La historia del Papalote Museo del Niño es contada desde el idilio y filantropía de los bienintencionados burgueses y la elite política del país, sin embargo, sus directivos se han dedicado por años a superexplotar a sus trabajadores, sobre todo a sus guías, denominados cuates. Hoy el Museo está en la ruina y ante la crisis, ni la gloriosa filantropía mexicana ha saltado al rescate.
Viernes 22 de enero de 2021
La historia de Papalote Museo del Niño data de 1993, se funda por iniciativa de la entonces primera dama Cecilia Occelli González, ex esposa de Carlos Salinas de Gortari. Su fundación contó con la presencia de una de las herederas de Grupo Bimbo, Marinela Servitje, hija del multimillonario Lorenzo Servitje, quien fue la directora del Museo por 18 años.
Constituido como una A.C., de la mano de la elite política y económica del país, el Papalote se asentó en la 2da sección del Bosque de Chapultepec. El Museo nunca estuvo al alcance para la mayoría de las familias de las y los trabajadores, por sus altos precios se colocaba para consumo de capas medias y claro, para el alto consumo de las familias adineradas del país.
Con su arquitectura de altura, instalaciones en buen estado y la ADO Megapantalla IMAX (si, del Grupo de Autobuses más grande del país) como atractivo permanente, contrasta con las instalaciones de los museos públicos, con poco presupuesto y exhibiciones que operan a medias.
Por supuesto, las historias de aventura e idilio, predilectas de los apologistas del sistema del capital, nos contarán que estas maravillas pueden lograrse con la filantropía, el trabajo duro y la buena administración. Sin embargo, esta historia de amor y romance hoy parece llegar a su fin.
A causa de la crisis sanitaria, el aumento de contagios y los cierres que esto ha implicado, el Papalote anuncia haber entrado en crisis para lo cual requiere recaudar 50 millones de pesos “para poder cubrir los costos operativos que incluyen los sueldos de 159 colaboradores y el mantenimiento del museo mientras permanezcamos cerrados”, como señalan en su página. [1]
Lo que obviamente no dicen es la terrible precarización laboral de la cual se ha valido el Museo para abaratar la mano de obra que contrata y así aumentar sus ganancias para cubrir los altos salarios de sus directivos. El personal que guía al interior del Papalote, denominados amigablemente como “Cuates”, no tienen contratos de estabilidad laboral, de hecho, ni siquiera son considerados trabajadores, son reclutados bajo la figura de “becarios” que realizan su servicio social.
Como “becarios”, sus salarios son ínfimos y por supuesto no cuentan con ningún tipo de derechos laborales. El Museo maneja los clásicos mecanismos ideológicos para someterles, que se “pongan la camiseta” y se entreguen a la “noble” causa del Papalote o en dado caso son expulsados.
Por su parte -ante la crisis- la filantropía mexicana ha desaparecido para salvar al Papalote. No aparece el Grupo Bimbo, ni Marinela, ni ADO para rescatar tan “noble” proyecto de explotación laboral.
Invitamos a las y los trabajadores, así como a los mal llamados becarios del Museo, a que se acerquen a quienes impulsamos la Campaña Queremos Trabajo Digno y formamos parte del Movimiento Nacional contra la Precarización Laboral y los Despidos, para organizarnos y luchar con unidad e independencia de los partidos, empresarios y burocracia sindical, contra los despidos y la precarización laboral.
[1] Véase: https://www.papalote.org.mx/donativos.