Este sábado en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza tuvo lugar el mitin de Podemos. Fue uno de los más concurridos de la campaña, con la presencia de unas 6500 personas. Pablo Iglesias apareció junto a los dos candidatos al congreso por Zaragoza, Pedro Arroyo y el ex general Julio Rodríguez.
Martes 15 de diciembre de 2015
En su discurso, Pablo Iglesias señaló a Podemos como la única opción capaz de llevar adelante “un cambio” frente al Gobierno de Rajoy. Somos los únicos que vamos a “transformar la indignación” de las calles en una nueva Transición, dijo el líder morado, agarrando con una mano el corazón de los asistentes al acto que le vitoreaban emocionados el famoso “si se puede”.
Pero con la otra mano, llevaba por primera vez en un mitin al número dos de la lista de Podemos al Congreso por Zaragoza, el militar y exjefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) de Zapatero, Julio Rodríguez, futuro Ministro de Defensa en un hipotético gobierno de Podemos.
Rodríguez en su discurso calificó a Podemos como un “partido de patriotas”, porque “defender a la gente es patriotismo, como lo es rescatar a la gente y no a los bancos”. Esto mismo, sostuvo Rodríguez ante la prensa horas antes del mitin, es lo que lo llevó a incorporarse al proyecto de Podemos y dejar las cúpulas militares, “con mucho esfuerzo”, para bajar a pie de calle.
Hay que reconocer que el “patriotismo” del general-candidato confluye bien con el discurso de “hombre de Estado” de Pablo Iglesias, que reclama a Mariano Rajoy medidas para mejorar la seguridad de las embajadas españolas, mientras le ofrece “lealtad institucional” para luchar contra el terrorismo yihadista, como ha repetido varias veces en las últimas semanas y especialmente tras el atentado ocurrido cerca de la embajada española en Kabul, en la que murieron dos policías.
Pero hay que decir también que la arenga patriotera no confluye tanto con su discurso de que “el cambio es posible”, cuando la expresión política de ese cambio es nada menos que Julio Rodríguez, exjefe del Estado Mayor y defensor a ultranza del Régimen del ‘78, de la OTAN y de sus intervenciones “humanitarias” (como las que el mismo dirigió en Libia y Afganistán) y que con “indignación” cientos de miles hemos denunciado en las calles.
La moderación discursiva y programática de Podemos desde que apareció en la escena política española, no tiene ya nada de novedoso. Pero intentar mantener un equilibrio entre un discurso que aleje todo lo posible la imagen de radicalidad que le adjudica un amplio espectro político desde la derecha, y al mismo tiempo un discurso que no liquide definitivamente la “radicalidad” de su imagen para no perder los votos del “espíritu del 15M”, requiere de grandes acrobacias políticas.
En este mar de contradicciones sobre las que se sostiene Podemos, a Pablo Iglesias no le queda otra que dejar a un lado las propuestas concretas y utilizar los mítines de campaña como el de Zaragoza para pedir a la gente que sonría y llenen las urnas de sonrisas.