El Gobierno se encamina para administrar las debilidades económicas. Cambiemos se juega a llegar a 2019 sin turbulencias. Contradicciones y el plan estratégico de atacar a los trabajadores.
Mónica Arancibia @monidi12
Miércoles 28 de marzo de 2018
“¿Por qué repetimos la mala onda si los datos muestran otra cosa?” se preguntó el ministro de Producción, “Pancho” Cabrera sobre el estado de la economía en una columna publicada el domingo en el diario Clarín.
Los esfuerzos del Gobierno en mostrar una economía dinámica fracasan. Hasta el ministro de Hacienda, Dujovne, tuvo un sábado incómodo en la mesa de Mirtha Legrand cuando le dijo “usted pinta un panorama maravilloso que no es la realidad”. Invitados como Eduardo Feinmann que no se destacan por ser opositores pusieron en aprietos al titular del Palacio de Hacienda.
A Cabrera habría que decirle que, no se trata de “mala onda”, sino que los desequilibrios persisten. La economía no enamora ni a los Feinmann, los ortodoxos piden mayores ataques, pero Cambiemos busca continuar el sendero “gradualista” para obtener la reelección en 2019.
Recalcular en modo “gradual”
Los resultados electorales de octubre incentivaron al Gobierno en avanzar en su “reformismo permanente”, las reformas jubilatoria, laboral y tributaria estaban en borradores a la espera de ser aprobadas. Para Cambiemos era el momento justo para avanzar en sus ataques. Pero los cálculos oficiales fallaron, la aprobación de la reforma previsional abrió una crisis política, la imagen de Macri cayó y el “hit del verano” se extendió en subtes, recitales y partidos de fútbol. La euforia electoral se disipó rápido.
El “reformismo permanente” fue abortado y el Gobierno tuvo que volver al “gradualismo”. La reforma laboral fue postergada y en el mejor de los casos avanzarán en algunas partes, como el blanqueo laboral, pero lejos de la gran reforma esperada por las patronales.
A comienzos de marzo los principales dirigentes del PRO se reunieron y definieron intentar la reelección de Macri, Vidal y Larreta. El “plan perdurar” está en marcha, llegar a 2019 administrando la debilidad de la economía con sus desequilibrios con el fin de lograr su plan estratégico, continuar en el Gobierno y avanzar en la relación de fuerzas, un ataque más profundo de las condiciones de vida de los trabajadores. Aunque el Gobierno desistió por el momento de los ataques generalizados, hay ataques parciales como los despidos de los empleados públicos.
Los problemas económicos que se acumulan
La semana pasada el Indec dio a conocer datos del crecimiento económico de 2017, el Producto Bruto Interno (PBI) subió un 2,9 %, pero fue un porcentaje similar al de 2015 cuando creció 2,7 %. Vale aclarar que el crecimiento del año pasado sólo permitió recuperar el derrumbe de 2016.
Por su parte, para este año las consultoras recalcularon a la baja su proyección porque la sequía va frenar el crecimiento.
La Bolsa de Comercio de Rosario calculó que las pérdidas sólo por la menor producción de soja y maíz alcanzan a 4.600 millones de dólares, un monto que representa un 0,7 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de este año.
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora cada mes el Banco Central confirmó un deterioro de las proyecciones que hacen para este año los analistas económicos, el crecimiento esperado es de 2,7 %, en vez del 3 % que estimaban el mes anterior.
La sequía también reducirá las exportaciones, una mala noticia para una balanza comercial que ya lleva en rojo catorce meses consecutivos. La semana pasada el Indec informó que el déficit comercial de febrero trepó a 903 millones de dólares, superior a los 217 millones de dólares del mismo mes del año anterior.
El déficit fiscal es otro de los problemas de Cambiemos. El déficit primario (antes de computar el pago de intereses de la deuda) del primer bimestre del año fue de $ 16.299 millones, un 29,6 % menor con respecto al mismo período del año pasado. Pero al observar el déficit financiero (incorpora al déficit primario el pago de intereses de deuda pública) en el primer bimestre del año aumentó 50,8 % con respecto al mismo bimestre de 2017, de $ 35.556 millones en 2017 a $ 53.627 millones en 2018, creció más que la inflación por la suba de los vencimientos de la deuda.
En resumen, los tarifazos para reducir el gasto y el gran regalo del blanqueo a los especuladores para aumentar las arcas del Estado se dilapida con los intereses de la deuda.
Inflación y el ancla salarial para combatirla
La inflación es otro factor con escaso control por parte del Gobierno. El Índice de precios al consumidor en febrero fue del 2,4 %, según el Indec. La presión de los tarifazos de los servicios públicos, el transporte y los alimentos promovieron el alza. El Gobierno dejó correr el dólar, que impactó en los precios. Desde marzo el Banco Central vende millones semana a semana para evitar que siga en ascenso y recalentar la discusión de paritarias.
La meta del 15 % de inflación ya parece un chiste de mal gusto. La sequía que afectará en los precios de los alimentos y las próximas subas de tarifas del gas, agua en abril y el transporte público en abril-junio anticipan una inflación elevada. En marzo se espera ronde el 2 %.
Según REM, la inflación proyectada para 2018 es del 19,9 % a nivel general y del 17,1 % en la núcleo. La encuesta de Expectativas Macroeconómicas de El Cronista estimó una inflación esperada del 21 % para este año.
El ministro Dujovne, en su visita en España, confesó "tenemos muy pocas herramientas, pero una voluntad de hierro para derrotar a la inflación". Las recetas ortodoxas de tasas altas del “señor frío” Sturzenegger para contener la inflación naufragaron, el Banco Central está interviniendo para que mantener el dólar, y la única estrategia que está utilizando el Gobierno es atar los salarios cerrando paritarias por debajo de la inflación. Una “voluntad de hierro” que están cumpliendo gracias a la colaboración de la burocracia sindical.
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El mito que el aumento de salarios provoca inflación es viejo, ya fue respondido por Marx hace muchos años, también el kirchnerismo supo utilizar este argumento contra los trabajadores. El poder adquisitivo de los salarios cayó en 2016 y la recuperación del 2017 no alcanzó para que llegue a los niveles del 2015.
Las peleas por las paritarias es una pulseada con el Gobierno donde los trabajadores luchan por recuperar el poder adquisitivo y no seguir perdiendo por la inflación.
Endeudamiento y tensiones mundiales
El análisis del panorama puede parecer catastrófico por los desequilibrios económicos, pero el Gobierno puede mantener en “piloto automático” la economía para poder “perdurar” gracias al acceso del endeudamiento. Así, desde su asunción Cambiemos utilizó este recurso para “dosificar” el ajuste, el crecimiento de la deuda fue exponencial en los últimos años.
La deuda externa total cerró en 2017 en 232.952 millones de dólares, una suba de 28,5 % respecto a 2016, según datos del Indec. La fuga de capitales también escaló, en 2017 y sumó 22.148 millones de dólares.
El exsecretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, advirtió sobre el endeudamiento, “ahora no tenemos viento de cola, tenemos que ser más prudentes con el endeudamiento y eso no lo estoy viendo. Hay que evitar una situación como la de 2001, se va gestando hasta que brota. Yo lo que estoy dándome cuenta que estamos dando pasos que van en ese sentido”.
No estamos en las puertas de un 2001, pero lo que destaca el economista es la gran dependencia del endeudamiento y que no estamos en un contexto mundial de “viento de cola”, sino al contrario la economía mundial no se recupera aún de la crisis del 2008 y hay que añadir a los problemas mundiales, personajes como Trump liderando EE.UU. que agregan mayor incertidumbre e inestabilidad. Los anuncios cruzados entre China y el país del norte por los aranceles y los temores por una “guerra comercial” desplomaron las bolsas mundiales la semana pasada.
Marina Dal Poggetto en una columna publicada en el diario Clarín advirtió que además del problema de la sequía, Argentina enfrenta otra sequía. Hace referencia a que el mundo va hacia una menor liquidez que puso en pausa las colocaciones. Esto no implica un cierre de los mercados, pero sí una suba del costo financiero de la deuda.
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Mientras el endeudamiento para Cambiemos continúe, y no haya grandes cimbronazos de la economía internacional, el Gobierno podrá seguir administrando la debilidad. Un crecimiento anémico, pero sin catástrofes que colaborará para que el “plan perdurar” hasta las elecciones del Gobierno de Ceo sea viable. Pero mientras va agrandando los desequilibrios y la economía queda vulnerable a los cambios de la situación mundial.
La disposición a luchar de importantes sectores de trabajadores ante los despidos y los ataques pueden frustrar los planes de Macri.
Mónica Arancibia
Nacida en Bs. As. en 1984. Es economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Coedita la sección de Economía de La Izquierda Diario.