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Red Internacional
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Inflación. Petroleros de Noruega inician huelga por salario en una posición estratégica

La inflación y el aumento de precios está provocando huelgas por salario en varios países de Europa. En el caso de la huelga petrolera en Noruega que comenzó ayer, se trata de un lugar estratégico que encendió todas las alarmas de los Gobiernos europeos, que ya vienen aumentando los precios de la energía por la guerra en Ucrania.

Martes 5 de julio de 2022 13:00

Europa está comenzando a ver una oleada de huelgas por aumento de salarios en el marco de la alta inflación. Trabajadores ferroviarios, aeronáuticos, de la salud o empleados públicos y docentes han salido a las calles o comenzado huelgas en las últimas semanas.

Mientras que en estos días en Gran Bretaña están votando la posibilidad de empezar una huelga los trabajadores del correo, y también los ferroviarios, en Francia comienza este miércoles una huelga ferroviaria y en los días previos fue el turno de aeonáuticos en ese país y el Estado español, y también de los petroleros de la empresa Total.

Este martes se sumaron a esta ola de huelgas los trabajadores de la industria del petróleo y el gas de Noruega, comenzando una paralización en plataformas del Mar del Norte para exigir un aumento de salarios que puede tener repercusión en toda la región empujando aún más hacia arriba los precios del combustible y la energía, que ya han aumentado en valores récord por la guerra en Ucrania.

Los trabajadores que responden al sindicato Lederne exigen un aumento que compense la escalada de la inflación.

Equinor, la compañía estatal noruega de petróleo, ha comenzado el cierre de los campos de Gudrun, Oseberg South y Oseberg East, situados en el mar del Norte, y en las próximas horas se espera que se haga lo propio con los campos de Kristin, Heidrun, Aasta Hansteen y Tyrihans.

El paro podría provocar una reducción de 89.000 barriles equivalentes de petróleo (BEP) este martes, de los cuales 27.500 son de gas, mientras que el miércoles el recorte se elevaría a 292.000 BEP, lo que representa el 13 % de la producción total del país nórdico.

El pasado jueves, los miembros del sindicato Lederne votaron en contra de un acuerdo salarial que había sido negociado por las empresas y los principales sindicatos del sector que era menor a la reclamada por los trabajadores.

Si bien Lederne es un sindicato más pequeño dentro de los que organizan a los petroleros, la posición estratégica que ocupan un centanar de trabajadores de este sindicato encendió todas las alarmas en Europa.

Estos trabajadores tienen la capacidad de llegar a reducir las exportaciones de gas de Noruega en un 56%, cuando este país es el segundo mayor proveedor de energía de Europa después de Rusia, y han aumentado aun más su demanda ante la situación del gasoducto ruso Nord Stream 1 que cerrará a partir del 11 de julio durante 10 días.

El diario británico del establishment económico Financial Times lo expresaba con este nivel de desesperación "Equinor de Noruega está cerrando temporalmente tres yacimientos de petróleo y gas después de que los trabajadores se declararan en huelga, intensificando los problemas regionales de suministro y empujando los precios europeos del gas a un máximo de cuatro meses".

Esta situación de huelgas en posiciones estratégicas se repite en varios países, con imágenes de ciudades paralizadas por el paro de trenes y subterraneos en Gran Bretaña o aeropuertos colapsados por la huelga de aeronauticos en España o Francia.

Desde hace meses un muchos países se escucha la demanda "todo sube menos los salarios", y a pesar de que las principales direcciones sindicales han estado evitando hacer convocatorias conjuntas o llamar a una huelga general ante el dererioro evidente de los salarios, en la mayoría de los casos la presión viene desde abajo y les ha resultado cada vez más dificil frenarla. Tras una semana intensa de acciones locales las direcciones sindicales de los trabajadores ferroviarios en Francia se vieron obligados a convocar a una huelga unificada del sector para este miércoles. Un triunfo en sus reivindicaciones podría alentar a otros sectores a salir a pelear y a presionar sobre los sindicatos para obligarlos a romper la pasividad y las acciones aisladas que hasta ahora han venido debilitando al movimiento.