Publicamos el homenaje por el #8M de Gabriela Cuba, militante de Pan y Rosas, a su madre Mery, comprometida compañera de lucha y trabajadora de primera línea, por quien hoy también decimos: ¡Ni una trabajadora menos!
Gabriela Cuba Militante de Pan y Rosas
Viernes 12 de marzo de 2021
He tomado los retazos que quedan de tu aroma. He recogido cada espacio donde te escuche reír y llorar tantas veces. He abrazado hasta más no poder tus prendas imaginando sentir tu calor y te he buscado en medio de la espontaneidad de mis días felices para compartirlos contigo sin poder encontrarte. He comenzado a sentir la lluvia desde la esperanza creyendo que me acaricias con cada gota que cae. He tomado tus manitos en medio de sueños ilusorios que al parecer son el único momento en el que podremos charlar. Desde tantas cosas que nos volvían compañeras y camaradas he salido a las calles, esta vez sin ti. He salido a pisar realidades que tu existencia pintaba más hermosas; tal parece que ellas están matizadas con otros colores más lúgubres. He salido a las calles en las que nuestros pasos se impregnaban juntos de felicidad y complicidad.
He salido a gritar porque siento hondamente el descontento con un sistema de total injusticia; porque siento que nuestra separación no fue un designio divino y porque yo no creo en esas cosas que no son más que placebos sociales, que adormecen el espíritu de la gente, ha sido un sistema capitalista que mercantiliza las vidas de las y los trabajadores quien te arrebato de mi lado.
La belleza de esta vida me la has enseñado a verla en la lucha, en la convicción de hallar justicia, en el apoyo a quién no ve salir el sol en su corazón, a no ser cómplice del silencio que mata, violenta y oprime.
¡Ay Mery, con tanto que afrontar me has dejado! Pero como no hacerlo, si aun sin tener una confesión tuya sabíamos que has escrito una historia llena de combate al machismo que se expresaba en esos que decían amarte; en esos que miraban con un desengañado hastío moral tu vida porque les era moralmente incorrecta; a esos que en el camino han intentado quebrarte sin irse ilesos por tu fuerza para pelear y defenderte.
Porque desde que era pequeña, has desnudado tu alma guerrera depositándome cada sueño tuyo, que he logrado robar de tus palabras para hacerlos míos. ¿Y por qué te escribo tanto?, ¿por qué hablo tanto de ti? Porque la historia me ha demostrado que la memoria jamás debe quedar en el anonimato, que el legado debe ser materializado, que alguien como tú no merece ser recordada tan solo como una buena madre. Porque eres tantas cosas más: la rebeldía, la honestidad, la indignación por la injusticia, el amor a la vida y la empatía por los carentes de esperanza. Son elementos que no cualquiera puede asumir, pero tu bailabas con ellos desde que te conozco, mujer.
Qué me queda de ti: solo la tarea de componer esos sueños que en mi dolor he roto y dejado. Porque no podría traicionarte de esa forma, mucho menos traicionarme a mí misma. Tan grande es la lucha y yo tan pequeña, pero que tontería digo, ¡si tú eras un titán, aunque para muchos eras un pedacito de mujer!
¿Ya te dije que te amo? Porque creo que no lo grite tan alto, pues bien: voy a gritarlo desde mis convicciones y la idea de creer que el mundo puede cambiar. Porque cuando te vea otra vez vamos a sentarnos a mirar y saber que nos fuimos de este mundo hablando verdades y seguras de que había revoluciones de las que fuimos parte.
Este 8M te lo he dedicado enteramente porque ambas sabemos que este es nuestro camino. Siempre lo supe. Hasta más tarde mamita.