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Entrevista. Pérez Álvarez: “Son los trabajadores quienes pueden desafiar el poder del capital”

Conversamos con Gonzalo Pérez Álvarez, docente de la Universidad Nacional de la Patagonia. Pérez Álvarez es el autor de "Trabajadores del Aluminio. La historia de ALUAR desde una perspectiva obrera (1974-2022)". Este libro ha sido recientemente publicado por el Grupo Editor Universitario y tiene como objetivo “conocer e identificar los hitos claves de la historia de los trabajadores de ALUAR” .

Miércoles 26 de abril de 2023 10:00

Entrevistamos a Gonzalo Pérez Álvarez, Director del Instituto de Investigaciones Históricas y Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia, quien en su libro “Trabajadores del aluminio. La historia de Aluar desde una perspectiva obrera (1974-2022)” señala en la introducción que “La implantación de esta gran industria dinamizó la localidad, que desde entonces no perdió una impronta de permanente crecimiento”, y tiene como objetivo “conocer e identificar los hitos claves de la historia de los trabajadores de ALUAR”.

La Izquierda Diario: ¿Por qué decidiste investigar la historia de Aluar desde una perspectiva obrera?

Gonzalo Pérez Álvarez: En principio porque considero que se trata de un colectivo obrero, el de los trabajadores de ALUAR, escasamente trabajado, y en cambio sí se habían desarrollado investigaciones sobre la historia de la empresa, su proceso de conformación, los debates en torno a lo que fue su escandaloso origen (financiado por el Estado, dándole más del 85% de la inversión inicial a una empresa privada para instalar un monopolio productivo). Todos esos temas fueron explorados, eran un debate, bastante acallado por el peso de la empresa, pero relativamente habitual…

En cambio, nunca se había trabajado en profundidad al colectivo obrero de los trabajadores del aluminio, con una lógica que en mucha de la historiografía argentina tiende a invisibilizar al movimiento obrero y cuando se lo trabaja se lo hace concentrando la mirada en los procesos más conocidos, las huelgas que han ganado más relevancia pública. Aquellos grupos que desarrollaron grandes luchas pero que no adquirieron la visibilidad de otros, quizás justamente porque la parte privada es tan poderosa que se encargó de acallar esas protestas, llevo a que esos procesos quedaron invisibilizados.

Creo que en el caso de ALUAR eso es muy evidente, se conoce muy poco de esa historia y por eso cuando Nicolás Iñigo Carrera me propuso escribir un libro para la colección “Pasado y presente de la clase obrera en Argentina”, consideré que esta era la historia a recuperar y hacerla un poco más conocida.

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LID: En el libro describís que desde el inicio del proyecto de instalar la planta productora de alumnio en la Patagonia en los años 70 hay una vinculación entre la familia Madanes y los gobiernos, tanto democráticos cómo militares. ¿Qué tipo de relación puso en juego esta asociación?

GPA: Fundamentalmente es la relación tradicional que han tenido los grandes monopolios de capital privado con los poderes que habitualmente ocuparon las posiciones de gobierno en nuestro país.

En ese sentido la dirección de ALUAR, que básicamente es la misma de FATE (una industria tradicional de Argentina, de la familia Madanes,) mantuvo vínculos tanto con la dictadura dirigida por Onganía y luego por Lanusse, como con el gobierno de Perón, la siguiente dictadura y los gobiernos constitucionales que emergieron de ella.

Yo prefiero hablar de gobiernos constitucionales y no de democracias, porque en todo caso lo que está en debate y creo que casos como el de ALUAR lo ejemplifican, es cuánto de democráticos tuvieron estos gobiernos en términos de poder real del pueblo.

Lo que vemos es que, más allá de muchas internas interburguesas que existieron (y en el caso de ALUAR fueron evidentes, al punto que algunos jerarcas militares de la dictadura de Lanusse fueron encarcelados en la siguiente dictadura por el escándalo del financiamiento público a esta empresa).

El vínculo entre esas grandes empresas de capital privado y los gobiernos de turno, se mantuvo más allá de los cambios de signo político y se mantiene hasta el presente porque lo que muestro como una cuestión interesante en el libro, es que esa relación privilegiada de ALUAR con quienes dirigen y han dirigido el Estado argentino, sigue ejerciéndose sin fisuras y se podría afirmar que esa relación se ha fortalecido en los últimos años, concentrando aún más el poder de esta empresa sobre la economía nacional y aún más sobre la estructura social y económica de la Patagonia.

Creo que ese vínculo que le ha permitido a ALUAR apropiarse de beneficios extraordinarios sin ningún tipo de riesgo empresario, es una de las tantas cuestiones a revisar y transformar.

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LID: En el libro contas sobre los procesos de organización obrera en estos 50 años. ¿Qué experiencias te parecen importantes destacar? ¿Cuáles fueron las alianzas y formas de hegemonía que impusieron los trabajadores en estas experiencias?

GPA: Dentro de las experiencias relevadas me pareció de especial interés el complejo vínculo con las cuestiones de salubridad, y con qué aspectos de la vida cotidiana en la fábrica, y fuera de ella, eran vivenciadas como “justas” o como “injustas”, aspectos que me parecen nociones muy relevantes para estudiar la historia del movimiento obrero argentino. Porque uno solo se rebela contra lo que siente como injusto, y tiende a naturalizar lo existente, a suponer que es lo dado y que no puede modificarse.

En ese sentido las cuestiones de salubridad y todo lo vinculado al ambiente, a la contaminación que la empresa generó sobre los obreros, sus familias y la comunidad, en general son ejes que para el movimiento obrero son muy complejos de abordar, porque parte del poder disciplinador del capital es imponer todo el tiempo la urgencia del salario, de la necesidad del recurso para la supervivencia del proletariado.

Justamente por esa dinámica opresiva, la clase obrera tiende a concentrar sus reclamos en las cuestiones salariales y aquellas dimensiones más políticas que hacen a la dimensión ambiental o al rol social que debería tener una empresa de capital concentrado y monopólica como es ALUAR, tienden a acallarse y a suponer que con respecto a esos temas nada puede modificarse. Así también tienden a acallarse las demandas referidas a la salubridad obrera, al coste que esos procesos de explotación tienen sobre los cuerpos de los obreros y de sus familias.

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Yo creo que parte de lo que muestro en este libro, es cómo ese colectivo obrero fue desarrollando distintas experiencias en torno a eso, en algunos casos siendo exitosas y en la mayoría fracasando, como también es bastante lógico que le suceda al movimiento obrero.

Los fracasos del movimiento obrero son lo lógico en un sistema que se basa en el poder casi absoluto de la gran burguesía y por eso las escasas victorias son tan importantes de ser dadas a conocer y remarcar. Pero también debemos hacerlo con cada experiencia de organización, porque las derrotas suelen ser mejores productores de enseñanzas aún que las victorias, de cara a pensar cómo construir procesos más exitosos hacia el futuro.

Y ahí se ordena la otra parte de la pregunta, creo que la gran carencia que tuvieron los trabajadores de ALUAR, y que les ha pasado también a otros colectivos obreros a veces vistos como supuestamente privilegiados por distintos sectores de la clase obrera, es la dificultad para construir esas alianzas de los trabajadores y otras alianzas sociales, que les permita disputar la hegemonía con el capital concentrado.

En este caso se agrava esa dificultad, al tener que confrontar con una gran empresa que tenía y tiene, en tiempo presente y quizás hasta más que antes, la condición de ser una especie de dueña de la ciudad de Puerto Madryn y de la región, una compañía que se presenta como un padre despótico de la población que creció bajo su égida. Y eso es parte de lo que sucede en Puerto Madryn bajo el dominio de ALUAR, por eso es tan difícil también disputarle la hegemonía, construir otros discursos que pongan en cuestión el rol de esa empresa y las consecuencias que generó y genera su actividad.

LID: En el capítulo V señalas las luchas que se dieron entre 2005-2007. Nosotros (me refiero a la caracterización del PTS) a ese momento lo definimos como un momento del "sindicalismo de base" que se daba en múltiples fábricas del país. Para vos ¿está vinculado a ese proceso? ¿Qué magnitud tuvo en ALUAR?

GPA: Sí, está vinculada a esa caracterización, aunque yo no la utilizo por algunos debates más particulares. Concretamente tiene que ver por ejemplo con una lectura que yo hago de la huelga del 2007 en el caso de ALUAR, pero también lo podemos elevar a un debate más amplio, que tiene que ver con que toda base tiene su dirigencia, y que en todo caso lo que se produce en esos años es una disputa de orientaciones políticas en el movimiento obrero, disputa que se expresa en la base y también en la dirigencia.

En la huelga del 2007 se evidencia que hay una parte de la base que está tratando de construir y o de apoyar a una nueva dirigencia que se plasma en un cuerpo de delegados que disputa fuertemente con la dirección tradicional de la UOM de Puerto Madryn y Trelew, en manos de Vicente Jara, y otra parte de la base, la más conservadora, la más tradicional, que apoya todavía al dirigente sindical tradicional de la línea de Lorenzo Miguel.

Jara en un momento pierde la dirección de la huelga, de hecho el conflicto se inicia porque él pierde coyunturalmente la conducción del proceso, pero que luego termina incidiendo fuertemente en cómo se resuelve la huelga, porque esa dirigencia sigue teniendo apoyos significativos en la base.

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Entonces eso me parece importante observarlo y quizás el concepto de sindicalismo de base a veces dificulta verlo, suponiendo que hay una base absolutamente distanciada de la dirigencia, especialmente cuando esa conducción tiene una perspectiva negociadora o burocrática.

Por otro lado, sí se marcan procesos muy semejantes a lo que analiza el PTS en esa lectura del sindicalismo de base, que tiene que ver con el surgimiento de nuevas camadas del movimiento obrero que vienen cargados con las experiencias del diciembre de 2001 y de toda la acumulación de luchas y de tradiciones de los años ‘90, plasmados especialmente en esa insurrección del 2001, y que son fracciones obreras más dispuestas a dar el enfrentamiento.

Yo ahí observo un quiebre generacional muy marcado, que es parte de lo que destaco para esas huelgas… En esos conflictos en particular, además de la revisión bibliográfica, de la hemeroteca y de las entrevistas como fuentes, tuve la posibilidad, a partir de la participación política y de estar acompañando como militante, de tener una observación directa y participativa en muchas de las asambleas y piquetes obreros frente a la planta de ALUAR, y eso me permitió entender en mayor profundidad algunas de estas dinámicas.

LID: Las consecuencias del neoliberalismo sobre la clase obrera, la flexibilización laboral que continúa gobierno tras gobierno desde los ‘90 cambió la fisonomía y formas de organización de la clase obrera. Ante el contexto de crisis que atraviesa el país. ¿Qué perspectivas ves en la clase obrera para enfrentar este escenario?

GPA: Es una pelea particularmente difícil, pero a la vez el único sector social que puede dar esa pelea con alguna posibilidad de ganarla es la clase obrera. No por una cuestión sentimental o de cariño, que también lo tengo hacia el movimiento obrero, sino porque son los trabajadores (y aún más los del sector industrial, por su poder estratégico, por su fuerza, por el peso que tienen en la estructura económica) quienes pueden desafiar ese poder que por momento parece absoluto, omnímodo, del capital, que como bien decís en la pregunta, se ha profundizado desde el neoliberalismo para acá. Y lo ha hecho aumentando sus niveles de opresión sobre los cuerpos de los trabajadores.

La flexibilización es parte de eso, el aumento de la explotación es otra parte, como lo es también el incremento enorme de la productividad, o sea de lo que produce cada obrero en relación al salario que gana, y la debacle de los niveles salariales, la caída constante del poder adquisitivo del salario, entre ellos de los trabajadores de ALUAR que han visto seriamente perjudicados sus sueldos reales en los últimos años.

Creo que es el movimiento obrero el único que puede dar esa disputa y dar vuelta esta dinámica, y la tiene que dar retomando sus experiencias y tradiciones, conociendo su propia historia. Yo creo que es verdad ese axioma, que entre otros lo planteó Rodolfo Walsh, de que la clase dominante quiere que nuestra clase obrera no tenga historia porque si tiene historia, si la construye, si la conoce, adquiere también muchas más armas para dar la batalla por un futuro distinto.

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LID: ¿Querés agregar algo más?

GPA: Agradecer la posibilidad de difundir este libro, de hacerlo además en un periódico que defiende las ideas revolucionarias, que sostiene la necesidad de transformar este sistema basado en la muerte, como es el capitalismo, fundado en la explotación que unos pocos hacen del trabajo y de la vida de millones.

Difundir un libro como este, que en particular creo que lo que evidencia es cómo el poder de una gran empresa de capital concentrado se fundamenta en la explotación de los trabajadores y en la apropiación privada de los bienes generados por la sociedad como colectivo, es especialmente importante.

Y por último agradecer especialmente a esos trabajadores del aluminio, a quienes dieron su testimonio, a quienes construyeron esa historia que hoy, al menos y en una pequeña parte, queda reflejado en esta producción historiográfica que espero sea de su interés.

Para adquirir el libro contactarse con el autor o a través de la página web de la editorial. Consultar acá


Ariel Iglesias

Nació en Buenos Aires en 1969. Es docente (jubilado). Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Escribió en Ideas de Izquierda "La Educación en el país de los soviets"; "Chubut: Crónica de un triunfo popular contra la Megaminería". Escribe y edita La Izquierda Diario+ en Chubut.