En Plaza de Mayo y en todo el país se exigió la aparición con vida del joven desaparecido hace un mes. Los servicios de inteligencia están a pleno pero no logran tapar lo inocultable.
Daniel Satur @saturnetroc
Sábado 2 de septiembre de 2017
Foto Enfoque Rojo
“Le pido a la señora ministra de seguridad que dé un paso al costado”, dijo sobre el anochecer del viernes Sergio Maldonado frente a decenas de miles de personas que coreaban con bronca “fuera, Bullrich, fuera”.
El hermano del joven desaparecido hace un mes y un día en Chubut fue el único orador de un masivo acto en la Plaza de Mayo, frente a una Casa Rosada vacía de funcionarios. Allí denunció el maltrato recibido por la familia de parte de “la señora Ministra de Seguridad. Demostró no estar capacitada para ocupar ese puesto”.
Además denunció que quienes piden por la aparición de Santiago fueron “hostigados con informaciones falsas” y tienen “que soportar declaraciones de funcionarios que aportan dudas sobre la familia. Jamás nos negamos a brindar muestras de ADN, porque sería no querer tener a Santiago con nosotros”.
La multitud que llenó la Plaza de Mayo estuvo compuesta de muchas organizaciones de derechos humanos, políticas, sociales, culturales y personas que se acercaron de forma individual, convocadas por la consigna central de “aparición con vida ya”. Una consigna que vuelve a repetirse, al igual que sucedió con las ausencias de Julio López, Luciano Arruga y tantos otros.
Frente a la acusación directa e inequívoca, el Gobierno no parece encontrar otra alternativa que montar una y mil operaciones, buscando el desvío de la atención pública, por un lado, y acrecentar el clima represivo por el otro.
Desde hace un mes las huestes de Macri no dejaron de machacar con pistas falsas e hipótesis ridículas sobre lo que podría haber pasado con Santiago, de denunciar sugestivos ataques a las fuerzas de seguridad por parte de personas no identificadas y hasta de montar una represión por todo el centro porteño este viernes, con una cacería de transeúntes, parroquianos de bares y hasta de un reportero gráfico.
Por si faltaran provocaciones, tras el acto multitudinario el jefe de Gabinete Marcos Peña pidió públicamente “prudencia, tranquilidad y paz” para “ayudar a resolver” el caso Maldonado. Y no dudó en afirmar que desde el Gobierno entienden “el dolor y la angustia de la familia”. Como si no fuera él mismo uno de los máximos exponente del desprecio a los Maldonado y de la criminalización a la comunidad mapuche con la que Santiago era solidario.
Aparte de cínico, Peña es un mentiroso. Esta misma semana dijo en la Cámara de Diputados que durante la represión del lunes 1° de agosto a la comunidad mapuche de la Pu Lof en Resistencia de Cushamen, el segundo de Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, no había tenido ningún rol represivo sino que sólo andaba por la zona y “pasó a saludar” al mediodía. El testimonio que recogió la Izquierda Diario de una de las voceras de esa comunidad, que vio a Noceti en la zona de la represión tanto al mediodía como a la tarde, lo ubican de lleno en el tiempo y espacio en el que sus subordinados desaparecieron a Maldonado.
A esta altura Macri y sus cómplices ideológicos y políticos están pensando seriamente qué hacer tanto con el caso Maldonado como con la ministra Bullrich. Es que los intentos por transformar la desaparición forzada a manos de Gendarmería en una ficción se fueron cayendo uno a uno. Y ahora queda la evidencia de que el encubrimiento decidido, mal que les pese, tiene muchos límites. ¿Encontrarán un puñado de gendarmes “fusible” a quienes cargarles toda la culpa de este crimen? ¿O será la mismísima Patricia Bullrich la eyectada de su sillón acusada de incapaz?
El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia manifestó en un documento difundido antes del acto en Plaza de Mayo, que “la movilización popular, y las muestras internacionales de apoyo hicieron posible que la justicia reconociera la figura de desaparición forzada. Seguiremos en las calles, como lo hicimos cuando desapareció Julio López, exigiendo el castigo a los responsables de su desaparición. El caso de Santiago no puede convertirse en otro monumento a la impunidad”.
Ese documento agrega que “la Gendarmería es la misma fuerza de seguridad que desde el menemismo, cada vez con más insistencia, los sucesivos gobiernos utilizan para reprimir marchas, desalojar cortes de rutas y espiar a luchadores sociales, como con el Proyecto X”.
Es la movilización popular, en efecto, la que logrará cualquier avance en la causa por la aparición de Santiago y el castigo que se merecen los culpables de su secuestro y los cómplices del encubrimiento. Las fuerzas y la convicción de miles y miles de personas que no quieren otro caso López (donde a once años sigue sin haber siquiera un imputado de semejante crimen) están dispuestas a no cesar. Hay que potenciarlas.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).