Hace más de una década que en Antofagasta no se construyen establecimientos educativos, una deuda que encendió la alarma en marzo de este año, cuando cientos de estudiantes en la región de Antofagasta no tenían matrículas. En la ciudad de Antofagasta la cifra rondaba los 500 niños, niñas y adolescentes afectados.

Galia Aguilera Profesora, y dirigenta del Partido de Trabajadores Revolucionarios
Domingo 16 de junio de 2024

Las autoridades comunales y regionales implementan su “brillante” plan de emergencia, que tiene una traducción en romper con normas que controlan el hacinamiento en las salas de clases, la instalación de salas modulares y la eliminación de la jornada escolar completa. Este plan fue inaugurado en el ISCA, institución que absorbió 300 matrículas de primeros medios implementando una jornada tarde para estos estudiantes
Este plan no logra tapar la profunda y grave crisis de la educación pública, es más lo pone en evidencia. La realidad no puede omitir que la Alcaldía de Jonathan Velásquez disminuyó 2 mil millones de pesos en educación; tampoco puede omitir que no se destinó más recursos para realizar mantenciones, contratar más especialistas y docentes, y que la precarización aumenta.
Un caso ejemplificador es lo ocurrido en la jornada escolar de la tarde en el ISCA. Se abrieron 11 primeros medios que comenzaron sus clases la primera semana de mayo, estudiantes que por variados motivos quedaron sin matrículas, cambio de ciudad, no ser seleccionado en su liceo de preferencia, desinformación respecto a participación de liceos subvencionados, etc. En una edad de cambios, con una preadolecencia marcada por las consecuencias del encierro en pandemia y otros problemas sociales, los jóvenes se ven más fragmentados en las salas de clases, y los pasos de sociabilidad con quienes comparten una parte importante de vida tiene un gran valor.
Sin importar aquello, a un mes de esta adaptación la labor administrativa y nada pedagógica de la CMDS decide desarmar 2 cursos y repartir estos estudiantes en distintos cursos para conformar salas de clases con 35 estudiantes. En vez de aprovechar cursos de 25 a 30 estudiantes para más tiempo para los estudiantes, se llevó a cabo esta medida burocrática para ordenar en el papeleo la educación de los jóvenes.
A la fecha aún no se conforma un cuerpo de asistentes de la educación, el programa PIE se complementa de manera tardía y está contra reloj para que las y los jóvenes accedan al apoyo pedagógico que necesitan. Los departamentos de convivencia, social y apoyo clínico no han sido fortalecidos con mayor personal. Es una realidad que se combate con la buena voluntad y sobrecarga de los especialistas y funcionarios. Se despidió a un docente, y el resto de los docentes firmamos un contrato de un mes, algo inédito para el sector.
Una historia sin fin, donde promesas, mesas de trabajo o negociación de gremios ha sido insuficiente o fracasada. La salida no parece venir de arriba, sino de la organización unificada de trabajadores de la educación, apoderados y estudiantes, que instale, luche y se organice por un programa común, que logre arrancarle al Estado el financiamiento directo de la educación pública, que las propias comunidades no sólo elijan a sus directores sino también administren los recursos. Para muchos es utopía, pero el fracaso de este sistema está a la vista, y es una utopía creer que con las mismas recetas de décadas se saldrá de la crisis.