En los últimos años las mujeres hemos sido protagonistas de movilizaciones masivas alrededor del mundo para conquistar nuestros derechos, pero también para protestar contra el feminicidio y la violencia patriarcal. Es un hecho que el repudio contra cualquier tipo de violencia hacia la mujer es un sentir que marca nuestra época.

Pan y Rosas México México | @PanyRosasMex
Miércoles 5 de febrero de 2020
En los últimos años las mujeres hemos sido protagonistas de movilizaciones masivas en todo el mundo contra la violencia, convirtiendo esta lucha en un signo de nuestra época. En México, hemos visto cómo se profundiza este fenómeno en centros de trabajo y estudio. La UNAM se ha convertido en un referente para enfrentar la violencia de género y para la lucha por conquistar nuestros derechos, frenar el feminicidio y todo tipo de violencia patriarcal.
En la UNAM estudiantes, trabajadoras y académicas enfrentamos cada día el acoso sexual y el hostigamiento laboral bajo el amparo de las autoridades que siguen protegiendo a acosadores sistemáticos, así como las consecuencias del aumento del feminicidio y la impunidad. Pero también enfrentamos la precarización laboral, la inestabilidad en el empleo, los bajos salarios y las consecuencias de una educación cada vez más elitizada, siendo las mujeres más plebeyas las que más sufren los cobros ilegales, el encarecimiento de materiales didácticos y el alza del transporte, las rentas y los servicios.
Por eso empezamos a alzar la voz y a organizarnos, para visibilizar la violencia que sufrimos y evidenciar la responsabilidad de las autoridades y del estado en la profundización de la violencia. Mientras la Rectoría nos quiere convencer de que busca resolver nuestras demandas con el diálogo, criminaliza la protesta legítima de miles de estudiantes que se reunen en asambleas y votan paros, y persigue políticamente a estudiantes, trabajadorxs y académicxs que nos organizamos políticamente, replicando el mismo discurso que AMLO sostuvo declarando que detrás de las protestas hay “una mano negra”.
Sabemos que la Rectoría es la misma que se ha negado a poner todos los recursos de la universidad al servicio de la resolución de los casos de feminicidio dentro de los campus, la misma que mantiene grupos porriles y ha expulsado a miles de activistas, la responsable de los planes de privatización, y la principal garante del autoritarismo.
En este contexto de hartazgo y rechazo a la violencia, en la semana pasada se dieron algunas tomas, protagonizadas por pequeños grupos de mujeres que, de forma aislada de base estudiantil, ocuparon varias escuelas de la UNAM a nivel medio superior y superior, sumándose a la toma de dos meses de la Facultad de Filosofía y Letras.
Esto desencadenó asambleas masivas en otros planteles, que el pasado lunes votaron paros donde la demanda central es contra la violencia de género, la cual se articula con reivindicaciones locales de cada plantel. Sin embargo, la mayoría de las mujeres no estamos integradas a la toma de decisiones ni participando en este movimiento, mucho menos el conjunto de la base estudiantil, trabajadora y académica. ¿Qué política hace falta para conquistar nuestras demandas y erradicar la violencia dentro de la universidad?
La lucha contra la violencia de género debe ser independiente de las autoridades
Como bien presumió Graue en el mensaje que dedicó a la comunidad universitaria, la principal política de la Rectoría contra la violencia es un protocolo de género para sancionar agresores, la ampliación del tribunal universitario con perspectiva de género y campañas de difusión de una cultura de respeto y equidad. Estas medidas son punitivas y son utilizadas para fortalecer el aparato represivo en la universidad, mientras se mantiene la violencia que enfrentamos y los feminicidios.
Consideramos que es urgente discutir en asambleas representativas y proponer un plan integral contra la violencia de género, que sea decidido independientemente de las autoridades y no fortalezca las estructuras autoritarias de la universidad, como pueden ser transporte gratuito y seguro que salga de todas las escuelas a los metros más cercanos e incluso rutas especiales a los lugares más inseguros de la CDMX y el EdoMéx; guarderías y salas de lactancia para trabajadoras, estudiantes y docentes, así como licencias de maternidad; un plan integral gratuito de salud ginecológica, que incluya clínicas de Interrupción Legal del Embarazo gratuitas para todas las universitarias e incluso para mujeres no matriculadas en la universidad, junto a asesoría psicologica para víctimas de violencia; dormitorios que puedan funcionar como refugios para mujeres integrantes de la comunidad universitaria así como permisos de ausencia para estudiantes y trabajadoras que sufren violencia; así planes y programas con perspectiva de género.
Junto a esto, creemos que es muy importante levantar la lucha por salarios dignos y basificación de todxs lxs trabajadorxs universitarios, principalmente de las mujeres, pues la precarización nos afecta doblemente.
A la par, desde Pan y Rosas consideramos que debemos abrir una discusión sobre como obtener los recursos para ello. Los mismos deberían salir de dejar de financiar a la Guardia Nacional y la militarización del país, dejando de pagar la deuda externa, medidas que proponemos también para garantizar el aumento del PIB destinado a la educación pública y gratuita, como parte de la perspectiva de construir una universidad al servicio de las grandes mayorías y no al servicio de los grandes empresarios. De esa forma se podrían obtener los recursos para otras cuestiones urgentes en la universidad: por ejemplo, comedores y material didáctico subsidiado además de becas, acceso irrestricto sin exámenes de admisión como el CENEVAL, entre otras medidas, y para que la universidad abra sus puertas a todas las migrantes que en su paso por nuestro país busquen acceder a la educación y los beneficios de ser parte de nuestra comunidad.
Para lograr lo anterior es necesario vincular la lucha contra la violencia de género y por la educación pública y gratuita a la lucha por democratizar la universidad, con la perspectiva de construir un gobierno tripartito de trabajadorxs, académicxs y con mayoría estudiantil, que pelee por erradicar la violencia de género.
Por un movimiento estudiantil masivo y combativo contra la violencia de género
Para torcer el brazo de las autoridades y sus aliados, hace falta construir un potente movimiento que pueda imponer nuestras demandas. Las asambleas tienen que extenderse y masificarse, deben funcionar democráticas para que decida la base y deben integrar a los tres sectores de la comunidad, volviéndose tripartitas para que discutamos, de manera independiente a las autoridades, un pliego petitorio unificado contra la violencia de género, contra todo tipo de violencia y por la defensa de la educación pública y gratuita. Conquistando la alianza con las y los trabajadores nuestra lucha será más fuerte. Es necesario además poner en pie comisiones de mujeres tripartitas que se mantengan organizadas más allá de la efervescencia actual, para dar continuidad a estas demandas.
Esta lucha es digna y es necesario enfrentar la violencia patriarcal. Pero es necesario reflexionar críticamente y a profundidad sobre los métodos de organización y la política que han levantado grupos separatistas que deciden por fuera de la base o a sus espaldas y fortalecen la confianza en las autoridades, el aparato antidemocrático de gobierno de la universidad o el Estado; una política que va en contra de construir un verdadero movimiento combativo e independiente de la rectoría.
La clave para poner en jaque a las autoridades ha sido siempre la organización en asambleas masivas de cientos de estudiantes y con ninguna confianza en las promesas de la Rectoría. Por eso, para conseguir nuestras demandas, es fundamental que seamos decenas de miles en las calles y en las asambleas, y que discutamos y resolvamos un pliego, independiente de las autoridades, para enfrentar la violencia contra las mujeres.
Conócenos
Para pelear por esta perspectiva te invitamos a organizarte en Pan y Rosas, que pone sus fuerzas al servicio de construir un poderoso movimiento estudiantil que cuestione la antidemocracia, que se organice contra la violencia de género, y que busque ir más allá, cuestionando la universidad de clases y la sociedad capitalista y patriarcal cuya violencia se refleja en nuestras aulas.
Quienes nos movilizamos hoy debemos aprender de las luchas en el mundo, de la huelga general en Francia, de las revueltas en Chile, de las movilizaciones contra la derecha y sus ajustes que a nivel global tienen como protagonistas a mujeres trabajadoras y jóvenes que codo a codo con sus compañeros de clase están haciendo cimbrar los cimientos de esta sociedad de explotación y miseria.
Esta perspectiva internacionalista implica también abrazar la lucha por plenos derechos para la población migrante y contra la represión del gobierno de AMLO a través de la Guardia Nacional, porque la lucha de las mujeres y de la clase trabajadora no tiene fronteras. Por eso, consideramos que para acabar con la violencia patriarcal que sienta sus bases en la explotación capitalista, debemos luchar por transformarlo todo y construir una sociedad diferente, sin explotación ni opresión, una sociedad comunista.
Asiste este viernes 7 de febrero a las 13 horas, frente al espejo de agua de CU a la charla “¿Qué pasa en la UNAM y cómo acabamos con la violencia patriarcal?” Contaremos con música, fanzines y folletos. Súmate a Pan y Rosas.