El pasado fin de semana hubo dos ataques brutales contra refugiados sirios. Hay un clima político y social polarizado, con partidos derechistas en ascenso, manifestaciones xenófobas, medidas nacionalistas del gobierno y ataques violentos contra refugiados.
Viernes 6 de noviembre de 2015
Seguidores del movimiento Pegida en Dresde, Alemania, 2-11-2015. EFE/Arno Burgi
El mayor ataque tuvo lugar en Magdeburgo, capital de Sajonia-Anhalt, en el centro del país. 30 hombres, armados con bates de béisbol, atacaron a tres refugiados sirios y las hirieron fuertemente por lo que fueron trasladados al hospital. Todo esto fue observado por policías en civil, pero hubo solo un detenido que rápidamente fue liberado por “falta de pruebas”.
Una clara muestra de la “cultura de bienvenida” del estado alemán – la violencia brutal aumenta en todo el país y la policía deja hacer. La impunidad de los racistas no tiene límites, mientras que las fronteras son cada vez más vigiladas. El sociólogo Uwe-Karten Heye de la iniciativa “Dar la cara!” dice: “Los que tienen una ideología de extrema derecha y viven en Alemania, son los que menos necesitan preocuparse por la policía“.
Sobre todo en Sajonia-Anhalt, los grupos de derecha tienen fuerte arraigo en ciudades y pueblos, lo que facilita sus acciones directas. Antes de la “crisis migratoria” ya hubo muchos ataques a refugiados, inmigrantes o personas LGBT, y también a partidos como los Verdes o Die Linke. Pero en las últimas semanas, la violencia derechista creció enormemente. Tan solo durante este fin de semana hubo refugiados heridos en varias ciudades e incidentes con personas que agitaban contra los refugiados.
En el estado federado Mecklemburgo-Pomerania Occidental, en el nordeste del país, también se produjo un ataque similar. Varias personas enmascaradas atacaron a dos refugiados sirios frente su centro de acogida con bates de béisbol y otras arma, dejándolos heridos, tirados en el piso, hasta que fueron encontrados y enviados al hospital. Como siempre, ninguno de los delincuentes racistas fue detenido. Los ataques en los centros de acogida son cada vez más frecuentes.
Mecklemburgo-Pomerania Occidental es el único país donde el partido de ultraderecha NPD tiene una bancada en el parlamento federado con el 6% y es una fuerza política considerable. Como demostraron los desmanes xenófobos de Heidenau en Sajonia, éste partido actúa como organizador del odio racista y apoya directa o indirectamente estos ataques.
En Sajonia también se organizaron varias protestas reaccionarias. El domingo se concentraron 200 personas en Meerane para impedir la partida de buses con 700 refugiados que llegaron en tren de Bavaria. La inacción de la policía fue nuevamente notable. Ya una semana antes un tren de refugiados fue agredido por racistas en Freiberg, también Sajonia.
Este estado federado es el lugar de origen del movimiento reaccionario Pegida que en las últimas semanas volvió a reunir miles de personas en las calles de Dresde. La derechista y antieuro Alternativa para Alemania (AfD) el año pasado celebró un 10% en los comicios locales.
Para explicar el arraigo y la fuerza de la extrema derecha en estas regiones hay un elemento estructural y otro coyuntural a considerar. La desindustrialización y la política neoliberal de los años posteriores a la caída del muro llevaron a una catástrofe social a regiones enteras, tanto en el oeste como en el este del país, con tasas de desocupación comparables con las de Grecia actualmente. Junto con la indiferencia completa por parte de los políticos burgueses por estos problemas, grandes sectores buscaron nuevas perspectivas al margen de la democracia burguesa, que encontraron en una derecha agresiva con un discurso aparentemente radical. La “crisis migratoria” y el curso derechista del gobierno llevó al fortalecimiento de partidos y movimientos xenófobos, que marcan el clima político actual.
La expresión más brutal de este momento político son los ataques racistas contra refugiados, que ya alcanzan más de dos al día. Es tiempo de que las organizaciones de izquierda y los sindicatos exijan verdad y castigo para los responsables. Al mismo tiempo, es fundamental organizar la autodefensa de todos los refugiados y las organizaciones solidarias. Un combativo movimiento antiracista tendrá que confrontar no solo la violencia racista sino también al gobierno federal que con las modificaciones reaccionarias de las leyes migratorias y de asilo aumenta las deportaciones masivas y negocia con el régimen asesino de Erdogan para que frene a los refugiados en su frontera. La huelga estudiantil en solidaridad con los refugiados, el próximo 19 de noviembre podrá ser un inicio.