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Red Internacional
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Irracionalidad capitalista. Plata para el calentamiento global: se duplicaron los subsidios a combustibles fósiles en el mundo

El dato surge de la Agencia Internacional de Energía. Es la causa central de la crisis climática y aunque debería reducirse a cero en 2050, está creciendo y los Estados la financian como nunca antes.

Jueves 16 de marzo de 2023 14:16

Por si hacía falta, en medio de una sequía histórica, los récord tras récord de temperatura y las nueve olas de calor que estamos viviendo en Argentina desde el inicio del verano pusieron a la crisis climática en la charla cotidiana. Ya casi nadie en su sano juicio, salvo Milei y sus libertarianos, se atreve a negar hoy la crisis climática y cada vez más se popularizan sus causas: consumo de combustibles fósiles (que libera gases de efecto invernadero, centralmente dióxido de carbono pero también otros como metano); deforestación y cambios en los usos del suelo (que destruyen bosques nativos o humedales, “sumideros de carbono”). Y esas causas tienen intereses económicos detrás: diferentes sectores de la producción capitalista se benefician de uno y de otro.

A la fecha, el planeta se ha calentado aproximadamente 1,2 grados desde el inicio de la industrialización capitalista (1750) y existe consenso en que traspasar los 1,5 grados profundizaría la crisis climática a niveles impredecibles. De hecho, el Acuerdo de París promovido por la ONU establece la necesidad de bajar a la mitad el consumo de combustible fósil en 2030 y a cero en 2050, solo para evitar cruzar ese límite.

Pero los Estados a nivel mundial, aún los de gobiernos que reconocen la crisis, hacen exactamente lo contrario, promueven la utilización de combustible fósil como nunca antes. Eso es lo que muestra el estudio “Subsidios al consumo de combustible fósil 2022”, publicado recientemente por la Agencia Internacional de Energía (organismo intergubernamental compuesto por Estados Unidos y más de 30 países).

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El informe estima que para 2022 el subsidio al consumo de combustibles fósiles (una vía de financiar a la industria que los produce) alcanzó la friolera de 1 billón de dólares (un millón de millones de dólares), el doble del año anterior. Asimismo, señala que otro medio billón de dólares se destinó a financiar el consumo de combustible fósil en países de economías “avanzadas”.

Gráfico que muestra el crecimiento del consumo de combustible fósil desde la primera Conferencia de las Partes (COP) de la ONU, en 1995. Según el Acuerdo de París, deberían bajar a la mitad en 2030 y a cero en 2050 para evitar un escenario –aun más– crítico.

Este aumento desorbitante de subsidios se conoce al mismo tiempo que el dato de que BP, Chevron, Equinor, Exxon Mobil, Shell y TotalEnergies duplicaron con creces sus ganancias en 2022, a 219 000 millones de dólares, pulverizando récords anteriores. Mientras que Aramco, el gigante petrolero Saudí, acaba de anunciar un beneficio neto anual récord de 161 100 millones de dólares en 2022, un 46% más que el año anterior.

Subsidios del Banco Mundial a los combustibles fósiles

Por otro lado, otro informe publicado en 2022 muestra que el Banco Mundial lleva gastado en “14 800 millones de dólares en apoyo a proyectos y políticas de combustibles fósiles desde que se firmó el Acuerdo de París”. El informe se titula “Invirtiendo en el desastre climático: el financiamiento del Grupo del Banco Mundial a los combustibles fósiles” y está publicado por la iniciativa internacional Big Shift Global (Gran cambio global), formada por más de 50 organizaciones con el fin de exponer el financiamiento público a los combustibles fósiles.

¿Y en Argentina?

¿Cómo se traduce esto en Argentina? El país supuestamente suscribió al Acuerdo de París para alcanzar la “neutralidad de carbono” en 2050 y la meta de no superar las emisiones de GEI de 349 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (MtCO2 e) para el año 2030. Pero, como evidencia un estudio publicado por FARN, titulado “Los subsidios a los combustibles fósiles 2021-2022 Diciembre 2022 Desafinando en tiempo y en compás”, lejos de dedicar recursos a una transición energética hacia energías limpias y renovables, para 2021 “el total de los subsidios entregados a empresas hidrocarburíferas (subsidios a la oferta) fue de $111 637 millones (USD 1175 millones), lo que representa una suba del 145% en pesos [contra una inflación de 50,9% ese año] y del 82% en dólares en comparación con 2020”. Los subsidios a la demanda fueron por ese año de $31 357 millones o USD 330 millones, “importes tres veces menores que los subsidios a la oferta”, señala FARN. “En 2021 -señala el estudio- los subsidios se repartieron de la siguiente forma: 61,5% para CAMMESA, 24,5% para IEASA, 10% para los planes destinados a la oferta, 3% para aquellos destinados a la demanda (valor notoriamente menor a los subsidios a la oferta) y 1% para YCRT.”

El Ministro de Economía Massa visitando Vaca Muerta.

O sea que los subsidios a los combustibles fósiles, en nuestro país, se van sobre todo en transferencias directas a las petroleras, más que al consumidor (que como dijimos, es otra forma de subsidiar esa producción de GEI). Los precios de los combustibles, mientras tanto, siguen subiendo abonando las ganancias de las petroleras y la inflación.

En contraste, la transición energética hacia energías limpias y renovables, tantas veces utilizada en campañas del FDT y la oposición de derecha, es mínima en el país: en 2021, la matriz energética primaria argentina estuvo representada en un 85% por combustibles fósiles y solo en un 8,2% por energías renovables. De fondo asoma el acuerdo con el FMI, que una vez impulsado y aceptado por el gobierno funciona como excusa para sostener la producción de fósiles y otras actividades extractivistas. Dos ejemplos de esto son la explotación de Hidrógeno “verde” junto a la megaminería australiana Fortescue en Río Negro y Chubut o la explotación de Litio junto capitales chinos y norteamericanos en el noroeste. En ambos casos se trata, a lo sumo, de las transiciones para países imperialistas, con un esquema de saqueo económico y destrucción de bienes comunes naturales.

En lo que respecta al informe de Big shift globa, este presenta los diez proyectos que más financiamiento recibieron del Banco Mundial e incluye un caso argentino: el número 10 corresponde a Panamerican Energy Group, la empresa conformada en partes iguales por capitales de la inglesa British Petroleum (50%) y la familia Bulgheroni (Bridas, 25%) en asociación con capitales chinos (CNOOK, 25%), que maneja explotaciones en Cerro Dragón (Chubut), Vaca muerta y offshore, entre otras, y controla la red distribuidora AXION.

Panamerican Energy recibió un préstamo por 150 millones de dólares para la ampliación de la refinería de Campana, que “procesa principalmente crudo pesado del sur y oeste de Argentina (la mayor parte del cual es abastecido por el negocio upstream de PAE) de las cuencas Golfo San Jorge, Neuquina y Austral.” El informe subraya que a pesar de que el estudio de “impacto ambiental consideró los desechos, el ruido y la seguridad”, “no se mencionó en los documentos del proyecto los impactos climáticos y las emisiones resultantes de la expansión de esta refinería.”

“Las comunidades locales alrededor de la refinería –continúa– informan una amplia gama de impactos ambientales y de salud, incluida la contaminación del aire, problemas respiratorios y olores a quemado casi a diario”. Se trata de una situación que hemos reflejado en este diario.

Los números de subsidios estatales dan una idea de que las prioridades de las burguesías a nivel global, sea de países imperialistas como de los atrasados y dependientes como Argentina, de momento van a contramano de terminar con la utilización de combustibles fósiles y encarar una transición energética hacia otro tipo de energías limpias y renovables.

De fondo asoma la contradicción entre estas necesidades y las de un capitalismo que no conoce otra racionalidad que la de la generación de ganancias. Queda claro que ese “freno de mano” y esa transición para evitar seguir destruyendo el clima y el planeta deberá ser impuesta en la agenda pública desde abajo por la gran mayoría de trabajadores y comunidades del país, los principales interesados en que los territorios dejen de ser tierras de sacrificio extractivista para honrar el mecanismo de saqueo fraudulento que es la deuda con el FMI y tener acceso a la energía.

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Fuentes:


Juan Duarte

Psicólogo y docente universitario en la UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Editó y prologó Genes, células y cerebros (Hilary y Steven Rose), La biología en cuestión (Richard Lewontin y Richard Levins), La ecología de Marx (John Bellamy Foster), El significado histórico de la crisis de la psicología y Lecciones de paidología (Lev Vigotski), La naturaleza contra el capital (Kohei Saito) y León Trotsky y el arte de la insurrección (1905-1917), de Harold Nelson (2017), en Ediciones IPS.

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