El viernes pasado la Comisión Engel presentó sus conclusiones a la presidenta. Durante el fin de semana Bachelet preparó el inminente anuncio de reformas institucionales. Todos los partidos del régimen depositan sus esperanzas en que luego de los anuncios, se aclare una vía de salida a la crisis política. ¿Lograrán su objetivo?
Fabián Puelma @fabianpuelma
Martes 28 de abril de 2015
La semana política estuvo marcada por las disputas al interior de la Nueva Mayoría, graficadas en el gallito público entre Peñailillo y Andrade. Pese a los innumerables llamados al orden realizados por la misma presidenta Bachelet, las tensiones políticas se mantienen y se acrecientan al interior de los partidos de gobierno.
Por otro lado, la investigación judicial y los trascendidos de prensa sigue su curso. Lo nuevo fueron las revelaciones que involucran a las empresas de Sebastián Piñera en los escándalos. Piñera había tratado de mantenerse al margen, opinando desde el palco, hablando en tono de “estadista”. No le duró mucho la comodidad: como todos, tuvo que salir a dar explicaciones.
Semana a semana se repite el mismo escenario. El gobierno sigue sin recuperar la iniciativa política; el conjunto de los partidos del régimen se ubican a la defensiva; se acrecientas las disputas al interior de la casta política; la agenda sigue marcada por los avances en la investigación judicial y las nuevas revelaciones que aparecen a diario.
Sin embargo, esta semana es clave para el gobierno y los partidos de la casta. Y es que Bachelet pretende instalar un hito que haga girar el escenario hacia una salida por arriba de la crisis política. O por lo menos, marcar un camino de salida. Es inminente que Bachelet se dirija al país para anunciar un paquete de reformas institucionales que recojan lo discutido en la comisión asesora “anticorrupción”. ¿Cuáles son los puntos de apoyo y los obstáculos para que este anuncio permita descomprimir el ambiente político?
Las disputas al interior de la Nueva Mayoría
Uno de los nudos políticos que preocupa al gobierno es la fuerte presión para que la presidenta realice un cambio de gabinete. Diversos dirigentes históricos de la Concertación han centrado sus críticas en el ministro del interior Rodrigo Peñailillo.
A tal punto llegó la polémica, que Peñailillo intentó neutralizar las críticas planteando que detrás de ellas se encontraban los sectores más conservadores que quieren frenar las reformas. El presidente del PS reaccionó ofuscado, y señaló que hablar de una división entre una vieja y nueva guardia era una “estupidez”. Los senadores oficialistas salieron a respaldar al ministro y a criticar a Andrade. Éste tuvo que disculparse, pero insistió que era erróneo poner en duda la lealtad hacia el gobierno.
Detrás de todo esto, se desarrollaban las elecciones que definirán la directiva del PS. Todo indica que el gobierno estuvo muy interesado en respaldar a Peñailillo con la cuña de los “críticos” versus los “leales”, y así lo dejó entrever la misma Michelle Bachelet al plantear que en un eventual cambio de gabinete elegiría a quienes están comprometidos con el programa (por lo que habrían otros que no lo están tanto). A su vez, es de público conocimiento que diversos personeros de gobierno apoyaron a Isabel Allende en los comicios internos del Partido Socialista, por lo que la derrota de Escalona es vista con buenos ojos.
Reafirmar al equipo político encabezado por Peñailillo, mantener a raya a los “críticos”, invalidar la opinión de la “vieja guardia” permitirá despejar el camino para que al centro del debate esté el anuncio de reformas institucionales que realizará Bachelet.
Más allá de la pequeña política
Pero reordenar las filas oficialistas, imponer la lealtad y ganar puntos en la pelea chica de la maniobra, no aseguran que el golpe político que busca realizar el gobierno esta semana sea exitoso. Todos los partidos de la casta depositan sus esperanzas en las conclusiones de la comisión Engel que Bachelet hará públicas durante las próximas horas. ¿Serán suficientes para canalizar la crisis política?
No se puede realizar una conclusión categórica. Pero es útil diferenciar dos niveles. El paquete de reformas puede ser vital para ordenar a los diversos partidos del régimen en este punto, evitando las tensiones innecesarias y permitiendo que el gobierno recupere en parte la iniciativa política y así salir del paso del actual pantano.
Sin embargo, la crisis política es estructural. Se trata de una deslegitimación profunda del régimen político y la herencia de la dictadura. Fue esta crisis la que se expresó hace unos años con las movilizaciones estudiantiles y que hoy se pone en el centro nuevamente con un repudio masivo a los políticos de la casta y los empresarios. Para solucionar esta crisis no basta simplemente con recuperar la iniciativa política.
En este plano, el resultado dependerá en gran parte de la acción de los trabajadores y el movimiento estudiantil. Son ellos quienes han protagonizado importantes movilizaciones durante las últimas semanas, las que han estado marcadas por la articulación entre las demandas sectoriales y un discurso político contra los corruptos. Si las principales organizaciones del movimiento obrero, estudiantil y popular, logran activar el descontento y movilizarlo hacia la denuncia radical de todo el régimen político, se podrá cerrar la puerta a un “acuerdo por arriba” de la casta. Para que esto suceda, hay que superar las movilizaciones orientadas a presionar al gobierno y los parlamentarios. La mera presión espera la respuesta de la contraparte y le deja la iniciativa a éste.
Por el contrario, el desafío es articular un proceso de movilizaciones enraizado en lugares de estudio y trabajo que busque imponer una salida propia de los trabajadores y el pueblo a la crisis política abierta.
Fabián Puelma
Abogado. Director de La Izquierda Diario Chile. Dirigente del Partido de Trabajadores Revolucionarios.