Noelia, una joven que acaba de empezar en un nuevo trabajo en un negocio del centro de La Plata, grafica el drama que vive la juventud sin trabajo.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Sábado 24 de junio de 2017
Seis, cuatro y ocho fueron los currículum vitae dejados en el mostrador del negocio y recibidos por Noelia durante sus primeros tres días en el nuevo trabajo.
Parada detrás del mostrador del comercio ubicado en el centro platense, los recibió de las chicas que llegaron en respuesta a un anuncio en el diario, tal como hizo ella misma hace dos semanas.
Seis, cuatro y ocho caras con alguna esperanza, algunas desesperadas y otras visiblemente cansadas de andar buscando.
Noelia actualmente está a prueba. Su CV fue uno de los pocos seleccionados de una parva desordenada de papeles que se fueron apilando desde mayo, en un rincón tras la caja de cobro.
El anuncio de la búsqueda sigue publicado y si bien ya hay personal nuevo a prueba, como Noelia, se ve que el empleador quiere tener muchas opciones para evaluar.
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Cada piba que llega entrega su papel con una ilusión. La mayoría pregunta para qué turno buscan gente. Las empleadas responden con la información que conocen. Puede ser para la mañana o para la tarde.
Antes de que la persona se vaya hay que preguntarle y anotar en su CV si cuenta con disponibilidad “full time” o si podría cubrir algún horario específico. También se anota la fecha en que el currículum ingresó al local.
“Cintia, la chica que me está enseñando a vender, a veces no se acuerda qué cosas me explicó a mí y qué cosas le estuvo explicando a otra chica. Me dijo que las últimas semanas pasaron muchas pibas por ese local. Ella está hace como un año y en ese tiempo ha visto pasar a mucha gente”, cuenta Noelia a La Izquierda Diario.
Ella tiene 27 años y su CV presentaba, según cree, algunas ventajas. Por un lado, cuenta con experiencia en varios lugares porque trabaja desde muy chica. Otra ventaja es que su domicilio está bastante cerca del comercio. “Calculo que por eso me llamaron. Yo tengo experiencia en comercio, pero no en este tipo, nunca trabajé en algo como esta regalería”, detalla.
“Cuando una chica deja su currículum la empleada más antigua los mira y por ahí se ríe porque están mal hechos. Está más acostumbrada a la situación. Vienen chicas desde todos lados, algunas desde barrios muy alejados del centro. Muchas, se nota que nadie las ayudó a armarlo. Otras, muy jóvenes, rondan los 19 o 20 años, no tienen mucha experiencia para poner”, explica.
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Lo que todas las postulantes tienen en común es que llegan al lugar con expectativa. La mayoría entra, deja su papel, hace alguna consulta sobre el horario y se va. Algunas, demuestran mayor necesidad en acceder al puesto.
“’Tengo experiencia en comercio, soy vendedora y me manejo bien’ dijo una el otro día y esperaba que alguna de las empleadas le dijéramos algo. Lo único que podemos responder es que lo va a evaluar el encargado. El otro día llegó una chica y preguntó qué onda la búsqueda, que ella ya había dejado su currículum y quería saber si tenía alguna posibilidad”, relata Noelia.
Al momento de la conversación con este diario la joven había trabajado cuatro días desde que la llamaron para empezar la prueba. El desfile de chicas que pasan a diario a tratar de conseguir un trabajo es permanente. “Estuve mirando la pila que hay acumulados. Los más viejos son de mayo. El 15 de junio fue el día récord. Ese día conté que habían entrado once currículums”, comenta aún sorprendida.
“No nena, no hagas eso”
Noelia reproduce el diálogo con una de las chicas. Tuvo que morderse la lengua para decirle que no lo haga, que no abandone la cursada. “La verdad que dejar de estudiar por un trabajo que no llega ni a los $ 7.000 de sueldo, en negro, es un despropósito. Me dieron ganas de decirle ’no nena, no hagas eso, este trabajo no da’. Y después pienso que yo tengo la suerte de haber terminado de cursar, porque si estuviera cursando hubiese tenido que hacer lo mismo, hubiese tenido que abandonar la carrera por esto, que es lo único que surgió”, reflexiona la joven que no hace mucho terminó las cursadas de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de La Plata.
Noelia estuvo dos meses sin trabajo hasta que la llamaron para la prueba en este local. Previamente también había trabajado en comercio, en un supermercado de barrio que cerró y dejó a todos sus empleados en la calle sin indemnización. Pasó de los panes, los quesos y los fiambres a las carteras, las billeteras y los cinturones que ofrece en este nuevo local.
Lo que no cambia a pesar del rubro son las condiciones: sigue en negro, sigue precarizada y con un sueldo de pobreza.
Qué atropello a la ilusión
Objetivos, fortalezas, cursos aprobados, nivel de estudios alcanzado. Manejo de herramientas informáticas, nivel de inglés. Fotos carnét, selfies, del Face. Perfiles formales o informales. A color o blanco y negro. La parva de papeles sueltos, en folios o en sobres de papel madera que se va formando todos los días tras la espalda de la cajera, es una montaña de trayectorias y expectativas.
Cada una quiere ese trabajo por algún objetivo o necesidad puntual. Cada una armó su CV de una manera particular y da cuenta de una vida diferente. Algunas son platenses de barrios de la periferia. Otras estudiantes que nacieron en otras provincias y se mudaron para poder acceder a una carrera universitaria.
“Lo que vi estos días es que, así como la pila crece por un lado, decrece por el otro. Las empleadas de más tiempo agarran los CV viejos, los que ya quedaron fuera de juego digamos y los cortan para improvisar anotadores”, cuenta Noelia. Las empleadas que ya consiguieron el trabajo o que están en vías de conseguirlo, escriben en esos anotadores lo que venden, las ganancias del patrón.
Por cierto, el patrón, el dueño del comercio que está probando a Noelia, se fue de La Plata unos días a descansar. Su capacitación y evaluación depende de sus compañeras, otras pibas de veintipico que son las que deben hacerse responsables de todo lo que suceda mientras él se ausenta.
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Recientemente, La Izquierda Diario cubrió un evento organizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que dio cuenta de la gravedad del problema que atraviesa a la juventud: la Expo Empleo Joven dejó una postal del desempleo juvenil y del manoseo por parte de funcionarios y empresarios que especulan con la necesidad de cientos de miles en todo el país.
El testimonio de Noelia da cuenta de esa larga y retorcida cola de jóvenes con necesidades y expectativas que se armó de golpe frente al portón del predio de la Rural, pero que como se dijo también en este diario, se arma y desarma frente a muchas otras puertas, todos los días.