humo negro al quemarse por el fuego de una bengala cuando apenas arrancaba a tocar la banda. El humo invadió rápidamente el local que se encontraba repleto. La cantidad de asistentes era muy superior de la que permitía la habilitación del lugar. Las avalanchas para salir de la trampa se volvieron desesperantes cuando se toparon con que las salidas de emergencia estaban trabadas. Una semana antes de la noche fatídica había ocurrido un incendio menor en el mismo lugar, esta vez en un recital de “La 25”. En aquel antecedente el público pudo salir rápido del local y una vez apagado el siniestro, el show pudo continuó. Pero Chaban sacó la conclusión que en el re-ingreso al show se colaron muchas personas sin entrada. Las puertas cerradas del 30 de Diciembre fueron “la solución” para el empresario que en los tres shows de fin de año, antes de que salgan las bandas alertaba a los concurrentes (mediante insultos por el micrófono) que el uso de bengalas dentro del lugar podía terminar “como en Paraguay”. Esa alusión se mostró a la luz de la historia como reveladora. Se refería al supermercado de Paraguay en el que meses antes murieron centenas de personas tras un incendio donde, por orden de la patronal, se mandaron a cerrar las puertas para que nadie se vaya sin pagar.
Las víctimas fatales de República Cromañon fueron 194. En su mayoría jóvenes. Muchos de los sobrevivientes tuvieron que ser hospitalizados por largo tiempo y quedaron con secuelas irreversibles.
El entramado de Impunidad: funcionarios, policía y empresarios.
La pesadilla de aquella noche tuvo como consecuencia ríos de tinta y largas horas del show cínico de los medios de comunicación. La causa judicial se desarrolló en largos años. La información y las pruebas reunidas fueron dejando muy claro el entramado de semejante crimen social contra la juventud. El Estado participó con dos de sus patas centrales. Funcionarios y policías. Ambos fueron responsables de que esa trampa mortal estuviese habilitada. La clausura de cientos de lugares en capital y todo el país luego de Cromañón, dejó en evidencia que en el negocio de la noche, el Estado y los empresarios pactan habilitaciones en base a jugosas coimas que se incrementan a medida que el negocio crece. El máximo responsable político de toda estructura, el Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, jamás fue citado por la justicia. Sin embargo la presión de la movilización popular por aquellos dias lo dejó en un callejón sin salida frente al juicio político. Algunos de los funcionarios del gobierno de la Ciudad y policías fueron condenados a penas mínimas. Chabán fue condenado a 10 años y murió en 2014. El sub comisario involucrado fue condenado a 8 años y aun sigue en prisión. Los musicos tambien tuvieron penas varios años. Hoy la mayoría de los condenados se encuentra en libertad. La responsabilidad de la banda abrió un debate profundo en todo el movimiento cultural que aún sigue abierto. El lucro capitalista con la diversión y el arte juvenil, obliga a los artistas a tomar partido: ser parte del negocio de empresarios y el Estado o buscar una salida auto organizada que cuide no solo la obra artística sino a los artistas y el público.
La lucha de los sobrevivientes y su reclamo junto a familiares y amigos.
Con los años el caso fue perdiendo lugar en los medios de comunicación. Sin embargo las consecuencias de aquel flagelo se siguen pagando. La invisibilización de los cientos de sobrevivientes fue importante. En largos años los sobrevivientes tuvieron que aguantar las secuelas fisicas y psicologicas de aquella noche. Pero a eso se le sumó la criminalizacion que ejercieron los medios y el desinterés y maltrato por parte del Estado. En estos años perdieron la vida más de una decena de sobrevivientes y familiares. La contención sanitaria y psicológica por parte de profesionales puestos por el Estado implicó largas luchas. La ultima fue en defensa de los puestos de trabajo de un grupo de profesionales que están a cargo de la asistencia a las víctimas. El Estado, victimario en Cromañon, no cesa en sus ataques. Sin embargo en mas de una década, sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas no abandonaron jamás las calles. La generación de Cromañon hoy es parte de los diferentes movimientos de lucha de la juventud.
Este aniversario encontró nuevamente a las organizaciones de sobrevivientes y familiares con distintas actividades. Se realizaron festivales artísticos en Once y la provincia de Buenos Aires y para hoy está convocada desde las 18hs una movilización que irá de Plaza de Mayo hasta Once. Antes. Desde las 15hs, los jóvenes harán una radio abierta autoconvocada. El cierre judicial no logrará apagar el legítimo reclamo de justicia en las calles.