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Red Internacional
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OPINIÓN. ¿Para quién juegan los medios?

Los medios de comunicación tienen una aceitada artillería para el manejo direccionado de la información, pero ¿al servicio de qué o de quiénes está todo ese poderío?

Edgardo Videla Delegado Comisión Interna de Cuyoplacas | Mendoza

Viernes 14 de abril de 2017

Hace poco menos de un año, llegando a los seis primeros meses de gestión Macrista, escribía una nota acerca de la manera tendenciosa que los medios de comunicación tenían para reflejar la realidad. Hoy, llegando al año y medio de la mencionada gestión, veo, en concordancia con muchos trabajadores, que esa forma tendenciosa no sólo se ha sostenido en el tiempo sino que han pasado a bajar una línea hacia la opinión pública desvergonzadamente anti obrero, anti pobre y anti protesta.

No importa qué radio o canal de TV o qué conductor mediático uno elija para buscar información, la línea, con mayor o menor grado de caradurismo, apunta a generar el odio de los pobres con trabajo hacia los pobres sin trabajo, manteniendo al Gobierno lo más limpio posible. Los medios nacionales tienen varios programas que tratan la actualidad desde una mirada que pretende ser imparcial, pero que si ponen a abrir la boca a Fantino, Baby Etchecopar, Pamela David o Eduardo Feinmann, la imparcialidad queda destruida en las primeras dos oraciones.

Festejar los palos a los trabajadores, no es de un tipo sano mentalmente. Festejar palos en el lomo de alguien, no es sano, pero hay toda legión de mercenarios con micrófono que quieren convencernos, con éxito en algunos sectores, de que eso está bien. Que hay personas que protestan, que no enfrentan resignados su destino y que molestan a quienes sí aceptan calladitos lo que les toca, justifica la represión. A propósito, escuché en uno de esos programejos decir que hay que dejar de pensar en la represión como algo malo, justificando el golpe aleccionador, en defensa del espacio público. ¿Cuándo la represión tuvo algo bueno? Sobre todo cuando los palos en el lomo se los lleva la persona que educa y forma a las próximas generaciones, entre ellos nuestros hijos, por más que Fantino intente por todos los medios exponerlos como vagos o delincuentes.

Sintonía Mendocina

El desfile reducido de Pimadonnas mediáticas en Mendoza, no da lugar al espectacular modo de operar la noticia que sí tienen los medios de Buenos Aires. La opereta menduca, no tiene los ribetes de show, ni los frontmans, que en los canales porteños descollan informando con el acting suficiente para engatusar a muchos desprevenidos. Pero no por eso debemos restarle méritos a un Fernando Hidalgo, a un Ricardo Mur, o a muchos comunicadores de las distintas radios de la provincia, porque ponen mucho de sí mismos, para que los espectadores nos terminemos odiando entre nosotros.

Un ejemplo de esto, el primero que se me presenta como recuerdo, es el caso del perrito Tiger, un perrito vagabundo de la ciudad de Mendoza fue gravemente herido por un petardo durante un reclamo de trabajadores municipales que protestaban y reclamaban que con $6.000 por mes no podían sostener a sus familias, ni dar una vida digna a sus hijos. Recuerdo al conductor Fernando Hidalgo, en el noticiero del Canal 9 de Mendoza con una mezcla muy equilibrada de consternación e indignación por el infortunio del perrito Tiger. Todos los medios enfocaron su mirada en la tragedia de Tiger, pero particularmente recuerdo a Hidalgo porque creo que fue el que más empeño puso en convencer a miles de mendocinos de que la mandíbula dañada del perrito, era más importante que cientos de niños cuyos padres no ganan lo suficiente para mantenerlos como corresponde.

Ni Hidalgo, ni Mur, ni todos los periodistas devenidos en instantáneos protectores de animales, resaltaron que Tiger no hubiera sufrido nada, y seguiría con su anónima vida de perro callejero, sin que a nadie, ni a los noticieros, les importara en lo más mínimo si a los Trabajadores no nos obligaran a protestar frente a un edificio gubernamental para que se respeten y cumplan nuestros derechos más básicos, como un sueldo digno. Los mendocinos estamos al tanto de la evolución en la salud de Tiger, sabemos que estuvo “obnubilado y deprimido”, sabemos que fue mejorando, sabemos que comenzó a comer sólidos, y que ahora, a punto de recibir el alta, será felizmente adoptado. Todo eso lo dijeron los medios mendocinos. Lo que no sabemos, es si a los trabajadores municipales les aumentaron el sueldo, si a los hijos de los trabajadores municipales les compraron la canasta escolar para comenzar el ciclo lectivo o si tendrán que salir nuevamente a la calle a pedir ingenuamente que la sociedad mendocina los apoye porque no pueden vivir con sueldos de miseria.

Otro ejemplo de esta mirada periodística unificada por la omisión o la tendencia con la de los grandes medios porteños, lo encontré en el tratamiento del paro dominguero de la CGT, del 6 de abril. Si bien el relato de los medios provinciales era que los trabajadores querían trabajar, sin tener en cuenta que hubo trabajadores que no podían parar por las amenazas patronales o por los descuentos salariales que se aplican igual, aunque se adhiera a una huelga legítima. La estación de radio MDZ, llegó a decir que en el piquete del 6A, realizado en Colón y San Martín, no había nadie que no se identificara con el FIT, o con la CTA, mientras que en otros piquetes no había ningún trabajador que no se identificara con la CGT, por lo tanto, un conductor de este medio a eso de las 16 hs, en la editorial del programa “Lo de más es lo de menos” y luego de esgrimir estos argumentos, llegó a decir la barbaridad de que en las manifestaciones de Mendoza “no había trabajadores reales”. Puedo asegurar, como es mi caso, con casi 20 años en una fábrica y 12 años de gestión como Delegado Gremial, y muchos años más de identificarme con la ideología política de Izquierda, son argumentos mucho más reales y válidos, que un liviano análisis para una editorial de un programa de radio.

El Enemigo Gremial

Encuentro realmente preocupante la impunidad con que cierto periodismo suelta, de manera irresponsable, opiniones que apuntan a demonizar al trabajador que levanta una bandera política o gremial, sugiriendo que si adhiere a algún tipo de ideología es porque recibe algo a cambio, entonces no necesita trabajar para ganarse la vida. Lamentablemente, toda esta batería de necedades, encuentran terreno fértil en gran parte de la opinión pública, y en gran parte se debe, o se justifica con un problema cíclico de la clase obrera argentina: los representantes sindicales atornillados en sus sillas y con el estilo de vida que llevan, más cercano al de un legislador o de un empresario que al de sus representados obreros, los convierten en el blanco más efectivo para lograr un desprestigio generalizado hacia los trabajadores, y desligitimar los reclamos de cualquier laburante organizado en una estructura.

El precio de las palabras

Cuando este ejército de mercenarios periodísticos da por sentado que el trabajador que se organiza, lo hace porque saca alguna ventaja individual de esa participación está reflejando, de algún modo, su propia manera individualista de conseguir ventaja. Porque no es natural festejar que golpeen a otro, no es sano hacer apología de la represión, no es de buen tipo acusar a los maestros de delincuentes por el simple hecho de querer mejorar su salario. Se debe recibir una retribución muy grande para ir en contra de la naturaleza humana y mostrarlo orgullosamente. Y no sólo por decir todas esas barrabasadas inhumanas sino también por querer convencer a millones de espectadores de que ese es el camino a un futuro mejor. La diferencia entre ellos, los periodistas, y nosotros, es que nosotros, los laburantes, por encima de cualquier conducción sindical, pensamos colectivamente el futuro, mientras ellos se sacan chispas unos a otros para ver quién vende más cara su opereta en favor de vaya a saber qué intereses.

Y ahí llegamos al punto. ¿Para quién juegan los medios? Es obvio que detrás de cada medio de comunicación hay intereses que poco tienen que ver con la libertad de expresión o con las necesidades de las minorías. Uno podría decir rápidamente que al considerar y exponer algunos medios un plan desestabilizador para voltear al gobierno de Macri y apuntar directamente a la ex presidenta Cristina Kirchner, estos medios juegan para el oficialismo, pero no es así. Uno podría entender que si están en contra de los docentes, si tildan de violentos a quienes reclaman y aplauden una marcha de clase media a favor de Mauricio Macri, podríamos entender que están a favor de la estabilidad de la democracia, pero tampoco es así. Si fuera tan sencillo como eso, los empresarios que hacen negocios con el gobierno no se molestarían en comprar multimedios o de invertir en ellos.

En Mendoza, tenemos al empresario Daniel Vila que tiene muchas inversiones ligadas al gobierno provincial y que luego de hacerse con el Multimedios UNO, con muchas estaciones de radio y Canales de TV, se convirtió en el presidente del Grupo América a nivel nacional ¿Por qué unos de los más acaudalados hombres de Mendoza tiene tanto interés en invertir en medios? Porqué la tele se mete en la casa de los laburantes y los convence de que el aumento en la tarifa eléctrica es necesario, es inevitable y que hasta será bueno. Claro, si el empresario que nos vende la energía eléctrica es el mismo dueño de los canales de TV y las estaciones de radio que tiene periodistas que tratan de convencernos que el beneficio de los ricos, y el beneficio de su patrón, es el beneficio de todos. Porque, con dos mangos más o dos mangos menos, Vila siguió creciendo económicamente con Julio Cobos, con Jaque, con Paco Pérez y ahora con Cornejo. A Vila le va muy bien, con radicales o con peronistas. Al empresario Vila siempre le va bien.

Romper el cerco

El primer paso que tenemos que dar los trabajadores para no caer en este juego de los grandes medios es aprovechar las ventajas que hoy nos dan las redes sociales, ya que dentro de este campo hay varias alternativas para buscar una información que se diferencie del relato unificado.

Otra alternativa es convertirnos en voces protagonistas, porque no es lo mismo, como ocurrió con la represión a los docentes del último domingo, reflejar la voz de quien llega a un conflicto a relatar los hechos, que reflejar y difundir la voz de quien por reclamar es reprimido porque esa es la voz que está relegada en los grandes medios. Para eso, La Izquierda Diario, se creó y se convirtió en un gran alto parlante, para darle voz a los que no son escuchados, para los que legítimamente reclaman y son acusados de vagos, desestabilizadores o mafiosos, si pertenecen a algún tipo de agrupación, y hoy por hoy, eso es motivo suficiente para que el Gobierno los haga golpear con Gendarmería y los grandes medios lo aplaudan.

Es urgente, casi por una cuestión de supervivencia o conservación, que la clase obrera forje una capacidad de discernimiento lo suficientemente desarrollada como para no caer en las trampas de los medios que, en definitiva, son las trampas de los patrones, de los dueños de todo, hasta de la voluntad, la dignidad y la vergüenza de quienes se paran frente a una cámara o un micrófono para entrar, por la pantalla de la tele, a nuestros hogares.