A diez días del acto del Frente de Izquierda en el estadio de Atlanta, sigue habiendo repercusiones y muchas personas que estuvieron allí quieren contar su experiencia. Estos son algunos testimonios de quienes se acercaron al estadio desde distintos puntos de Esteban Echeverría y Ezeiza.
Martes 29 de noviembre de 2016 23:19
Foto: Romina Vermelha
“‘Hoy es un día trotskista’. Alguien que me quiere me ‘gasta’ una broma en un mensaje en mi celular. Pero sí, no se equivoca, aun en la aparente broma y en la pretendida analogía con su propia ideología. Hoy es un día trotskista. Desde el comienzo ir armando todo para llegar con tiempo al estadio, para encontrar cada uno y cada una su lugar y también el lugar de todos. Caminar hasta el local con mis dos ‘hijos’ uno de sangre y el otro por proximidad, con sus veinte años y sus propias luchas y contradicciones, caminar la calle en esa tarde cálida junto a ellos, pensando que no nos sabíamos las canciones y que habíamos almorzado poco y a las apuradas, Juanma mordisqueando una hamburguesa, Dimas llevando la botella de agua, yo el mate… infaltable compañero. En el local se escuchan voces, música, te saludás no sabés muy bien con quien pero no importa mucho. Los pibes se cocinan un par de hamburguesas más…con el tiempo justo para subirnos al último micro. De fondo suenan los Stones y alguien dice que cree volver a su adolescencia. Los compañeros aeronáuticos llevan en sus niños los globos de avioncito. Las chicas de Pan y Rosas van y vienen y juntan ‘lo del micro’, hacen cuentas, hablan por celular, mandan mensajes, se ríen, cantan, hablan como loras. Otros cortan cañas, cuidan las brasas, dan vuelta las hamburguesas, doblan las banderas y todo va preludiando el viaje. En el micro cantamos, practicamos, conversamos, nos reímos, nos cambiamos de lugar, nos mostramos fotos, mensajes de otros compañeros que también van llegando. El viaje se hace breve. El sol sigue pegando firme; caminamos la calle de cemento ¡tan distinta a nuestras calles y tan parecida! La vereda va quedando poca, la calle se puebla de rojo, de violeta, de banderas, de gorras, de ruidos, de redoblantes, de bombos, de zurdos, de silbatos y de percusionistas improvisados con las manos y las botellas vacías… y cantamos ‘porque queremos el pan, las rosas, la libertad’. Cantamos, nos movemos, avanzamos, ponemos el cuerpo ¡estamos presentes! Llegamos al estadio y nos vamos acomodando, buscando el lugar, mirando todo, saludando, compartiendo un mate, el agua…esperando… Lo demás se ha sabido. Se vio. Se sintió en el aire. Se abrazó en rojo vivo, en carne viva, a grito pelado, a canción potente, la palabra justa, a sabor de lucha, a palabra clara de nuestros dirigentes desde la implacable Rusa, el experimentado Néstor y el cierre poderoso de Nico del Caño. Sin duda era un día trotskista ¡el primero de muchos para muchos!”. Patricia, docente
Foto: Adriana, docente Esteban Echeverría
“Tengo 29 años, trabajo en una empresa de transporte público de pasajeros y hace dos años que estudio en la facultad de derecho de UNLZ. Uno de los tantos motivos por los cual decidí participar de esta convocatoria fue por las injusticias que vivimos a diario yo y mis compañeros de trabajo, la impunidad con la que se maneja el gremio, la desidia laboral y la falta de una política pública que atienda los derechos de los trabajadores. ¡Me impresionó ver tantas agrupaciones de estudiantes, mujeres y obreros organizados unidos por un solo objetivo! Hacerle frente al ajuste de gobierno de Macri y a los atropellos de las patronales… creo que esto es el comienzo de algo, de un cambio de paradigma con respecto a las políticas a las que vivimos sometidos los trabajadores, para que ellos se llenen los bolsillos a costa de nuestro sacrificio, se aumenta el sueldo porque dicen que no les alcanza. ¿Qué nos queda para nosotros los trabajadores? ¿Los jubilados? ¡Les quieren dar un bono miserable de 1000 pesos! Cuando ellos argumentan que con 80.000 no les alcanza. Yo personalmente estoy cansado y lo puedo ver en la calle: ¡los trabajadores estamos podridos de tanta rata manejando nuestras vidas! Queremos un cambio, pero un cambio en serio. Y espero que éste sea el correcto". Abel, trabajador de transporte y estudiante UNLZ
“El sábado 19 de noviembre fue mi primer asistencia a un evento de tal envergadura; la convocatoria fue en la cancha de Atlanta con una participación de por lo menos 20 mil espectadores, aunque si estabas ahí éramos miles los que, orgullosos de hacer historia, nos fundábamos en las bases de un reclamo social con voz histórica y política contundente. Por primera vez en la vida me sentí representada; pensaba en aquellos, nuestros muertos, nuestros mártires, en lo que no tienen voz, en los caídos, en los enfermos, en los que agonizan la desidia de mi pueblo, este mundo y esta tierra. Allá al frente, en las pantallas gigantes estaban mis compañeros, los que como yo caminaron indignados por la injusticia capitalista, la globalización y los libremercantes, que como lobos rapaces a medio disfrazar de corderos nos endeudan multimillonariamente y arrasan con nuestra cultura y tecnología, educación y salud. Y escuché esos reclamos por primera vez en boca de los que yo elegí, con capacidad e intelecto para sostener un argumento, pero más allá de eso la suficiente sensibilidad socio-económica como para responsablemente responder a la necesidad imperante de una alternativa política que nos resguarde tanto cívica, cultural y económica como socialmente. De más está hablar de la emoción que conlleva semejante movilización de las masas, porque éste, mi pueblo, todos los trabajadores y estudiantes que saludaron y asistieron desde numerosas naciones de mi tierra, que adolece la condición de propiedad capital para un mercado putrefacto, está despertando en el resultado de su propia hipocresía, indignado y descontento con su economía, sus oportunidades, sus derechos. El sábado no sólo marchamos estudiantes, trabajadores, marchamos los miles de fantasmas nacidos en la masacre neoliberal, aquellos que recordamos los trueques del 2001 -en los que amasijábamos lo poco que teníamos para cambiarlo por un pan- y aquellos que no, y hoy se ven desnudos en su desidia”. Malena, estudiante del terciario ISDF 35
“Ver a las mujeres, la juventud y los trabajadores unidos por un mismo propósito es algo que me llenó mucho. Al llegar me uní a la columna donde estaba la agrupación Pan y Rosas, era hermoso y motivador ver a las mujeres con miles de sentimientos encontrados organizadas y gritando lo que tanto queremos para nuestras vidas... ¡que se acabe la desigualdad, que podamos ser libres y que nadie decida sobre nosotras, que se acaben el machismo y el patriarcado, que nos queremos vivas, que si tocan a una nos organizamos miles, nos plantamos por todos esos derechos y contra los patrones que ya venceremos con unión, organización, fuerza y mucha lucha!”. Nara estudiante del terciario ISDF 35
“Me pareció que da nuevo impulso al Frente, que no debe descuidar sus propósitos. Que se deben generar más espacios de apertura a quienes demuestren tener no solo ideas opositoras al actual gobierno, sino a las del capitalismo o neoliberalismo. Los oprimidos son los excluidos. Humanizar la política es humanizar a la gente. Y hay que saber cómo usar la fuerza del oprimido. Enseñándole será. Que sea escuchado”. Patricia, docente de primaria
¡Me pareció buenísimo! Me gusta que crezcan las banderas de la izquierda, sobre todo del PTS. Sí comparto la lucha de los trabajadores, la defensa que se hace desde el partido a todos los que trabajamos y somos explotados. ¡A seguir creyendo en el PTS! Gladys, estudiante UNLZ