Tribuna Abierta. PASO 2023: Ni sapos ni culebras

No suelo pronunciarme a favor de una u otra candidatura electoral, porque creo muy poco en las posibilidades de transformación social profunda a través de las lógicas electoreras. Quiero intervenir en las discusiones de estos días, para hacer un comentario que juega en la disputa de sentidos, cuando se utilizan las elecciones para con-vencernos de que no hay nada mejor que la disciplina del mal menor, que la estrategia de la obediencia, que la conocida costumbre de “tragarnos sapos”, para que no nos traguen las culebras.

Quienes apoyan la candidatura de Sergio Massa, no van a sorprenderse si digo que el candidato del peronismo, es un amigo íntimo de la embajada yanqui, un cumplidor de las políticas del FMI, y un activo promotor de las propuestas extractivistas. Es más que sabido. Pero de todos modos, es el menú principal que se propone: tragar sapos crudos… Y si tenés el estómago frágil, podés hacer una entrada de sapos cocidos, votando a Grabois, amigo íntimo de Bergoglio, quien te prepara para votar a Massa desmarcándote en las PASO, para después llegar al plato fuerte con la conciencia más tranquila. Se trata de una colectora de los votos desencantados de sectores populares, o de la autonombrada como izquierda peronista.

Cuando invité a compañeras feministas a votar a Myriam Bregman, varias se escandalizaron. Lo interpretan como una falta de “realismo”, por no quedar atrapada en la carrera de embolsados del poder. Hay quienes todavía preguntan "¿te volviste trotskista?". Mencionar a Trotsky resulta así un ejercicio de estigmatización, realizado en muchos pero muchos casos por compañeras que jamás estudiaron su pensamiento, y sus aportes a la revolución rusa, por ejemplo. No soy trotskista, pero tampoco soy antitrotskista. Soy feminista, soy comunista. Sin partido, por varias razones. No porque no crea en la necesidad de que existan organizaciones políticas.

Creo que en esta coyuntura, donde quieren desaparecer a las izquierda, el voto castigo no puede quedar atrapado en la opción Milei, o en la colectora Grabois. Creo que es necesario visibilizar que hay una izquierda que defiende los derechos de los y las trabajadorxs, que ha protagonizado experiencias tan significativas como las de Zanon, Brukman, que está acusando a los milicos en cada Juicio por los crímenes de Lesa Humanidad, que está defendiendo los derechos de las mujeres y de las disidencias, entre otras batallas.

Apoyar a Myriam Bregman, a Andrea D’Atri, no es un gesto electoral solamente. Es fortalecer a las compañeras feministas, socialistas, en las que creemos, porque llevan muchos años de lucha en las calles. Es también un acto de justicia política, que permite crecer en la batalla por nuestros derechos como mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, no binaries, sin buscar ni esperar la bendición del Vaticano. Es finalmente, la posibilidad de ir a votar sin retortijones, con una sonrisa, con la idea de que la bronca puede ser un lugar donde no se incube un fermento conservador, sino las posibilidades de ampliar las fronteras de las izquierdas feministas.

¿Decís que no vale la pena? Dale sentido al voto castigo. Hacelo por izquierda. Tal vez podamos generar una señal distinta, que condicione a los politiqueros del mal menor y del mal mayor. Una señal de que aquí estamos, y que no derrotarán los sueños socialistas y feministas con chantajes “realistas”. Es pensar en todas las compañeras que abrieron camino con sus luchas, enfrentando al capitalismo, al patriarcado, al colonialismo, sin máscaras.

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