Estos días son claves para Grecia. La Troika presiona a Tsipras para imponerle una capitulación completa, mientras amenaza con el fantasma del “Grexit”. Las penurias del pueblo griego siguen agravándose. Hay que patear el tablero y terminar con el chantaje.
Josefina L. Martínez @josefinamar14
Jueves 18 de junio de 2015
"Cobro 360 euros de pensión. ¿Y queréis que viva con eso?". "¿No tenéis nada que decir?" "No soy la única, somos muchas griegas que dormimos en casas congeladas y por la noche no tenemos nada para comer. Esto es un grito de dolor".
Con estas palabras, una jubilada griega, la señora Katsulis, hacía callar a unos políticos de Nueva Democracia en un plató de televisión, poco antes de las elecciones del 25 de enero. La pensionista explicaba por teléfono por qué iba a votar a Syriza en esas elecciones.
Dos años antes, el 30 de mayo del 2012, un pensionista de 61 años llamado Alexandros era encontrado ahorcado colgando de un árbol, en el parque del Pireo. En su nota de suicidio decía que las deudas lo habían agobiado. “Espero que mis nietos no nazcan en Grecia.” .
“Los acreedores están actuando como sepultureros”, lamenta el jubilado Panagiotis Koupalidis, de 68 años, en declaraciones al WSJ. “Quieren enviar a los pensionistas a una muerte temprana”. Con su pensión de 700 euros Panagiotis mantiene a su esposa y tres hijos, que quedaron desempleados por la depresión económica.
A pesar de lo que dicen desde las “instituciones” que componen la Troika, que el sistema de pensiones griego es “muy generoso”, la media de los pensionistas recibe lo mismo que Panagiotis. Y un 45% recibe menos de 665 euros al mes. Las pensiones griegas ya han sufrido recortes desde 2011, entre un 15% (las más bajas) y un 44% las que superaban los 1000 euros.
Mientras que la tasa de desempleo en la zona Euro se mantuvo entre un 10 y un 12% durante la crisis, en Grecia escaló dramáticamente más de 15 puntos en pocos años, desde el 2008 en adelante, llegando al 26%. Esto ha llevado a que un gran número de personas dependan ahora de las pensiones de los abuelos, como forma de sobrevivir en medio de la crisis.
Según estudios publicados a comienzos del 2015, uno de cada tres griegos está en situación de pobreza y endeudamiento. En el 52 % de los hogares la fuente principal de ingresos es una pensión, en el 35,9 % hay por lo menos un desempleado, y solo el 8,9 % cobra un subsidio por desempleo.
Una deuda asfixiante para salvar a los bancos
La deuda pública griega se ha disparado por encima del 174% del PIB, alcanzando 317.000 millones de euros. Antes de la crisis, la deuda ya rozaba el 100% del PIB, llegando al 174% en el 2014. ¿Qué ocurrió en este período para que la deuda griega aumentara tan drásticamente, en medio de una política de recortes del gasto público con la llamada “política de austeridad”?.
Lo que ocurrió es un gigantesco traspaso de deuda que estaba en manos de bancos privados (alemanes y franceses sobre todo), a deuda en manos de organismos financieros internacionales (FMI, BCE) y Estados europeos. Una operación que se hizo a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), que hoy tiene en su poder el 60% de la deuda griega, frente a un 10% del FMI y un 6% del BCE.
La Troika compró esa deuda de manos de los bancos, ayudando a que se “salvaran” y se retiraran de una plaza de “alto riesgo”. El negocio de la banca privada fue redondo, porque habían comprado esa deuda pública con dinero prestado por el propio BCE, a intereses muy bajos, y después la vendieron a precios altos.
A continuación, a cambio de una rebaja de los intereses y una extensión de los vencimientos de la deuda pública, la cantidad total de la deuda aumentó de forma sideral.
La deuda griega tiene su origen en los negocios de un grupo de bancos y capitalistas griegos y europeos, que especularon durante años con la protección del Estado y los políticos a su servicio, a costa del pueblo griego.
Actualmente la Troika chantajea a Grecia con el bloqueo del financiamiento. Si Grecia no acepta nuevas “reformas” (eufemismo con el que se exigen nuevos ajustes, recortes de pensiones y salarios), las “instituciones” no facilitarán los 7200 millones de euros previstos en el “rescate”. Sin ellos, Grecia no podrá pagar los vencimientos de la deuda con el FMI y el BCE. Si no paga, el default podría llevar a la fuga masiva de capitales y la quiebra del estado. Este es el “círculo mortal” que impone la Troika a Grecia, atada por una deuda impagable que solo lleva a más recortes y penurias para el pueblo trabajador.
Tsipras logró el triunfo en las elecciones del 25 de enero en base a la profunda indignación social y por la esperanza de millones de trabajadores, parados y pensionistas en terminar con las imposiciones de la Troika y no seguir pagando la crisis.
Pero desde febrero a esta parte, el gobierno ha ido abandonando los principales puntos de su ya limitado programa electoral, como el aumento del salario mínimo, la paga extra para los pensionistas, la recuperación de las pensiones o el freno a las privatizaciones. La política de concesiones continuas en la negociación con la Troika, institucionalizada con el acuerdo del 20 de febrero, ha llevado a Grecia a una situación límite en estos días.
Mientras que la dirección de Syriza sigue apostando a llegar al acuerdo menos ominoso posible, su “ala izquierda” plantea la alternativa de romper con el euro en el marco de un programa de “recuperación de la economía nacional”, poniendo el ejemplo de la Argentina después del 2001. Un programa soberanista de izquierda que, si se pusiera en marcha, podría llevar a una fuerte caída del salario real con una vuelta al dracma. Pero la izquierda de Syriza no pasa de las declaraciones críticas y en los hechos continúa sosteniendo al gobierno de Tsipras, mientras la situación se sigue agravando y las condiciones para enfrentar a la Troika se tornan cada vez peores.
La impotencia de la estrategia neo reformista de Syriza, se muestra dramáticamente en Grecia en estas semanas.
La única salida progresiva frente a los chantajes de la Troika es romper con todos los acuerdos y “compromisos” con el FMI, el BCE y las instituciones europeas, declarar el impago de la deuda y abordar medidas urgentes para la vida del pueblo trabajador. Un programa de medidas anticapitalistas, que incluya la nacionalización de la banca, la expropiación de las grandes empresas bajo control de los trabajadores, y otras medidas de emergencia, en la perspectiva de una alternativa obrera y socialista para Grecia y Europa.
Esta perspectiva sólo puede ser viable si se impone mediante la movilización obrera y popular, apelando a la solidaridad de los trabajadores y los pueblos a nivel internacional, especialmente en Europa. La salida no es fácil, pero es la única realista para que el pueblo griego no sea condenado a la miseria por generaciones.
Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.