En una entrevista en el programa de Ernesto Tenembaum en Radio con Vos, el fascista Nicolás Márquez, biógrafo y amigo del presidente, reprodujo discursos repletos de falsedades que fomentan el odio hacia homosexuales. La ultraderecha insiste con la batalla cultural contra el llamado “lobby lgbt”.
Pablo Herón @PhabloHeron
Sábado 4 de mayo 15:13
Nicolás Márquez es autor de libros como Milei, la revolución que no vieron venir junto a Marcelo Duclos, la biografia de Javier Milei elogiada por el presidente mismo, y El libro negro de la nueva izquierda junto al influencer reaccionario Agustín Laje. Márquez fue entrevistado el viernes en el programa de radio ¿Y ahora quién podrá ayudarnos? de Ernesto Tenembaum, donde reprodujo dichos falsos como “la homofobia no existe” o que los homosexuales son “insanos”.
Discursos de odio nada nuevos que a la par de discriminar a la diversidad sexual traen de fondo otras intenciones políticas. Márquez sostiene que “cuando el Estado promueve, incentiva y financia la homosexualidad como lo ha hecho hasta la aparición de Javier Milei en escena, está incentivando una conducta autodestructiva".
Prejuicios reaccionarios infundados
Para hacer tal afirmación Márquez se para en prejuicios reaccionarios de todo tipo. Cuando dice que la homosexualidad "es insana y autodestructiva” está patologizando. Hay un largo camino de debates que van desde el siglo XIX a esta parte donde sectores de la psiquiatría e instituciones médicas construyeron la idea de que las personas homosexuales eran enfermas simplemente por cuestionar la norma heterosexual. Una matriz de pensamiento donde “lo normal” o “lo natural” es la heterosexualidad, la sexualidad reproductiva entre hombres y mujeres.
Tuvieron que entrar en escena primero el movimiento de liberación sexual en 1970 y luego el activismo que peleaba por una respuesta estatal ante el VIH en los 1980, para que instituciones como la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos o la Organización Mundial de la Salud saquen de sus manuales de enfermedades a la homosexualidad. Lo mismo, pero mucho más recientemente, sucedió con la patologización que sufren las personas trans.
Al mismo tiempo, Márquez reproduce un estereotipo ya conocido donde se busca asociar a las personas LGBTIQ+ con el padecimiento de enfermedades de transmisión sexual y el consumo de drogas. La operación es sencilla, se busca infundir miedos y prejuicios, señalar como “lo otro”, “lo enfermo” para seguir perpetuando la idea de que lo normal es la heterosexualidad. Como si las enfermedades de transmisión sexual o el consumo de drogas solo fuese una realidad específica de la diversidad sexual, falso.
La mismísima Educación Sexual Integral, a la que tilda de “adoctrinamiento en la ideología de género”, justamente busca desandar todos estos estereotipos, dar herramientas sobre salud sexual y al mismo tiempo dar respuesta a problemáticas que afectan a mujeres e infancias. Las estadísticas muestran que en muchos casos fue clave para detectar casos de abuso sexual en menores de edad.
Batalla cultural e intenciones polìticas
Con todos esos argumentos Márquez busca negar que existe una discriminación estructural hacia las personas LGBTIQ+, que se expresa de múltiples maneras: desde Estados que penalizan hasta la pena de muerte a homosexuales o con años de cárcel, la discriminación a la hora de acceder a la salud, la educación o un trabajo.
Esta batalla cultural que llevan adelante estos tiene distintos objetivos. Al atacar la ESI o la conquista del aborto legal, ponen como uno de sus enemigos al movimiento de mujeres que demostró que con la movilización en las calles se podían conquistar derechos. Es uno de los principales miedos del gobierno, como ya se vio con la marcha universitaria, en medio del plan de ajuste que tiene mayor impacto entre jubiladas, jubilados y toda la clase trabajadora.
Esta agenda contra la “ideología de género” les es útil para mostrarse con distintas iniciativas, como el intento de cierre del INADI, y al mismo tiempo señalar como responsables del estado actual de las cosas (la crisis económica y social, el aumento de la pobreza, etc.) a sectores sociales como las mujeres o la diversidad sexual, parándose en la incertidumbre, los miedos y los prejuicios que atraviesan a la sociedad que se van amplificando a la par de la crisis. Por eso es necesario desenmascarar de manera contundente estos discursos reaccionarios, que por doble partida buscan fomentar la discriminación y dividir a la misma mayoría social que está sufriendo los recortes en jubilaciones y salarios.
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Pablo Herón
Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.