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Entrevista. Paula Varela: “Hay una política estatal que avala el deterioro del empleo y del salario real”

¿Cómo se ubican las direcciones sindicales ante el hundimiento del salario real y la precarización laboral? ¿Qué impacto tuvo el triunfo de la lucha del neumático? ¿Qué esperar para 2023? Entrevistamos a Paula Varela, politóloga y docente de la UBA.

Jueves 29 de diciembre de 2022 00:00

Paula Varela es Doctora en Ciencias Sociales (UBA), investigadora del CONICET y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Escribió La disputa por la dignidad obrera (Imago Mundi, 2015) donde aborda las luchas obreras que van desde 2005 hasta 2015, el fenómeno que se dio en llamar sindicalismo de base, y se concentra en las industrias de la zona norte, epicentro de las comisiones internas opuestas a las direcciones sindicales.

Reproducimos la entrevista que le realizamos como parte del informe especial de La Izquierda Diario sobre salarios y paritarias.

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¿Cómo ves la situación del empleo y salarios en Argentina en la salida de la pandemia?

Hay dos características del mercado de trabajo en Argentina que empiezan a acentuarse y a transformarse en características más permanentes, es decir, características que no pueden atribuirse a situaciones excepcionales de la pandemia.

La primera es una baja, un deterioro en la calidad del empleo que, por ejemplo, puede verse fácilmente a través del aumento del trabajo informal de 34% a 38%. La segunda característica es la caída del salario real, que afecta tanto a los trabajadores formales como a los informales (dentro de los trabajadores formales particularmente a los trabajadores estatales), y que incluso afecta a los trabajadores y trabajadoras que reciben planes sociales. Entonces, la primera foto para entender qué está pasando en la clase trabajadora en la actualidad es que hay un empleo de menor calidad y un salario real en caída.

Además de ser muy preocupante porque implica un deterioro de las condiciones de vida de la población, es importante comprender que este es un fenómeno que configura la situación de la clase trabajadora en su conjunto. Por más que haya sectores que han podido pelear paritarias que equiparan o incluso superan un poquito la inflación, la situación general es una clase trabajadora con empleos de menor calidad y de menor salario real. Eso es lo que hay que mirar para preguntarsecuál es la política estatal de este gobierno en particular, respecto de la clase trabajadora. Y la política estatal es aquella que confirma estos rasgos que estamos marcando como característicos del mercado de trabajo en la actualidad.

¿Cuál fue la ubicación del Gobierno frente a estas tendencias que señalás?

Si uno comprende estos dos rasgos como política estatal del gobierno peronista-kirchnerista de Alberto Fernández respecto de la clase trabajadora, puede comprender fenómenos distintos pero tienen este elemento común. Me refiero por ejemplo a la ubicación que tuvo el Gobierno, particularmente Sergio Massa, en el conflicto de los trabajadores del neumático. Este intentó obturar el conflicto a partir de la apertura de importaciones del neumático con un fuerte posicionamiento a favor de las empresas y que también intentó ser un mensaje bien claro respecto de otros sectores que pudieran salir a la lucha: “muchachos, el horno no está para bollos, no salgan a luchar porque nosotros estamos haciendo buena letra con el FMI, necesitamos cumplir esas metas y no tenemos márgen para conflictos sindicales, aumento de salario real o condiciones de trabajo”.

O sea, si vos mirás el sector de trabajadores industriales registrados (y sindicalizados), encontrás que la política del gobierno fue: “no ha lugar a este tipo de luchas”. Pero si vos vas al otro extremo de la clase trabajadora, también encontrás una política estatal que avala este deterioro del trabajo y caída del salario real: la disminución del monto del aguinaldo para quienes perciben planes sociales, el ajuste en las asignaciones familiares, e incluso, la disminución de la cantidad y calidad de comida que llega a los comedores populares (motivo por el cual la unidad piquetera estuvo en la calle el jueves pasado).

Lo que quiero destacar con estos ejemplos es que, mirando sectores distintos y fenómenos de distinta naturaleza, lo que encontrás es un denominador común por parte del gobierno. A eso es a lo que le llamo “política estatal para la clase trabajadora”.

¿Cuál es el rol, en este escenario, de las direcciones del movimiento obrero?

La primera ubicación de las direcciones del movimiento obrero (CGT, CTAs, y también sectores de los movimientos sociales o de trabajadores desocupados) es aceptar la fragmentación de la clase trabajadora y apostar a la negociación sectorial. Lo cual termina siendo una ubicación que tiene efectos perversos. ¿Por qué? Porque una puede encontrar, después del conflicto del SUTNA, algunas paritarias que se firmaron al mismo nivel que la inflación o un poquito por arriba. Eso, hay que decirlo, es parte de lo que hay que atribuirle como triunfo al propio conflicto del SUTNA porque antes del conflicto del SUTNA era mala palabra salir a pelear en los valores de la inflación, o sea, el conflicto legalizó que se puede pelear para no perder contra la inflación, incluso legalizó que hay que discutir las condiciones de trabajo.

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Pero pese a eso, la lógica de conjunto de las centrales sindicales, es la de la lucha sectorial. Lo cual es una lógica que, en el mejor de los casos, indica una ilusión casi naif, porque uno puede tener sectores puntuales que obtengan paritarias por arriba de la inflación, pero eso no revierte esta tendencia general que estábamos marcando que es la tendencia a la caída de la calidad del empleo y caída del salario real. Entonces, la pregunta que se impone es cuándo se viene una lucha del conjunto del movimiento obrero. Me refiero no sólo a una lucha combinada entre CGT y CTAs, sino también con los movimientos sociales que están pidiendo por aumento en lo que perciben como plan social, sea el Potenciar Trabajo u otro, y aumento en calidad y cantidad de alimentos en los comedores.

Hay ahí una discusión central que hay que dar, que es que las luchas sectoriales no traccionan y no revierten esta tendencia general, por lo cual es necesario luchas que involucran a todos los sectores de la clase trabajadora. Hay que buscar la forma de que luchas muy importantes como la del SUTNA o la de los residentes, con mucha militancia y organización de base, obliguen a las centrales sindicales a tomar esa dirección.

Porque esta no es la orientación política de las centrales sindicales. La orientación de las centrales sindicales es aceptar la tendencia general a la precarización del empleo y a la caída del salario real, y tratar de pelear por mejores salarios (ni siquiera por mejores condiciones de trabajo) en algunos sectores estratégicos o en algunos sectores que por poder estructural o por poder asociativo tienen más fuerza. Esa política de las centrales sindicales de aceptar la tendencia general y pelear sectorialmente en algunos casos, redunda en retroceso para el conjunto de la clase trabajadora.

¿Qué se puede esperar para 2023 en materia salarial?

Una discusión central que se tiene que dar la clase trabajadora para el año 2023, que es un año electoral, y que como todo año electoral, se pueden lograr algunas conquistas o sacar un poco más en las negociaciones con las patronales y el Estado (teniendo en cuenta, además, que este es un gobierno peronista está muy complicado para las elecciones); creo que una discusión central es justamente combatir las luchas sectoriales y pensar cuáles son los caminos para llevar adelante luchas unificadas que puedan revertir la tendencia general.

Esto es importante porque lo que se está comprobando en Argentina, es algo que siempre se supo en términos teóricos pero que ahora se confirma, dolorosamente, en términos empíricos: que cuando sectores de la clase trabajadora se precarizan y empobrecen, es una fantasía pensar que ese fenòmenos solo afecta a ese sector. Lo que sucede es que todas las derrotas o todos retrocesos en términos de derechos terminan siempre traccionando a la baja al conjunto de la clase trabajadora.

En el mediano plazo (y te diría que en este contexto, en el corto plazo también), no existe o hay tal cosa como una clase trabajadora que pueda tener un sector que mantiene derechos y calidad de vida, y otro sector que los pierde completamente. Cuando un sector pierde los derechos, más temprano que tarde, eso tracciona a la baja al conjunto. Como eso es así, responder a esta política estatal de precarización del empleo y de caída del salario real con luchas sectoriales, en el mejor de los casos es un error garrafal, en el peor de los casos es complicidad.