A propósito de los dichos de la gobernadora Vidal en un coloquio del Rotary Club, escribo estas líneas de mi historia personal.
Sábado 2 de junio de 2018
Corría el año 2000 y la vida se hacía durísima, ya veníamos mal desde los ’90 pero el anhelo y la obstinación calaron hondo, como el hambre.
Los días transcurrían entre pan casero y mate cocido, la ropa olía a humo del brasero que nos calentaba. Por aquel entonces no existían muchas universidades en la provincia que habían destruido Menem y Duhalde y continuaba expoliando la Alianza.
A pesar de no tener un peso, empecé el CBC en Paseo Colón, en mí casa vivíamos 7 personas con lo que recibía mí abuela de su pensión y jubilación. Caminaba 3 km hasta la estación de tren de Lomas de Zamora, me colaba en el Roca y solo pagaba cuando podía el subte. Fueron años sin trabajo, con changas, peleando día a día por sobrevivir en un país sumido en la pobreza.
Conocí Capital Federal por caminar, por no tener, estudie de apuntes prestados y usados. Me instalé en la facultad días enteros para "aprovechar" el viaje. Me recibí, a pesar de los presagios de Licenciada en Ciencia Política, con un buen promedio en la UBA. A los 24 años tenía mí título, luego conseguí mí postítulo docente.
A pesar de tener la acreditación que me habilitaba a ser asesora de los diferentes gobiernos de turno, dijo ese no es ni lugar yo no traiciono a mí clase.
Consecuentemente hoy hace 11 años que ejerzo la docencia en el conurbano bonaerense, trato de darle a mis estudiantes una mirada diferente al resto, una perspectiva de clase. Orgullosa de la Educación Pública. Orgullosa de los que me ayudaron y alentaron, mis familia, mis amigos y muchos de mis compañeros.
Yo soy Politóloga como Vidal, ella de la UCA yo de la pública, yo primera generación con estudios universitarios, ella no. Mientras ella piensa en matarnos de hambre, seguir subsidiando a la escuela privada, coartar aun más nuestros derechos, yo día a dia trato de aportar a crear un ejército de rebeldes.
