Las elecciones parlamentarias del mes de enero en el Perú "fortalecen" coyunturalmente al maltrecho régimen político pero patean la crisis para adelante.
Domingo 23 de febrero de 2020
Tendencias sociales y elecciones
El nuevo parlamento está compuesto por 9 fuerzas políticas, dentro de las cuales ha llamado mucho la atención la presencia significativa de miembros del FREPAP (grupo religioso mesiánico muy conservador en materia de derechos sexuales), de Unión por el Perú UPP que lleva en sus filas a varios seguidores de Antauro Humala (hermano de Ollanta Humala, que se caracteriza por su nacionalismo populista y su xenofobia) y el triunfo arrollador en la ciudad de Lima (la más poblada del país) de Daniel Urresti quien estuvo involucrado en casos de violación de los derechos humanos durante el conflicto interno y que actualmente se caracteriza por promover medidas represivas y populistas contra la inseguridad ciudadana.
Más allá que los sectores que acabamos de señalar tengan una orientación conservadora y reaccionaria, el hecho que mucha gente -sobre todo de los sectores populares- haya vuelto los ojos hacia ellos y los hayan votado en las elecciones pasadas, nos parece que expresa ese gran descontento hacia los grandes partidos tradicionales que no ampliaron su base en esta campaña y que incluso sufrieron una fuerte caída como es el caso del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) y el PPC (Partido Popular Cristiano) -que no pasaron la valla electoral-, además del descenso electoral del fujimorismo. Esto, aunado al significativo porcentaje de personas que votaron viciado, en blanco o simplemente no fueron a votar (a pesar de la fuerte campaña del Gobierno), pone en evidencia una vez más la envergadura de la crisis orgánica que hoy se vive en el Perú y que por la desmovilización social tiene una expresión más superestructural.
Ese descontento, que en síntesis representa el cuestionamiento al régimen del 93 -sus instituciones, sus reglas de juego y sus partidos- terminó siendo capitalizado en parte por los partidos conservadores y reaccionarios, autodenominados como anti corrupción y pro familia. Hay que decir también que la "izquierda" que participó en las elecciones congresales del 26 de enero lo hizo de manera fraccionada y un sector como Juntos por el Perú (JP) de Jehude Simón, con un discurso ambiguo y muy pro establishment, llegó a hacer suyo el discurso del Gobierno de acusar de terroristas a quienes optaban por el voto viciado o blanco.
Pesó también sobre un sector de esa "izquierda" el hecho que partidos como el Partido Humanista, el Partido Socialista, el Partido Comunista o Patria Roja hayan apoyado abiertamente (incluso con ministros y funcionarios de alto nivel) a gobiernos como el de Toledo, Alan García, PPK, Vizcarra, Susana Villarán entre otros, o que sus principales referentes estén inmersos en casos de corrupción como ocurre con Yehude Simon, Goyo Santos o Vladimir Cerrón. Esta sería una de las razones que habría llevado a que Juntos por el Perú no pase la valla electoral a pesar que contaba entre sus filas con el liderazgo de Verónika Mendoza quien en las elecciones del 2016 quedó tercera con casi tres millones de votos equivalentes al 18,74 % de los votos válidos.
Por otro lado, si bien el fujimorismo descendió electoralmente, logra pasar la valla electoral y pone a 12 congresistas lo cual podría parecer contradictorio debido al papel que este sector jugó en el anterior congreso, sin embargo, esto se podría explicar a partir del reconocimiento de que en el Perú todavía existe una inclinación a votar a los partidos de discursos y prácticas asistencialistas y clientelistas que se basan en el pragmatismo, como el fujimorismo, que prometen cuestiones muy básicas y puntuales para determinadas zonas con problemas como agua, gas, pistas, etc. y trabajo para los allegados.
Nuevo congreso y gobernabilidad burguesa
Esta nueva composición del parlamento también nos lleva a reflexionar sobre cómo será el comportamiento de éste en relación al ejecutivo y como es que ello influirá en la recomposición del régimen en un año preelectoral ya que en abril del 2021 se darán las elecciones generales para elegir presidente de la República y parlamento por cinco años como lo establece la ley. Esto, seguramente llevará a que muchas de las fuerzas políticas que hoy están en el congreso vean su participación en este espacio como un trampolín para tentar la posibilidad de llegar en buenas condiciones a las elecciones del 2021. Por esa razón, en el caso de las fuerzas de derecha que comparten un proyecto estratégico con el ejecutivo como es el caso de Acción Popular, Alianza para el Progreso, Partido Morado y Podemos Perú, podrían terminar alineándose a Martín Vizcarra sobre todo en las iniciativas que tengan mayor arraigo popular, lo cual no significa un sometimiento absoluto ya que los líderes de estos partidos, al tener pretensiones electorales, buscarán desarrollar juego propio que les permita visibilidad.
El fujimorismo ya ha manifestado abiertamente su vocación de convertirse en la oposición por derecha del Gobierno, con lo cual seguramente buscarán capitalizar desde una posición reaccionaria los errores o los límites del ejecutivo. No lo tendrán tan fácil ya que ahora son mucho menos de lo que eran en el parlamento anterior, además que sus posibilidades de encontrar aliados en el congreso es menor debido al fuerte desprestigio que pesa sobre ellos y además que el presidente cuenta con un grado de popularidad importante que lo hace atractivo para las otras fuerzas de derecha que estarán en el parlamento y que, como lo vimos, buscan popularidad para el 2021.
Sobre el FREPAP lo que se tiene claro hoy es su vocación reaccionaria en materia de derechos sexuales y reproductivos, así como en derechos de las mujeres, ya que ellos son la expresión política de una organización religiosa muy conservadora y mesiánica, lo cual los pone cerca – al menos en esos temas - del fujimorismo y de los sectores xenófobos del antaurismo. Sin embargo, esto no significa que serán enemigos del Gobierno en otros temas como la reforma política o las medidas económicas.
Los antauristas, que no son todos en UPP y que tienen a su principal líder (Antauro Humala) en prisión, se enfrentan a una disyuntiva: o luchar desde el parlamento para hacer que sus planteamientos programáticos más populares como la pena de muerte para corruptos y homosexuales o la expulsión de venezolanos se viabilicen, lo cual los llevaría a aislarse de los otros grupos y a enfrentar al Gobierno, o priorizar acuerdos políticos con el ejecutivo y los otros sectores para hacer que su líder sea liberado de prisión, así tendrían la posibilidad de tener candidato propio el 2021. También existe la posibilidad, muy común en el país, de que se terminen quebrando como bancada y pierdan toda capacidad de maniobra. De la forma como resuelvan esta disyuntiva dependerá su derrotero congresal y por tanto su relación con el ejecutivo.
Los retos de la izquierda
Como ya lo dijimos, otro hecho relevante en estas elecciones fue el fracaso del Nuevo Perú de Verónika Mendoza, el cual se manifestó en la forma cómo Mendoza terminó dilapidando su caudal electoral en el frente Juntos por el Perú, el mismo que no pasó la valla electoral y no tendrá representación congresal. La causa de ello estaría relacionada a su estrategia política que pasó por sostener al Gobierno de Martín Vizcarra bajo la lógica que desde dentro se pueden alcanzar los cambios necesarios, para lo cual hicieron suya la política de desmovilización del Gobierno y se aliaron a los sectores más conciliadores y descompuestos de la izquierda peruana como el partido humanista de Yehude Simón (investigado por recibir dinero de Odebrecht y responsable de la masacre de indígenas en Bagua) o Patria Roja que es repudiado por la mayoría de docentes y la vanguardia juvenil de izquierda que los ven como los que reiterativamente traicionan los intereses populares desde la burocracia del SUTEP y la Derrama Magisterial.
Si bien el Frente Amplio de Marco Arana, que rompió con el grupo de Mendoza y con los partidos de la vieja izquierda, logró pasar la valla y pondría 12 congresistas, no deja de ser por eso un espacio reformista que a lo máximo que aspira es a humanizar el capitalismo a través de lo que ellos llaman el “buen vivir”, por eso apoyan las iniciativas de reforma política del Gobierno y sostuvieron a Vizcarra cuando este implementó mecanismos como el referéndum de noviembre del 2018 que buscaba desmovilizar al pueblo trabajador para que las contradicciones que avivaban la crisis política se terminen resolviendo en el seno de la superestructura del Estado. Su estrategia termina siendo, por tanto, pro institucional por ello, al igual que los otros grupos de la izquierda reformista, redujeron su agitación en las últimas elecciones a la lucha contra la corrupción para "limpiar el Estado" y otras demandas menores que no confrontaban a los empresarios ni al régimen, y si hablaron de la constituyente, lo hicieron para decir que ellos pelearían por una constituyente que nazca del seno de los poderes constituidos. Fue su desmarque de las otras fuerzas de la izquierda vinculadas a la podredumbre del régimen, lo que los llevó a capitalizar parte del descontento social en las elecciones pasadas, mas no un programa antimperialista, anticapitalista o socialista.
Estos hechos y la nueva composición del parlamento, donde fuerzas como el antaurismo o los religiosos del FREPAP adquieren una presencia importante, ha llevado a que se empiece a discutir cómo encarar desde la izquierda la actual situación política que se vive en Perú. Así tenemos a los que piensan aritmética y oportunistamente y creen que la solución pasa por la unidad al margen de cualquier elemento programático o estratégico. Por otro lado, tenemos a los escépticos que razonan pragmáticamente y dicen que ha llegado la hora de correrse más al centro y a la derecha para empalmar con fuerzas como el partido morado de Julio Guzmán o incluso no faltan quienes hablan de plegarse abiertamente al sector gobiernista y a su alfil presidencial que es el ex premier del Solar. Hay otros que hablan de acercarse a los antauristas a pesar de su abierta posición xenófoba, misógina y homofóbica. Y, por último, están quienes han empezado a embellecer a la secta mesiánica del FREPAP a fin de hacerla ver como un aliado natural de la izquierda por su composición social (mucha gente de base de este sector es muy humilde y realiza labores como campesinos, obreros o micro comerciantes para subsistir, lo cual contrasta con el elevado poder adquisitivo de sus líderes).
Para nosotros, los resultados electorales reflejaron palmariamente la tremenda y brutal crisis del régimen, la cual tiene que ver con el derrumbe de los partidos tradicionales como el APRA, el Partido Popular Cristiano PPC, Solidaridad Nacional o el mismo fujimorismo, así como con el bonapartismo judicial en el cual se sostiene el gobierno de Vizcarra para mantener su popularidad y su capacidad de maniobra. La aparición de fenómenos como el FREPAP o el antaurismo expresan esa inconsistencia y falta de organicidad de las clases dominantes para recomponer con sus propios actores la presente crisis, frente a la cual lo que nos queda por hacer es luchar para acabar con el régimen actual que se sostiene en la constitución de 1993, tomando como base para ello la auto organización y movilización obrera, campesina y popular para imponer así una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, la cual nos permitirá discutir desde la raíz todos los problemas estructurales que afectan al país, por ello, esta Constituyente deberá tener funciones ejecutivas y legislativas.
Aquí podremos elegir nuestros representantes en un distrito electoral único para que no puedan diluir el peso de las grandes concentraciones urbanas y empezaremos anulando todas las reformas anti laborales impuestas por Fujimori, Toledo, García, Humala, PPK y Vizcarra. En esta Asamblea Constituyente Libre y Soberana podremos batallar también por el fin de los pagos de la deuda pública, la nacionalización de los recursos naturales, la renacionalización y estatización bajo administración y control democrático de los trabajadores y el pueblo de todas las grandes empresas estratégicas del país, que los jueces y fiscales sean elegidos por elecciones universales, así mismo, que los políticos elegidos por voto popular – además de los otros funcionarios públicos - ganen el mismo salario que un trabajador calificado y si incumplen con el mandato para el cual fueron elegidos puedan ser revocados.
Creemos que esta experiencia contribuirá a que las y los trabajadores, los campesinos, los sectores humildes y desposeídos, los pueblos indígenas, comprendan que la única solución a todos los problemas es mediante un gobierno de los trabajadores de ruptura con el capitalismo, que apoyándose en los organismos de auto organización de los trabajadores y del pueblo, sobre la base de la democracia directa, avance en forma decidida confrontando el imperialismo e inicie la lucha por una sociedad sin explotados ni explotadores.