El petróleo es el producto más importante de nuestra civilización industrial. Su agotamiento abre la perspectiva de un retroceso civilizatorio que pondrá fin a la sociedad tal como la conocemos.
Domingo 5 de marzo de 2017 08:00
El pico del petróleo o Peak Oil, ese momento en que llegamos al pico de producción global de petróleo, viene dando que hablar desde los años 70. No es para menos, el petróleo es el producto más importante de nuestra civilización industrial por ser la fuente de energía que más se consume, por permitirnos las maravillas del transporte moderno, las calles asfaltadas, los plásticos fundamentales para hacer osos de peluche y muchos de los agroquímicos que cual ducha caen sobre los artificialmente fertilizados campos.
Pero entre quienes hablan del tema y le dan difusión hay algunos que consideran que el Peak Oil es el momento más importante que viviremos, más importante que el cambio climático o la sexta extinción masiva de especies. Son los picoleros. Derivada de la palabra inglesa peakoiler, en este grupo encontramos desde geólogos, ingenieros, matemáticos, economistas hasta gente de a pie (o que afirma que el futuro es de a pie).
Podemos entender por qué esta tribu intelectual nació en EEUU: ese país llegó a su Peak Oil en 1970, mientras todos los demás países seguían acrecentando su producción y en muchos casos sus reservas. EEUU era en esa época el mayor productor de petróleo. Usaban autos enormes y el turismo aumentaba día a día. Este pico preanunciado por Hubbert en los años 50 modificó la geopolítica, y un puñado de países de Medio Oriente se convirtieron en actores claves desde una organización no comprometida del todo con la URSS ni con EEUU: la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) que en 1973 y 1979 pudieron “extorsionar” a las potencias industrializadas y subir los precios. En esos momentos la población global no sólo empezó a discutir el tema, sino que por ejemplo en Argentina empezaron a dejar de lado los autos estilo “americanos” por los de estilo europeo. A su vez, cada país empezó a buscar alternativas al ahora rebautizado “oro negro”.
En 1979 se estrena Mad Max, donde la falta de petróleo era parte fundamental del escenario postapocalíptico. Una película australiana de bajo presupuesto, hecha en algunos meses, fue un éxito mundial que no por casualidad volvió ahora con su cuarta saga. Aun hoy algunos picoleros son tratados de madmaxistas. Creen que el futuro post Peak será una lucha de todos contra todos en tribus con una especie de señores de la guerra comandando la barbarie.
Pero desde los 80, tejiendo alianzas, “controlando” Arabia Saudita, convirtiendo Medio Oriente en Miedo Oriente y aumentando la producción en el resto del mundo, el suministro de petróleo volvió a precios bajaos y así, de la mano del neoliberalismo el flujo de petróleo en constante crecimiento global permitió olvidarnos del famoso Peak Oil hasta el 2005.
En ese año pasa lo que tenía que pasar: el petróleo convencional, el barato, llega a un tope que no se puede superar. Los 70 millones de barriles de por día (b/d) no sólo dejan de aumentar sino que a la vez se van haciendo más costosos de extraer. Cada año a partir de ahí el costo de extracción empezaría a subir en dólares mientras que la cantidad extraída no aumenta. Este encarecimiento se traspasa a los consumidores. Pasando de un barril de 20-30 dólares al comenzar el siglo a 127 dólares en 2008. Este estancamiento de la producción y su encarecimiento fue la base del Crash Global mucho más que la explosión de la burbuja de las hipotecas en EEUU. Es lógico que con estos hechos renazca el debate sobre el pico del petróleo y también un nuevo grupo de picoleros. Se organizan conferencias, se financian investigaciones, se escriben libros, filman documentales y el Peak Oil se vuelve popular. Aparecen páginas web específicas del tema, literatura de ciencia ficción post petróleo y el debate también se traduce al castellano.
De allí en adelante el debate no se detiene. Si bien los petróleos extrapesados, el fracking, la posibilidad de extraer en aguas profundas a costos aceptables permitieron que después de 2008 la producción siga acrecentándose hasta 2015, lo cierto es que hablamos de otros costos y con otra TRE. La TRE es la primera palabra con que se encuentran los novatos en el tema. La Tasa de Retorno Energético no es otra cosa que la relación entre la energía que se extrae de un pozo de petróleo y la cantidad de energía que se gasta para extraer esos barriles. El cálculo de la TRE global es casi imposible por falta de datos, pero a vuelo de pájaro, antes se necesitaba un barril de petróleo para sacar 100 barriles. Ahora con ese barril sacamos menos de 20 y en el caso de los no convencionales bastante menos. Así que si queremos saber la TRE de cada año y así definir cuál fue el año en el que más petróleo quedó para usar en las distintas actividades de la sociedad, no tenemos más que algunas investigaciones parciales en diferentes zonas pero nada concluyente. Así y todo, algunos autores como Antonio Turiel se animan y nos dicen que, teniendo en cuenta la TRE, el pico del petróleo fue en 2010, mientras que la mayoría de autores descarta la TRE y así, utilizando los datos de la British Petroleum, la International Energy Agency, la Energy Information Agency o la OPEP, por ahora, el pico del petróleo fue en 2015.
Gracias al blog de Turiel, The Oil Crash, o de sitios como Crisis Energética, se empieza a promover una generación de picoleros de habla hispana. Que sea en España y no en Latinoamérica seguramente tiene varias explicaciones pero una fundamental es que Europa (y España en particular), no ha podido ni podrá salir de la crisis porque cada año depende más y más de la importación de energía, mientras que nuestra región ha tenido excedentes para la exportación. Esto ha permitido que la crisis en este ámbito no se sienta de lleno hasta 2014 con la caída del precio del petróleo.
El pico del petróleo en Latinoamérica fue en 2006 pero de ahí en adelante el precio subió en dólares, por tanto ganábamos más exportando menos. A la vez, el boom de los commodities en general nos obligó a un mayor consumo propio, llegando a un punto crítico donde países como Argentina pasaron de ser exportadores a importadores, mientras que otros como México venden cada vez menos crudo a EEUU, y cada vez importan más petróleo procesado (principalmente combustible) del país del norte. Desde 2014, primero con la caída del precio, luego con la caída en la inversión en el sector, los medios se hicieron eco en varios países del problema del petróleo. Ayudó la corrupción en Petrobras y la crisis política venezolana para acercar el tema a otros ámbitos. Dándose una vuelta por el Foro Crashoil o en grupos específicos por las redes sociales (buscando por ejemplo “Pico de petróleo en...” en Facebook) puede verse el interés, aunque para conocer estadísticas, geopolítica y filosofía sobre el tema seguimos revisando a autores españoles o tratando de leer en inglés algunos portales como Peakoil.com, Resilience.org o a especialistas como Ron Patterson, Gail Tverberg, Richard Heinberg, Euan Mearns o Ugo Bardi quienes desde sus blogs o páginas siguen periódicamente el asunto del Peak Oil [1].
Una cosa interesante del pico del petróleo es que, a diferencia del cambio climático, se puede predecir y prever algunas cosas del futuro y por tanto actuar en consecuencia. En esta visión de futuro hay variables que se prestan a debate como el tipo de declive que tendremos: en forma de transición (con aporte más o menos sostenido de otras energías) o en forma de colapso (más o menos abrupto). Si bien a mediano o largo plazo casi todos coinciden en un colapso de la sociedad industrial, las fechas en que volveremos a estadios energéticos del siglo XIX y haya un desplome demográfico importante sigue siendo una gran incógnita.
Otro problema es la dificultad de integrar en un análisis pico del petróleo, sistema financiero, cambio climático, extinción masiva de especies y geopolítica. La perspectiva sistémica hace que cualquier predicción lineal falle incluso a corto plazo. Sin embargo esto trajo una interesante camada de escritores de ciencia ficción que pueden darnos pistas sobre como imaginar ese futuro: John Michael Greer, Paolo Bacigalupi, Kunstler o, en castellano, el mismo Turiel y otros narradores de cuentos que se agrupan en la Revista 15/15\15 [2]. El cine se abrió también a este género con algunas interesantes propuestas, especialmente de docuficción futurista (Earth 2100, La era de la estupidez, Collapse), animaciones (No hay mañana), comedias como Doomsdays o colarse en la saga de El planeta de los simios (Confrontación, 2014).
Para leer a algunos picoleros latinoamericanos el blog The Oil Crash publica a autores como Parroquiano quien puede darnos una perspectiva filosófica del tema, PeakOilerVzla sobre la cuestión venezolana, y a otros que además tienen sus propios lugares de difusión como Aníbal Hernández de Peak Oil Colombia o Erasmo Calzadilla de Havana Times.
Al abordar el pico del petróleo nos encontramos con diferentes alternativas políticas. En general, los términos transición, decrecimiento sostenible, resiliencia y adaptación son las formas de ocuparnos de manera organizada frente a las salidas individualistas (o elitistas) como plantean los denominados preppers (preparacionistas) que, comprando terrenos fértiles, islas o armándose en bunkers intentan mantener su capital (o su vida) ante la posible horda de desempleados, inmigrantes o hambrientos que imaginan, con justa razón, serán producto del desmoronamiento de la compleja y monstruosa sociedad industrial.
Dar una opinión sobre si el pico del petróleo es más o menos importante que el cambio climático, la nueva ola de gobiernos de ultraderecha, la pirámide ponzi del sistema financiero o la contaminación global con la pérdida de biodiversidad, implica un ejercicio imposible por la incapacidad de modelizar todo esto. Esto no anula que algunos dediquen sus esfuerzos en difundir y discutir más una problemática que otra. También es interesante leer a varios de los investigadores y divulgadores que tratan de unir todo este rompecabezas para que la sociedad capte qué políticas son más pertinentes para el mundo que viene, que seguramente será muy diferente al que nuestros abuelos, padres y nosotros en la infancia estuvimos habitando (el mundo del crecimiento económico exponencial).
Para finalizar, el pico del petróleo no es un asunto de izquierdas o derechas, sin embargo dadas las necesidades del poder económico y los gobiernos de generar expectativas al alza para endeudarse, aumentar la inversión, subir acciones, etc., es evidente que su difusión no es conveniente para los sectores de la derecha liberal o el progresismo desarrollista. Parte de la poca difusión viene por estos lados, pero tampoco es que desde la izquierda se proclame que “con nuestra victoria sabremos hacernos cargo del declive energético irreversible”, porque suponen con cierta razón que muchos prefieren votar el camino al paraíso aunque no le presenten argumentos que lo demuestren. (Aún las religiones existen y la política no está exenta de la Fé en el progreso perpetuo).
[1] Traducciones de estos autores se pueden encontrar en el Foro Crash Oil
[2] Manuel Casal Lodeiro, Max Rokata, Carlos Vergara o las historietas de Miguel Brieva.