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Red Internacional
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HACIA EL ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES. Para que no haya #NiUnaMenos, seamos muchas más

Myriam Bregman

Myriam Bregman @myriambregman

Viernes 30 de septiembre de 2016 18:28

Se acercan los días, crece la ansiedad y la convicción de que esa enorme fuerza de mujeres organizadas, que año a año se potencia y multiplica, se va a hacer presente para que se escuchen sus reclamos. También crece el odio, la bronca y la indignación por el femicidio de tres mujeres en apenas dos días, todas en la provincia de Mendoza, asesinadas producto de la violencia machista. No nos va a detener, vamos a seguir sumando compañeras para que seamos miles las que en Rosario digamos ¡Ni una menos! ¡Vivas nos queremos! Ayelén Arroyo, Janet Zapata, Julieta González ¡Presentes!

En los Encuentros, como hicimos con el Ni Una Menos, se trata de dar pasos firmes en la necesaria lucha por nuestros derechos y ¡por nuestras vidas! Si queremos que no nos sigan matando, tenemos que luchar, nos tenemos que organizar, contra la negligencia y la complicidad del poder y la cultura machista de nuestro país y de todo el mundo. La violencia de género es milenaria, histórica y el patriarcado se lleva muy bien con el capitalismo y el imperialismo. Nos pretenden sumisas, doblegadas, productivas, muertas a golpes, o vivas sin tiempo para vivir, ni libertad para decidir. Nos pretenden objetos sexuales y mujeres deseables y desechables. Nos están matando. A nuestras hermanas, amigas, vecinas, madres, tías, a las mujeres. El Ni Una Menos no es una frase más, ni una marcha más, ni una moda, es un arma de defensa colectiva. La única forma en que podemos enfrentar este flagelo aberrante.

El Estado, la Iglesia y los políticos gobernantes tienen responsabilidad en los femicidios. Desde la cultura de masas legitiman y reproducen la violencia, nos victimizan y re-victimizan con personalidades como Susana Giménez, Tinelli, Gustavo Cordera que hacen un gran favor a los machistas violentos y a su envalentonamiento. Sus políticas de Estado son reproducir la violencia machista con todo el poder del parlamento, la Iglesia, la policía y la justicia, bajo el gobierno que sea. Así, el estado capitalista fortalece desde las instituciones sociales la violencia que sufren las mujeres en el ámbito individual y en su vida privada, perpetradas por individuos varones que a su vez están influenciados por esta cultura opresiva de masas.

Algunos usan nuestro reclamo para hacer demagogia punitiva. Pero nuestro grito de Ni Una Menos no es para que haya más mano dura. En lo inmediato, exigimos al Estado medidas mínimas, pero urgentes como la construcción de refugios, viviendas y subsidios. Pero somos conscientes que tenemos que enfrentar la violencia de género con una gran fuerza de mujeres, con toda nuestra energía colectiva, no podemos limitarnos a reclamar al Estado que aplique sus castigos individuales a los victimarios, mientras desde arriba promueve nuestra subordinación.

Realidad que indigna

Con el kirchnerismo murieron cada año 300 mujeres por violencia de género. Entre junio de 2015 y mayo de 2016, 275 mujeres fueron asesinadas por la violencia machista, de las cuáles 2 de cada 10 habían hecho la denuncia por violencia doméstica. ¿Qué respuestas hubo? Los gobiernos nacionales, provinciales, de todos los signos políticos, no construyeron refugios, ni expropiaron terrenos de la Iglesia ni temporalmente las viviendas ociosas. Más allá de las retóricas más o menos progresistas, está la realidad: la de las leyes que se votan y no tienen presupuesto, como la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia hacia las Mujeres sancionada en 2009, que debería ser implementada por el Consejo Nacional de la Mujer y cuenta con un presupuesto de 4,5 pesos por mujer, el mismo que designaba el gobierno de Cristina Fernández. Y las que no se votan, pero se necesitan con urgencia, como el Plan Integral de Emergencia Contra la Violencia hacia las Mujeres presentado en el Congreso Nacional por Nicolás del Caño y quien escribe (ver pág 5). El presupuesto de los poderosos está manchado con la sangre de las mujeres que podrían estar vivas si hubiesen tenido un refugio a donde ir o un trabajo.

Digamos ¡Basta! Son parte de la tradición de nuestro país mujeres que han hecho historia, que han sido y son protagonistas indiscutidas ante las grandes tragedias o crisis económicas, sociales y políticas, como las Madres de Plaza de Mayo a quienes en sus inicios les decían locas cuando exigían la aparición con vida y el castigo a los genocidas, las madres de las víctimas de Cromañón, de la tragedia de Once, o las madres y víctimas de los casos de gatillo fácil, como nuestra compañera Carla Lacorte; o las mujeres de los movimientos de desocupados que contra viento y marea se organizaron y sostuvieron a toda una generación pese a la más absurda pobreza que padecían –padecen- en un país que fabrica millones de alimentos; o las obreras, esas valientes mujeres de Brukman, Zanon, MadyGraf, Bauen, que recuperaron los puestos de trabajo que destruyen las patronales, mostraron que se pueden gestionar empresas sin patrones y que, como miles de trabajadoras a lo largo y ancho del país, padecen no sólo la opresión de género en sus casas y en el trabajo, el acoso de los líderes y capataces, sino también la explotación del capital. Las que pararon una multinacional contra el acoso sexual como en Kraft y pusieron en pie Comisiones de Mujeres en el Astillero Río Santiago, en los sindicatos docentes y hospitales como el Hospital Alende, entre otros.

Nos dicen el sexo débil, porque somos fuertes. Nos quieren hacer creer que estamos solas, porque unidas no nos para nadie. Ante este flagelo aberrante que nos amenaza, tenemos que sacar todas nuestras fuerzas, tenemos que ser miles en Rosario para organizar un movimiento masivo que enfrente al femicidio y todo tipo de violencia, además de luchar por todas nuestras reivindicaciones ¡Si tocan a una nos organizamos miles!


Myriam Bregman

Abogada en causas de lesa humanidad. Fundadora e integrante del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH). Diputada nacional (MC) y dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Intervino en numerosos juicios contra los genocidas de la última dictadura militar, como el de Etchecolatz, Von Wernich y la megacausa ESMA. Fue abogada de Jorge Julio López y una de las impulsoras de la lucha ante su desaparición. Impulsó, junto a trabajadores de Pepsico y Kraft-Mondelez, la denuncia por el espionaje ilegal de la Gendarmería, conocido como "Proyecto X".

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