El presidente mexicano intenta minimizar los problemas generados por la implementación de la reforma educativa, diciendo que éstos “son los prietitos” del arroz.
Raúl Dosta @raul_dosta
Sábado 29 de octubre de 2016
Cuando seguía alegremente el razonamiento de su frase publicitaria que dice que “las cosas buenas de su gobierno casi no se cuentan”, tuvo que admitir ante los gobernantes de Chile, Colombia, Perú y Portugal que el golpe de la reforma educativa "no ha estado exento de problemas y resistencias como ocurre con todos los cambios de fondo y de raíz ". Los cinco gobernantes participaron en el IX Foro Empresarial Iberoamericano agregado a los trabajos de la Cumbre.
Tratando de ocultar la gran lucha que dieron los maestros, apoyados por alumnos y padres de familia y diversas organizaciones sociales, tomando las calles de la capital mexicana y de las ciudades de Oaxaca, Tuxtla Gutiérrez, Morelia y Chilpancingo, prácticamente durante cuatro meses consecutivos, nos dice que sólo vemos “el negrito del arroz”. Peña Nieto asegura que la reforma va, pues el proceso de evaluación de los profesores “se ha cumplido en un 90%”, “y yo espero que esta reforma nos dé como Nación una mejor preparación y formación de las nuevas generaciones” afirmó.
También aseguró que se reforzó la infraestructura educativa en más de 35 800 escuelas con una inversión de 8 500 millones de dólares. ¿Será que creía que aún no se había levantado y se mantenía en el sueño de que sus planes funcionaban al gusto de Mexicanos Primero?
Porque todos sabemos que esos refuerzos no se han realizado, que los alumnos de una gran mayoría de las escuelas sufren carencias de mobiliario, de maestros suficientes y de salones con paredes y techos con concreto. Gran parte de ellos estudian a la intemperie, en cuartos precarios con paredes de cartón o madera y techos de lámina con goteras por doquier. Porque hemos visto que la movilización magisterial enfrentó y contuvo parcialmente los procesos de “evaluación” con los que querían desencadenar una ola de despidos y precarización de la las ya de por sí difíciles condiciones de trabajo de los maestros.
A lo mejor no se levanta pensando en “cómo jodernos”, pero en cuanto se le disipa la modorrra tiene todo el día para hacerlo, la represión del ejército y la policía federal a la población inocente y a los estudiantes y maestros, las reformas estructurales y la entrega de los energéticos al extranjero son la prueba de ello. Está atorado en la reforma educativa, aunque diga lo contrario, la resistencia del magisterio ha sido enorme y continuará en las calles: hoy enfrentando los despidos arbitrarios de los que salieron a defender la educación pública y gratuita, de donde surgirán nuevos esfuerzos para relanzar la lucha por la derogación de la nefasta reforma educativa a nivel nacional.