Al plantear su visión sobre las drogas mostró la mirada prejuiciosa y simplista con la que el Gobierno opina sobre el consumo de marihuana.
Lunes 28 de agosto de 2017 13:30
El subsecretario de Juventud de la Nación y presidente de la Juventud partició del programa Podemos Hablar de Telefé. Consultado sobre el tema, Robledo dijo: “Una cosa es el fin recreativo donde un pibe o piba que tiene una condición de clase media, que tiene un laburo, la posibilidad de ir a la escuela o a la facultad y otra cosa es lo que pasa en barrios de extrema vulnerabilidad”.
Fomentando el prejuicio de que el consumo conflictivo de drogas se da sólo entre los pobres, descarta además la posibilidad de un uso recreativo entre aquellos a los que su Gobierno margina.
Negandoles también la posibilidad de tener “proyecto de vida”, Robledo parece no saber que aquellos que pueblan las villas son los que hacen funcionar la maquinaria del empleo precario. Los consumidores de marihuana que parece imaginar Robledo serían parias sociales carentes de motivación, salvo claro está, que sean universitarios.
Es una realidad que el problema del narcotráfico, ligado íntimamente al poder político y policial, hace sus estragos en las barriadas pobres y se lleva las ganancias al Nordelta. Pero la posición de Robledo lejos está de atacar esos intereses, fortaleciendo una mirada represiva que en el mejor de los casos trata a los consumidores de drogas, como enfermos mentales.
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Las medidas represivas del gobierno sólo fortalecen a las mafias policiales quienes refuerzan su control del mercado negro, mientras persiguen a quienes no trabajen para ellos. Según la Correpi matan a un pibe cada 24 horas por gatillo fácil, no se refiere a todos los problemas materiales que tienen los pibes en las barriadas.
Perseguir al consumidor cierra la posibilidad a una política sanitaria de reducción de daños, y el moralismo con el que están cargadas las terapias de rehabilitación es tan atroz que fomenta la patologización de aquellos que tienen un problema de adicción.