La situación nacional da continuos virajes. Exige de los revolucionarios y de las organizaciones de la izquierda una postura crítica e independiente frente a los cambios de la opinión pública.
Jueves 24 de marzo de 2016
En especial, la expresada a través de los sectores de clase media alta que participaron de los actos del pasado 13/03, que reivindica abiertamente más firmeza en las acciones del Poder Judicial y de la Policía Federal (PF) y que coronó al juez al frente de la Operación Lava-jato, Sérgio Moro, como un héroe nacional. La izquierda que debería combatir esta opción, una vez más hace lo opuesto.
“Fuera Todos” y “elecciones generales”: fundamentos de una política equivocada
Como planteamos en otros artículos la política de “Fuera Todos” planteada por el PSTU desprecia totalmente el sujeto que la protagonizaría, que en la situación presente podrían ser el Supremo Tribunal Federal (STF) o el juez Sérgio Moro. En la última edición de su periódico, Opinión Socialista, el PSTU nos brinda una nueva “perlita”. De acuerdo a su tesis, el impeachment permitiría que “cualquier gobierno que asuma sea más débil que el de Dilma”. Por tanto, el impeachment favorecería a los trabajadores y el pueblo. Si bien el PSTU afirma que se opone al impeachment termina siendo, por este camino, la quinta columna de esa política.
Para el PSTU, que ayer saludó los cacerolazos afirmando que “también tendrían que ser contra Cunha y Aécio” (en alusión a los políticos opositores del PMDB y el PSDB, respectivamente), esto sería secundario pues según su lógica política y teórica si el gobierno cayese, no importa que fuese por las vías más reaccionarias, eso significaría igualmente un avance.
Esta lógica ya demostró ser catastrófica en las posiciones que la LIT-CI (corriente internacional a la que adhiere el PSTU) defendió en todo el mundo. Ejemplos no faltan: en Egipto aconsejaron al ejército cómo reprimir a la Hermandad Musulmana, después de su caída; en Libia saludaron como un “tremendo triunfo de las masas” la caída del régimen por la vía de la ofensiva de la OTAN o en Siria apoyaron de manera absolutamente acrítica a los opositores como el Ejército Libre Sirio, respaldado por los EE.UU. En Ucrania y en Venezuela se ligaron directamente a la derecha, bajo la misma lógica de apoyarse en los sectores opositores a los gobiernos aunque fuesen burgueses y reaccionarios.
Ahora es el turno de Brasil, sostener esa lógica política con el “Fuera Todos” ya defendida en 2005 frente a la crisis del mensalão (escándalo de corrupción parlamentaria bajo el gobierno de Lula). Sin embargo, en aquella ocasión lo absurdo de su política no pudo demostrarse completamente pues no había una derecha organizada en las calles.
En el momento actual, por el contrario, en su verborragia sobre el “Fuera Todos” se esconde (o intenta) el derechismo real: sin movilizaciones de masas de carácter independiente, para derrumbar al gobierno por izquierda en la actual coyuntura, el “Fuera Todos” no es más que otra versión de la Operación Lava Jato llevada hasta el final. Es la política de “Fuera Dilma”, es decir, del impeachment. El “Todos” en su política de “Fuera Todos” es apenas un adorno para cubrirse por izquierda. Si la declaración por el “cacerolazo hasta el final” planteado por uno de los principales dirigentes del PSTU, Zé Maria, no causó más que descontento entre los sectores más lúcidos del PSTU y la central sindical Conlutas, el planteo de un “Lava-Jato hasta el final” puede tener consecuencias aún más graves.
El “Fuera Todos” de hoy implica un “se fortalece Moro” (o cualquier otra figura que simbolice el arbitrio del Poder Judicial), reconfigurando el sistema político en clave reaccionaria, apoyado en las instituciones más reaccionarias del Estado burgués. Por más que digan que no es eso lo que defienden, ese es el efecto que asume en la realidad, desorientando a los trabajadores para enfrentar el endurecimiento autoritario del régimen político que seguramente vendrá con el impeachment.
Un ejemplo gráfico es el acto que organizaron con los trabajadores de la General Motors. Fue grotesco ver al PSTU dirigiendo una pequeña columna de trabajadores por el “Fuera Todos”, con muñecos idénticos a los usados por la derecha en sus manifestaciones. Aunque ese acto haya sido minoritario, es sintomático pues el PSTU que dirige ese sindicato desde hace años no preparó a los trabajadores para luchar contra los despidos y ahora busca que un sector de los trabajadores se movilicen por el “Fuera Todos”. En lugar de tener una política para que los trabajadores entren en escena con una política independiente, los ubica como rehenes de una política que favorece a la derecha.
Pero el impeachment es sólo una de las hipótesis de cierre de la crisis actual. La otra, no menos “radical”, es que a pesar de toda la pirotecnia y fortalecimiento coyuntural de la llamada “república de Curitiba” (por la residencia del juez Sérgio Moro), el desenlace sea que, una vez eliminado el PT, los viejos partidos del orden vuelvan a gobernar con la tranquilidad de quien se despierta de una pesadilla. Y en ese caso, el problema mayor de la política del PSTU se coloca de forma aún más inmediata.
Las elecciones generales que defienden, además de no dar ninguna salida de fondo a la crisis política, ya que no ofrece una ruptura con el régimen actual, favorecería de inmediato a la derecha, pues seguramente asumirían otros representantes de alguno de los partidos de la burguesía, tan corruptos y ajustadores, o aún más, de los que hoy están en el gobierno. No por casualidad, esa propuesta pone al PSTU directamente junto a sectores que defienden esa política desde que la crisis nacional se agravó. ¿Sus nombres? Ronaldo Caiado, líder del DEM en el Senado o el diputado federal Luiz Carlos Hauly, del PSDB del Paraná, por citar solo algunos.
La política del PSTU de que “los corruptos no puedan ser electos” es completamente incapaz de responder a los grandes problemas. ¿Cómo se definiría el criterio de corrupción? ¿Con el que se está aplicando en la Operación la Lava-Jato? Y, más importante, si hubiese una movilización de los trabajadores, la juventud y el pueblo que fuese capaz de imponer que ningún corrupto pudiese ser electo, sería un absurdo detenerse en una política que levante “elecciones generales”. Pues todos los partidos de la burguesía son corruptos. En ese caso, debería imponerse, por la movilización, una salida más de fondo.
Embelleciendo los actos del 13 de marzo
Pero más allá de estos insistentes errores del PSTU, ahora se suman otros cuyos fundamentos son esencialmente iguales. Con el mismo impresionismo y objetivismo, ahora el PSTU simplemente embellece los actos de la derecha del pasado 13 de marzo. Aunque señalen la participación mayoritaria de la clase media alta y la ausencia de la juventud - protagonista de junio del 2013-, el PSTU pone un manto de niebla respecto al carácter de las manifestaciones.
Define que tuvieron un carácter, una “naturaleza anti-corrupción, anti-gobierno y contra todos los políticos”. Lo que supone afirmar, por fuera de la realidad, que su carácter fue mucho más abierto y potencialmente progresista de lo que de hecho fue. Si así fuese, cabría preguntarle al PSTU ¿por qué no fueron a los actos del día 13 de marzo? Porque a pesar de sus malabarismos es evidente que el significado político del acto fue otro.
En primer lugar porque como ya debatimos aquí aunque haya sido repudiado Aécio Neves, candidato opositor del PSDB, de ninguna manera se trató de una manifestación de carácter ni remotamente parecido al “que se vayan todos” de Argentina de 2001. En Brasil sectores expresivos reivindicaron a Aécio, Bolsonaro (de la derecha más conservadora) y hasta a Mauricio Macri, con carteles que pedían “help” a Donald Trump. ¿Sería esta la base del “Fuera Todos” agitado por el PSTU? Y ni hablar de la reivindicación del juez Sergio Moro, dominante en las manifestaciones del 13 de marzo. ¿Cuál es la conclusión que el PSTU saca de este hecho, al punto que es obligado a citarlo en su nota? Queriendo “dialogar” no hacen más que sembrar ilusiones y generar confusión en una supuesta “base” de un acto profundamente reaccionario.
“La justicia es de clase”, correcto: ¿Qué que hacer frente a eso?
Los virajes de la política nacional están mostrando en realidad la importancia de no ceder a las ilusiones de figuras como Sérgio Moro y en la Operación Lava-Jato. El pasado 17 de marzo hubo un nuevo cambio en la coyuntura a partir de la percepción más clara para sectores significativos de que, como mínimo, es extraño que escuchas y denuncias se filtren fácilmente, en especial la de una conversación entre Dilma y Lula. Muchos comienzan a percibir cómo la acción del juez Moro es autoritaria y actúa en nombre de sus propios intereses, limita las libertades democráticas de los trabajadores y no en función de “limpiar” el régimen.
Estos hechos arrojan luz sobre las reales intenciones de Sérgio Moro y de la Operación Lava-Jato. Que hablan de democracia, mientras defienden en nombre de la legalidad que la juventud y los trabajadores sean reprimidos a cada instante. Que buscan en realidad cambiar a los que comandan el gobierno para acelerar los ataques y ajustes que el PT está descargando contra los trabajadores y la juventud.
El PSTU solo comenzó a denunciar a Sérgio Moro ahora, como se ve aquí. Antes apoyaba acríticamente la Operación Lava-Jato para apuntalar su “Fuera Todos”, como aquí cuando afirman que Lava-Jato “sintetiza la crisis nacional”. Hoy el PSTU está obligado a decir que no se debe confiar en Sérgio Moro y en la Operación Lava-Jato, que ya dura dos años ¿Con una “vanguardia” como esa, quien necesita de retaguardia?
Sin embargo esa denuncia tardía no encuentra su equivalente en la política. No ofrecen ninguna salida política en el mismo artículo en que denuncian el papel de Sérgio Moro. No es de extrañar. Su política de “Fuera Todos” que legitima la Operación Lava-Jato y de elecciones generales, que en nada responde sobre cómo superar los límites de ese régimen político, no puede realmente ofrecer una respuesta.
Una política independiente
Por lo tanto, para responder a esa situación es necesario poner fin a la separación entre las reivindicaciones económicas de la clase trabajadora y el pueblo, y la crisis política que asola el país. Es necesario que en las luchas y huelgas existentes y en los sindicatos dirigidos por la izquierda, hagan una exigencia a la CUT, que dice estar contra los ajustes del PT pero se preocupa solo en salvar al gobierno, rompa con el gobierno y construya un movimiento nacional contra los ajustes y la impunidad. No proponer esto como demanda clave es ceder a la CUT y dejar a los trabajadores sin alternativa.
Es fundamental que ese movimiento nacional contra los ajustes del PT, se construya en la lucha de clases y sirva para que los trabajadores y la juventud entren en escena de manera independiente, poniendo en pie un movimiento que se ligue al combate a toda la impunidad. En él hay que luchar por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana. Esa asamblea debe terminar con este régimen político. Imponer la elección popular y revocabilidad por parte del pueblo de todos los políticos, jueces y funcionarios de alto rango, que deben ganar un salario equivalente al de un maestro. Pelear para que la crisis la paguen los capitalistas. Y que la corrupción sea investigada y castigada, pero no por el Poder Judicial o Sérgio Moro al servicio de la patronal de la Federación Industriales del Estado de San Pablo (FIESP), sino por el pueblo, a través de jurados populares. Con esta base clara debemos manifestarnos, como una salida alternativa a la que ofrece la derecha de los actos del 13 de marzo o a la de los actos como el del 18 pasado o el 31 que defienden al gobierno ajustador del PT.
Traducción Liliana O. Caló