En una publicación publicada el sábado en Instagram, Greta Thunberg defiende la lucha de los trabajadores de GKN contra el cierre de su fábrica y por su reconversión ecológica, y pide el fin de la oposición entre trabajo y clima. Una posición ejemplar.
Jueves 17 de octubre 00:51
Créditos de las fotos: Instagram Greta Thunberg.
“El territorio defiende la fábrica, la fábrica defiende el territorio. El fin del mundo y el fin de mes son una sola batalla. Hacemos un llamado al movimiento climático internacional para que apoye la idea de la reindustrialización desde abajo."
En una publicación de Instagram publicada el sábado 12 de octubre, la figura del movimiento climático Greta Thunberg afirma que debemos poner fin a “cualquier oposición entre las luchas del mundo del trabajo y la lucha por la justicia climática”. La publicación va acompañada de una foto de ella con trabajadores de la fábrica GKN en Campi Bisenzio, en las afueras de Florencia, Italia.
Desde hace más de tres años, y tras el despido de los 500 trabajadores de la obra, los trabajadores luchan no solo contra la pérdida de sus puestos de trabajo y el cierre de la obra, sino también para reconvertirla según un proyecto ecológico junto a activistas e investigadores ecológicos. “La transición ecológica no es principalmente una cuestión técnica, sino una cuestión social de expansión de la democracia participativa. La solución a la crisis climática splo puede lograrse a través de una democracia real, dentro de cada fábrica”, explica Greta Thunberg, que participó en una asamblea del colectivo de trabajadores que lidera la lucha.
Con el apoyo de los partidarios de la ecología institucionalizada, como los ecologistas en Francia, el capitalismo busca constantemente dividir a los trabajadores y al movimiento ecologista. Frente a esta división, pedir al movimiento climático que se solidarice con las luchas del mundo del trabajo y, en particular, con las luchas contra los despidos y los cierres de empresas que están aumentando, es una posición ejemplar.
Iniciadora en 2018, cuando tenía 15 años, de los “Viernes para el futuro” [Fridays for future], huelgas escolares de los viernes por el clima, Greta Thunberg se convirtió en 2018-2019 en la figura central de las grandes marchas por el clima, que movilizaron a millones de jóvenes en todo el mundo para exigir medidas adecuadas por parte de los gobiernos ante la crisis. Su recorrido refleja la energía, la determinación, pero también las dificultades estratégicas de una generación que se ha levantado ante la crisis climática y la situación actual que la profundiza.
Mientras los organismos climáticos internacionales y varios gobiernos intentan incansablemente cooptar su figura para redimirse ante los ojos de las generaciones más jóvenes, el poderoso y valiente "¿cómo te atreves?" [how you dare?!] que dirigió a los principales líderes mundiales en 2019 durante la cumbre de la ONU sobre emergencia climática había dado la vuelta al mundo. Una pregunta que había sido razonada con un sentimiento amplio, que atraviesa a jóvenes y mayores, ante la desastrosa gestión de la catástrofe por parte de los gobiernos. Este compromiso intransigente con el clima explica el odio visceral y casi fanático que le profesan Pascal Praud, Michel Onfray, Laurent Alexandre y otros editorialistas reaccionarios [de la prensa francesa, lo cual en Argentina es replicado por libertarios y derechistas de todo tipo].
Más recientemente, Greta Thunberg se pronunció en contra el genocidio del pueblo palestino, afirmando que "no hay justicia climática en una tierra ocupada" y participando en varias marchas de apoyo y campamentos de estudiantes. Un compromiso valiente, que ilustra el vínculo necesario entre una política ecológica coherente y el antiimperialismo. Este compromiso la llevó a enfrentarse a la brutal ofensiva represiva que golpea a estudiantes, sindicalistas y activistas que apoyan a Palestina: mientras participaba en una acción en la Universidad de Copenhague, fue arrestada por la policía danesa a principios de septiembre.
Esta nueva posición de Greta Thunberg a favor de una ecología que busca forjar vínculos con el movimiento obrero debe ser bienvenida y debería provocar importantes intercambios dentro del movimiento ecologista. Va de la mano con una creciente conciencia entre ciertos sectores del movimiento verde sobre la necesidad de confiar en la fuerza de ataque del movimiento obrero para enfrentar el sistema capitalista. A medida que queda claro que los patrones y los gobiernos nos están llevando hacia la catástrofe, los trabajadores tienen de hecho una capacidad única para detener la máquina mediante acciones de huelga.
Una fuerza indispensable para pensar una estrategia que busque acabar con el capitalismo y reorientar la producción hacia la satisfacción de las necesidades de todos y el respeto del medio ambiente. Para ello, el vínculo con el movimiento obrero debe pensarse sin ninguna ilusión en el Estado, al servicio de la patronal y en una perspectiva revolucionaria.
*Este artículo fue publicado previamente en www.revolutionpermanente.fr.