La mañana de este lunes Piñera asistió a la Comisión de Sistema Político del Consejo Constitucional, donde por extendidas horas intervino con total libertad sobre el rumbo del país. El exmandatario buscó presionar al gobierno y darle consejos, sobre todo a la derecha, sobre como llevar adelante el proceso.
Martes 25 de julio de 2023

Desde la semana pasada había sido anunciada la visita de Piñera al consejo constitucional. Esta se dio finalmente el día de ayer, lunes 24 de julio, donde el exmandatario fue recibido por la Comisión de Sistema Político y bienvenido por la presidenta del consejo, la republicana Beatriz Hevia, a quién Piñera saludó "con mucho cariño" literalmente.
La situación no es aberrante solo por el hecho de tener ahí al ex presidente que le declaró la guerra al pueblo, dando impunemente consejos sobre como cambiar la constitución. El exmandatario, en lugar de estar preso por su responsabilidad en la represión de la rebelión, estaba ahí, sentado tranquilamente en la Comisión de Sistema Político del Consejo Constitucional y hablando por más de dos horas sobre el destino del país.
Como si fuera poco, tuvo el descaro de decir "no me arrepiento" de haber optado por el diálogo, por la "vía institucional", mientras en las calles sumaba, de a cientos, a manifestantes con trauma ocular, decenas de asesinatos y violaciones a los derechos humanos sistemáticamente. Para rematar, dijo: "si hubiéramos optado por el camino a la fuerza, por el Estado de Sitio" entonces "habría sido un camino extraordinariamente doloroso para nuestro país". Como si no hubiera ocurrido nada.
¿Pero a qué fue Piñera? Por una parte a dar su opinión. Respecto a la propuesta elaborada por los denominados expertos (que nadie eligió democráticamente), mostró acuerdo en algunos aspectos antidemocráticos, como mantener el parlamento bicameral y las nuevas trabas para nuevos partidos políticos e independientes.
En cuanto al contenido de la constitución, también apuntó a algunos puntos programáticos y valóricos como el "derecho a la vida" (prohibición de derechos de las mujeres como el aborto), el "derecho a la propiedad" (en realidad defendiendo la propiedad de las grandes fuentes de trabajo en manos privadas) o la "libertad de elección" (fomento a los derechos sociales privatizados, como salud, educación y pensiones).
Sin embargo, Piñera llegó con la intención de mover el timón del consejo, buscando por una parte advertir al Partido Republicano que baje un poco los humos frente a las recientes polémicas por sus enmiendas (que proponían por ejemplo liberar a los genocidas presos en Punta Peuco), que no deben hacer de la constitución un programa de gobierno.
Por otra parte aprovechó la instancia para lanzar dardos al gobierno, hablando como si fuera intachable, de que él también fue presidente y que por su experiencia tenía que hacerle caso y destituir al ministro Jackson, ya que esta destitución sería un "interés de todos los chilenos". Esto luego de que la UDI dijera que no dialogaría con el gobierno sobre la reforma de pensiones si no destituían a Jackson.
Primero la derecha pone las condiciones y luego llaman a la unidad, diciendo que esa unidad solo se puede lograr si es que destituyen a Jackson. Al gobierno aún no le ha convenido esa destitución, pero sabemos que tampoco le cuesta mucho darle en el gusto a la derecha o andar pidiéndoles perdón.
Al final del día, Piñera ya había ido a orientar a la derecha en la Comisión de Sistema Político del órgano constituyente y había chantajeado al gobierno, durante dos horas, recibido con un abrazo, como "Pedro por su casa".