Movimiento obrero, comunistas, IRA, gitanos, gánsters, degradación social, racismo y todo lo que no sabíamos de la historia inglesa a contrapelo durante la primera posguerra.
Domingo 11 de febrero de 2018

La serie narra el ascenso en el mundo de la mafia de la banda criminal Peaky Blinders. El líder de la banda y protagonista Thomas Shelby –Cillian Murphy-, es un astuto gánster de origen gitano que, luego de combatir en Francia durante la Gran Guerra, regresa a su natal Birminham para ocuparse de los turbios negocios familiares, con la única ambición de que su familia ascienda en la anquilosada jerarquía social de la Inglaterra de entre guerras.
Esta aspiración lo llevará a recorrer un camino más escabroso de lo que imaginaba, y pronto descubrirá que allá arriba, en las cumbres oscuras de la política y la economía, las cosas están más podridas y agusanadas que en el mundo del hampa.
La ficción histórica comienza en 1919, en una Birminham –corazón industrial de Inglaterra en el primer cuarto de siglo– sucia, decadente, de colores fríos, a tono con las almas de aquellos que regresan de las trincheras cargando consigo para siempre los cuerpos de quienes vieron morir, aliados o enemigos.
El fin de la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la Revolución Rusa enmarcan el contexto histórico donde se monta la ficción. Pero para muchos la guerra no ha terminado: las escalofriantes sumas de muertes y los recuerdos de las pilas de cadáveres atrincherados comidos por las ratas permanecerán por siempre en los recuerdos y pesadillas de los soldados que intentan rehacer su vida, o mejor dicho, intentan continuar con lo poco de vida que les quedó después de la guerra.
Eso es lo que se descubre en la mirada fría de Thomas Shelby, fijada en ninguna otra parte que no sean los recovecos de su cabeza que guardan los traumas de la gran carnicería humana.
Otra consecuencia de la guerra, implícita en la serie, será el cambio radical de la relación de fuerzas entre las clases, ley de la historia que bien describe el historiador marxista Franz Mehring. El ejemplo bolchevique se expande por todo el mundo y así como en Alemania, Hungría, Italia, Finlandia, Austria, China y hasta en Seattle, Inglaterra no evitará el contagio del espíritu revolucionario.
Las huelgas obreras en Birminham serán cada vez más importantes en la trama de la serie conforme una temporada va sucediendo a la otra.
La genialidad del director Steven Knight reside en que utiliza este contexto histórico tan polarizado no sólo como telón de fondo del drama, sino como personaje central de su obra. La denuncia contra la guerra y sus consecuencias, así como la denuncia contra los delincuentes de cuello blanco, responsables eternos de todas las guerras habidas y por haber, son recurrentes en el guión. Por otro lado, Steven Knight rinde homenaje a la english working class al recuperar una parte de su historia tan crucial y tan poco estudiada en Inglaterra.
Lo vemos sobre todo en las escenas donde Thomas Shelby, en su camino para cruzar la oscura, esquizofrénica y sangrienta brecha que separa a ricos y pobres, se da cuenta que la estela de crueldad y asesinatos que deja la vida gansteril es superada con creces por la inhumanidad, la corrupción y la escalofriante falta de escrúpulos de la plutocracia británica. En ese tránsito Thomas va descubriendo (con una actuación más que magistral de Murphy) que para los Lord’s ingleses es más importante liquidar a los comunistas que acabar con la miseria.
La casta política encontrará en los Shelby’s los candidatos adecuados para ser los alfiles que se encarguen de cuidar La Corona, ofreciéndoles protección policial y posibilidades de ascenso a cambio de “limpiar la mierda” que chorrea la democracia inglesa por todos los poros en su intento por acabar con sus enemigos políticos, ya sean irlandeses radicales o comunistas. Steven Knight exhibe extraordinariamente cómo el ansia de riqueza de los reyes y políticos los arrastra, privados de todo amago de compunción, a cavar pozos muy profundos donde enterrar la decencia. Es que la acumulación de riqueza es incompatible con la honestidad y una vida honrada.
Y no sabemos si Steven Knight ha leído a Marx o no, pero el arco argumental del artista encaja muy bien con la crítica que hace el teórico alemán del mundo de los ricos. En “Las luchas de clases en Francia” Marx, en referencia a la “aristocracia financiera” francesa, acusa: “Especialmente en la cúspide de la sociedad burguesa es donde la hartura de las concupiscencias más malsanas y más desordenadas se desencadenaba (…) donde el oro, el lodo y la sangre se mezclan con toda naturalidad. La aristocracia financiera, en su modo de ganancias como en sus goces, no es otra cosa que la resurrección del lumpenproletariado en las cumbres de la sociedad burguesa”.
La serie además construye personajes femeninos ad hoc con la efervescencia del movimiento de mujeres (actual y de la época), y veremos a las integrantes de la familia Shelby participar de una huelga de mujeres.
Con una fotografía y dirección artística de ensueño y muy bien cuidadas, con diálogos electrizantes que sacan no pocas lágrimas, y con un soundtrack de guitarras eléctricas poderosas como PJ Harvey, Artic Monkeys, Radiohead, Queens of the Stone Age o Black Rebel Motorcycle Club, Steven Knight logra algo demasiado difícil en el mundo cinematográfico: una serie de ficción histórica que no es para nada panfletaria, sino toda una obra de arte.
Además, las buenísimas actuaciones de Cyllian Murphy, Tom Hardy y Helen McCrory –el segundo demostrando por qué es el preferido de Knight (Locke, Taboo) – son ya veneradas por todo el público internacional. La serie es emitida por BBC Two y Netflix.