Este viernes se realizó una caravana automovilística organizada por la central sindical cordobesa contra los ataques al pueblo trabajador. La conducción de la CGT, de la que nada se esperaba, nada hizo.
Viernes 5 de junio de 2020 20:31
La caravana fue un verdadero fiasco. Alrededor de 150 autos que recorrieron la avenida Colón hasta llegar al centro y desembocar en un acto frente a Casa de Gobierno, que concentró apenas unas 350 personas. Si la caravana fue decepcionante, el discurso del Secretario General, José Pihen fue directamente el burdo intento de entregar en bandeja de plata a la clase obrera de nuestra provincia. En apenas tres minutos, Pihen, que a la vez es legislador por el oficialismo, señaló, la generalidad de que "se están produciendo despidos y recortes salariales" de trabajadores que son considerados esenciales. Agradeció el (escaso) acompañamiento de otros gremios y centrales sindicales y dijo que el ataque era tanto contra trabajadores estatales, privados y de la “llamada economía popular quienes, son los que más están sufriendo”. Como si la acción y el discurso no lo hubieran dejado ya claro, a renglón seguido señaló que, con esa acción realizada habían “cumplido y dado testimonio”.
Para finalizar el breve discurso, Pihen anunció las próximas medidas. No habló ni de paros, ni asambleas, ni quites de colaboración; ni siquiera habló de trabajo a reglamento. Anunció que la semana próxima iban a realizar un “planteo de inconstitucionalidad” ante el Tribunal Superior de Justicia, eso sí, manteniendo el “estado de alerta”. Una verdadera canallada que está absolutamente por detrás de la disposición para pelear de los trabajadores de la provincia. Pocas horas antes, los choferes del transporte interurbano marcharon por las mismas calles , y la semana pasada hubo sobradas muestras de que las bases quieren responder; pero ni una palabra de solidaridad salió de la boca del burócrata para con los choferes que cobraron su último sueldo a principios de marzo.
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La pobreza de la acción de la CGT da cuenta, por un lado, de la nula voluntad de luchar de las conducciones, pero a su vez, la escasa concurrencia señala que la clase obrera bien conoce a estos burócratas que están "de los dos lados del mostrador". Las conclusiones sobre estas acciones tienen que transformarse en organización de los y las trabajadoras, para barrer con esta camarilla burocrática que conduce los sindicatos y la CGT Córdoba.
Obscenidad, resulta poco
Esta mañana se conoció que el jefe de la CGT, José Pihen, consiguió que su trámite jubilatorio "le salga"... 48 horas antes que se vote la reforma jubilatoria, a la que se opuso con otras serviles declaraciones "que adjuntó al libro de sesiones" de la Legislatura donde calienta su banca.
El haber otorgado es de 250 mil pesos mensuales, diez veces lo que cobra un jubilado con el haber mínimo. Ése es el premio que le da el gobierno de Schiaretti por todos los años de servicios prestados, conteniendo, dividiendo y desmovilizando a la clase obrera de nuestra provincia. Pihen trabajó activamente durante las últimas dos décadas para permitir que avance la precarización laboral, para que pasen los despidos como los de las trabajadoras del Polo de la Mujer o Complejo La Esperanza en 2016; para amedrentar a delegados opositores en todas las áreas, como demostró la patoteada a trabajadores de la salud en 2014. Y esto se produjo, mientras avaló que decenas de miles de jubilados no llegaran nunca a fin de mes.
El rol que viene cumpliendo la burocracia es nefasto: hace lo posible por desmoralizar y entregar sin lucha los derechos conquistados por los trabajadores de Córdoba. Apuesta conscientemente por la desmovilización y la división del pueblo trabajador. Es posible que desde la CGT colaboracionista de Alejo Simó, que carnereó durante el Cordobazo, no se haya visto una central sindical con tanta genuflexión ante el poder.
Como plantea la declaración que dio a conocer esta semana el Frente de Izquierda-Unidad en Córdoba, “para derrotar está avanzada ajustadora, es necesario un paro provincial y un plan de lucha de la CGT, la CTA y todos los gremios. En unidad plena de las filas obreras, con trabajadores del sector privado, estatal, desocupados, precarizados, los informales, los pequeños comerciantes y todos los agraviados por estas políticas.”
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La nota de color salió de los altoparlantes de las camionetas que encabezaban la marcha. Allí sonaba una reversión de una famosa canción de Palito Ortega, que a la vez era toda una descripción de la propia conducción de la CGT: "Es muy triste ver a alguien que apostaste, y que hoy ha despojado y te traicionó, y que aprovecha nuestro peor momento reformando de arrebato esta ley previsional. ¡Pobre y triste jubilado por los años que aportó!”