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Red Internacional
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Venezuela. Piñera siembra el terreno para un golpe de estado en Venezuela

Los presidentes de Chile, Paraguay y Colombia han respondido al llamado de Guaidó y de Trump para congregarse en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela en la cual se encuentran concentrando la llamada “ayuda humanitaria”. Desde el gobierno ruso denunciaron a la operación de tratarse de una fachada para enviar armas estadounidenses a la oposición venezolana.

Sábado 23 de febrero de 2019

El peregrinaje de la derecha

"Todos sabemos que el gobierno de Maduro no es un gobierno democrático, que no respeta las reglas básicas de la democracia, que no hay libertad de expresión ni de conciencia, no hay independendecia de poderes, no hay respeto a los derechos humanos". Estas fueron las declaraciones de Piñera al reunirse con su par colombiano Iván Duque, manteniendo el cínico discurso que la derecha a nivel internacional ha articulado para sacar provecho de la catástrofe en Venezuela.

Y es que dichas declaraciones y dicho viaje no llegan de la nada, sino que se enmarcan dentro de una línea política trazada por el gobierno de los EE.UU. que el grupo Lima ha seguido al pie de la letra.

Se trata por un lado de un hito en el que la derecha puede mostrarse como una derecha democrática y esconder bajo el tapete sus crisis internas, además de seguir la política establecida por Trump para blindar mediáticamente Cúcuta y armarse de una punta de avanzada para penetrar en Venezuela.

Las denuncias de Rusia

Es en este sentido que desde el gobierno ruso, aliado petrolero de Maduro, afirmaron que: “Hay información acerca de que empresas estadounidenses y sus aliados de la OTAN trabajan en la cuestión de la compra de grandes lotes de armas y munición en un país de Europa del Este para transferirlos seguidamente a las fuerzas opositoras de Venezuela”, afirmó la portavoz de Exteriores, María Zajárova.

Según Rusia, entre la “ayuda humanitaria” se encontrarían ametralladoras pesadas, lanzagranadas automáticas, sistemas de defensa aérea portátiles (MAPNADS) y varios tipos de artillería como posibles suministros. Todo esto como un obsequio por parte de la Casa Blanca a la oposición venezolana. Añadiendo que se encontrarían: “fuerzas especiales y equipamiento (militar) cerca de la frontera venezolana (…) bajo el pretexto del envío de ayuda humanitaria”.

Lo que está de fondo

Sin embargo, lo que está a la base no es la disputa heroica por la defensa de la democracia como lo ha intentado hacer ver la derecha a nivel internacional. A Trump y al Grupo Lima no les importa en lo más mínimo el autoritarismo o la miseria. Es más, si el mismo gobierno de Maduro fuera un aliado económico –teniendo en cuenta la plena guerra comercial- para EE.UU. ninguna de estas medidas se estaría llevando adelante, incluso el nombre de Guaidó no hubiera sonado jamás en la prensa internacional.

Es así que la penetración imperialista lo que busca es hacerse del territorio de Venezuela, el cual cuenta con las principales reservas de petróleo crudo certificadas a nivel mundial y que a la vez destina un 20 % de sus ventas totales a los Estados Unidos, en donde de cada 100 dólares que entran al país, 93 provienen de las exportaciones de este producto.

Es así que la tropa de Guaidó lo que defiende en última instancia es perpetrar la visión imperialista de EE.UU. de América Latina como su patio trasero, depositando toda la “soberanía” en las decisiones que tome Washington.

Sin embargo, Maduro tampoco se aleja de esta situación. Podría establecerse un símil con Rusia y China. En donde la política económica tanto del chavismo como del madurismo no ha sido diversificar sus productos para evitar una crisis cuando el precio del barril de petróleo cayera por los suelos –como pasó-, sino que mantener esta subordinación a las potencias mundiales.

Es así que lo que se encuentra planteado por Trump es una perforación a tajo abierto de Venezuela, para hacerse de la industria petrolera, utilizando la crisis social a su beneficio.

Sin embargo, el pueblo trabajador venezolano puede dar una salida independiente al imperialismo yanqui y al gobierno de hambre de Maduro, luchando por un plan obrero de emergencia, que contemple el no al pago de la fraudulenta deuda externa y repatriación obligada de capitales; no a las empresas mixtas, petróleo 100% estatal bajo control de sus trabajadores y técnicos, confiscación de los bienes de quienes saquearon al país, para disponer de esos recursos para las necesidades urgentes del pueblo y del país; respeto íntegro a los contratos colectivos y un salario igual a la canasta básica indexado según la inflación, combinado con un verdadero control de los precios ejercido directamente por los trabajadores y las comunidades, con delegados electos por las bases democráticamente en los lugares de trabajo y las comunidades, que pongan más de conjunto la producción y la distribución bajo el control verdadero del pueblo, sin burócratas del gobierno ni militares: reincorporación de todos los despedidos; rechazo a los despidos tanto en el sector público como en el privado, ocupación y producción bajo control obrero –sin militares ni el gobierno– de toda empresa que despida o amenace cerrar; libertad para los trabajadores presos por luchar y anulación de los juicios a trabajadores, campesinos y todos los enjuiciados por protestar.

Venezuela debe ser gobernada por los trabajadores y dar pie a una profunda reorganización anticapitalista que dé satisfacción a las apremiantes necesidades populares.