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Red Internacional
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MUERTE DE AYLWIN. Partido Comunista le lava la cara a Aylwin

Tras conocerse la muerte del golpista Aylwin, el PC le lava la cara con las declaraciones de su presidente Guillermo Teillier.

Martes 19 de abril de 2016

Las vergonzosas declaraciones de Teillier

El presidente del PC Guillermo Teillier, tras conocer la muerte del ex presidente Aylwin, golpista y constructor de la democracia protegida, le lavó la cara.

Reivindicó haber votado como PC por él: "Pudimos tener diferencias en el pasado, pero nosotros votamos por él y lo instituimos como primer Presidente de forma democrática”.

Le lavó la cara como parte del proceso sobre los DDHH: "El inició el proceso de búsqueda de la verdad y la justicia. (...) hay que reconocer que él fue el que empezó con este proceso”.

Le lavó la cara ante el golpismo declarado, diciendo que el rol en ese momento es una "discusión abierta", y después lo salva diciendo que"después él también luchó por la recuperación de la democracia".

En la relación general del PC con la DC, afirmó que "hay más luces que sombras".
No son resultado del momento sensible de la muerte.

Es una línea política, de colaboración de clases, que solo subordina a los trabajadores a sectores de los representantes de la burguesía.

Una estrategia que lleva a la derrota

Como planteamos en otra nota en La Izquierda Diario aquí, el PC, ahora vuelve a justificar la alianza, esta vez con la Nueva Mayoría, en la necesidad de crear una mayoría social por los cambios, que requiere el apoyo y la alianza con las capas medias.

La discusión es cómo lograrlo. ¿Con acuerdos con la DC, el partido de centro que históricamente la representaría en las últimas décadas (desde la decadencia del Partido Radical en Chile)?

Desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR) no homenajeamos ni brindamos ninguna solidaridad a los representantes del golpismo que asesinó a decenas de miles de trabajadores, jóvenes y mujeres. Para terminar con toda la herencia de la Dictadura, no será con ninguna confianza ni colaboración con los partidos de la transición pactada y los empresarios, sino con la fuerza independiente del pueblo trabajador.

La historia enseña

León Trotsky, para una situación diferente pero útil para pensar el debate, analizó el problema, en la situación revolucionaria en Francia.
Recordemos las palabras del viejo revolucionario (y donde diga “radicales” podemos leer “democrátacristianos”).

Primero, analiza la naturaleza de las capas medias:

“Desde el momento de la victoria de Los nazis en Alemania, en los partidos y grupos de “izquierda” se ha hablado mucho sobre la necesidad de acercarse a las “clases medias” para cerrar el camino al fascismo … Acercarse a los campesinos y pequeños burgueses de la ciudad, atraerlos a nuestro lado, es la condición necesaria del éxito en la lucha contra el fascismo, por no hablar de la conquista del poder. Solo es necesario plantear el problema de un modo correcto. Pero para ello se debe comprender claramente cuál es la naturaleza de las “clases medias”. Nada es más peligroso, especialmente en un periodo crítico, que repetir fórmulas generales, sin examinar qué contenido social recubren. La sociedad contemporánea se compone de tres clases: la gran burguesía, el proletariado y las “clases medias” o pequeña burguesía. Las relaciones entre estas tres clases determinan en última instancia la situación política del país. Las clases fundamentales de la sociedad son la gran burguesía y el proletariado. Estas dos clases son las únicas que pueden tener una política independiente, clara y consecuente. La pequeña burguesía se distingue por su dependencia económica y su heterogeneidad social. Su capa superior toca inmediatamente a la gran burguesía. Su capa inferior se mezcla con el proletariado y llega a caer incluso al estado del lumpen-proletariado. Conforme a su situación económica, la pequeña burguesía no puede tener una política independiente. Oscila siempre entre los capitalistas y los obreros. Su propia capa superior la empuja hacia la derecha; sus capas inferiores, oprimidas y explotadas, son capaces, en ciertas condiciones, de virar bruscamente a la izquierda, es por esas relaciones contradictorias de las diferentes capas de las “clases medias” que ha estado siempre determinada por la política confusa y absolutamente inconsistente de los radicales, sus vacilaciones entre el bloque con los socialistas, para calmar a la base, y el bloque nacional con la reacción capitalista, para salvar a la burguesía. La descomposición definitiva del radicalismo comienza desde el momento en que la gran burguesía, ella misma en un callejón sin salida, no le permite seguir oscilando. La pequeña burguesía, las masas arruinadas de las ciudades y del campo, comienza a perder la paciencia. Toma una actitud cada vez más hostil hacia su propia capa superior; se convence en los hechos de la inconsistencia y perfidia de su dirección política”.

Sigue con el motor de las decisiones de las capas medias:

“El campesino pobre, el artesano, el pequeño comerciante, se convencen en los hechos de que un abismo los separa de todos esos intendentes, de todos esos abogados, de todos esos arribistas políticos”. Y agrega:

“Es precisamente esta desilusión de la pequeña burguesía, su impaciencia, su desesperación, lo que explota el fascismo. Sus agitadores estigmatizan y maldicen a la democracia parlamentaria, que respalda a los arribistas pero que nada da a los pequeños trabajadores. Estos demagogos blanden el puño en dirección a los banqueros, los grandes comerciantes, los capitalistas. Esas palabras y es gestos responden plenamente a los sentimientos de los pequeños propietarios, caídos en una situación sin salida. Los fascistas muestran audacia, salen a la calle, enfrentan a la policía, intentan barrer el Parlamento por la fuerza. Esto impresiona al pequeño burgués sumido en la desesperación. Se dice: “Los radicales, entre los que hay muchos estafadores, se han vendido definitivamente a los banqueros; los socialistas prometen desde hace mucho eliminar la explotación, pero nunca pasan de las palabras a los hechos … Los pequeño burgueses desesperados ven ante todo en el fascismo una fuerza combativa contra el gran capital, y creen que, a diferencia de los partidos obreros que trabajan solamente con la lengua, el fascismo utilizará los puños para imponen más “justicia”. A su manera, el campesino y el artesano son realistas: comprenden que no podrá prescindirse de los puños. Es falso, tres veces falso, afirmar que en la actualidad la pequeña burguesía no se dirige a los partidos obreros porque teme a las ‘medidas extremas’. Por el contrario: la capa inferior de la pequeña burguesía, sus grandes masas no ven en los partidos obreros más que máquinas parlamentarias, no creen en su fuerza, no los creen capaces de luchar, no creen que esta vez estén dispuestos a llevar la lucha hasta el final. Y si es así, ¿vale la pena reemplazar al radicalismo por sus colegas parlamentarios de izquierda?”.

Finalmente, desnudará el contenido real de los acercamientos del PS, y del PC con el Partido Radical, afirmando contundente que “una alianza con los radicales sería una alianza contra las clases medias”. Y explica que los dirigentes de estos partidos “se imaginan con toda seriedad que una alianza con los radicales es una alianza con las ‘clases medias’ y, en consecuencia, una barrera contra el fascismo. Esta gente no ve otra cosa que las sombras parlamentarias. Ignoran la evolución real de las masas y se vuelven hacia el partido radical que se sobrevive y que hace tiempo los ha dado la espalda. Piensan que en una época de gran crisis social, una alianza de clases movilizadas puede ser reemplazada por un bloque con una pandilla parlamentaria comprometida y condenada a la desaparición. Una verdadera alianza del proletariado y las clases medias no es una cuestión de estática parlamentaria, sino de dinámica revolucionaria. Esa alianza, es necesario crearla, forjarla en la lucha”.

De todo esto, sacará la conclusión necesaria: de lo que se trata es de desembarazarse de estos “representantes de las capas medias”: “El partido obrero no debe ocuparse en una tentativa sin esperanza de salvar al partido de los especialistas en quiebras; debe, por el contrario, acelerar con todas sus fuerzas el proceso de liberación de las masas de la influencia radical. Cuanto mayor celo y energía ponga en el cumplimiento de esa tarea, mejor preparará verdadera y rápidamente la alianza de la clase obrera con la pequeña burguesía. Es necesario tomar a las masas en su movimiento. Es necesario ponerse a la cabeza de ellas y no a su cola”.

De todos modos, hoy por hoy, el objetivo del PC es más moderado, más pragmático, más inmediato, más acorde al régimen heredado de la dictadura.

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