La docencia de Córdoba siente bronca por una conducción gremial que hace años no la representa. Monserrat y la Celeste no solo olvidaron qué es un aula, tampoco recuerdan qué significa luchar en la calle. Con Macri llamaron a aguantar el ajuste, con Alberto lo militan.
Lunes 14 de junio de 2021 21:25
La bronca a Monserrat y a la conducción celeste del gremio docente (UEPC) no es nueva. Son años de escuchar en las escuelas y en cada asamblea: “el sindicato no nos representa”, “que Monserrat vuelva al aula”, “la celeste siempre en contra de la docencia”…. Y así podemos seguir mencionando las infinidades de frases de indignación.
Una bronca que no es nueva pero se profundiza en el marco de la pandemia. Ante la crisis sanitaria, social y económica, el rol de la conducción sindical docente puso al descubierto de qué lado se encuentra. No hablo de una grieta electoral, gobierno nacional vs oposición, donde sabemos que la Celeste llamó a votar y apoyar al gobierno de Fernández. Hablo de una grieta entre los políticos que gobiernan para los empresarios y se subordinan al FMI y por otro lado las y los trabajadores y sectores populares.
Con esta nota no busco argumentar los por qué de tanta indignación que despierta la conducción sindical, eso lo sabemos, vivimos en carne propia la desmovilización que construye la Celeste hasta sus niveles más increíbles como responder a las muertes docentes con declaraciones de condolencias mientras propuso salidas individuales a los y las docentes que ponían en riesgo su vida para que presentaran una nota enfrentándose a la dirección y corriendo riesgo de descuentos.
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Lo que intento es abrir una reflexión más profunda. El secretario general de UEPC, como la mayoría de las conducciones sindicales dirigidas por burócratas, hace años que no pisa una escuela y por lo tanto no conoce la realidad que vivimos los y las trabajadoras. Pero este no es el único problema, las burocracias no son entes aislados, sino que juegan su política de manera consciente y ofensiva. No son malos administradores, son los encargados de garantizar las políticas de ajuste que los gobiernos quieren llevar adelante. Para lograr eso su principal militancia es la desmovilización, la descoordinación y la división entre los y las trabajadoras (separando a docentes titulares de suplentes, de auxiliares de limpieza y paicor, de estudiantes y familias, de otros trabajadores). Divides y reinarás es su lema principal para garantizar el ajuste.
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Sin embargo, esta bronca a la burocracia se desvanece cuando, quienes ilusionados en dejar de pagar los costos de la crisis, separan la conducción sindical del proyecto político al que pertenece. Porque nos quisieron instalar una falsa idea de que lo sindical está separado de la política y que la política no es cosa de los y las trabajadoras. Y esto explica la gran contradicción de muchos trabajadores que terminan votando y fortaleciendo a los partidos de esos burócratas.
Recursos, no discursos
No es novedad que Juan Monserrat juega para el gobernador de la provincia, Schiaretti, tal como en su momento lo hizo el ministro de educación, Grahovac, quien pasó del sindicato al gobierno. Sus discursos opositores son sólo eso: discursos. Por eso no fue novedad que Monserrat haya mantenido el silencio cuando el kirchnerismo nacional decidió bajar su lista en Córdoba dando apoyo al "Gringo" Schiaretti. Y esto es porque es parte del proyecto kirchnerista, lo vimos en las campañas electorales acompañando a los diputados nacionales Pablo Carro y Gabriela Estevez y es muy claro cada vez que lo escuchamos en una asamblea departamental o como integrante de la CTERA dando su apoyo al gobierno nacional.
En los cuatro años del gobierno de Macri, la burocracia fue una gran “opositora”, desde los discursos, en los hechos dejó pasar todos los ajustes al salario, a las jubilaciones, al presupuesto educativo. La gran política del secretario general del gremio docente fue “hay 2019” y vació las calles depositando falsas expectativas en que el voto al Frente de Todos terminaría con el ajuste macrista, militando el mal menor para que la bronca de los y las trabajadoras no se exprese en organización y lucha.
Por más que esto genere malestar en sectores que apoyan al gobierno nacional, ocultarlo es fortalecer un proyecto que poco y nada tiene de “nacional y popular”, que sigue hablando de la herencia de Macri pero aplica un ajuste porque no quiere enfrentarse en los hechos a la derecha que tanto critica en lo discursivo, ni atacar las ganancias empresariales y ni hablar de poner en discusión y desconocer una deuda ilegítima e ilegal a la que decidió pagar.
Opositores pero unidos en un mismo proyecto político
Dentro de la docencia, hay agrupaciones opositoras a la actual conducción gremial pero que están juntas apoyando al gobierno de Fernández. ¿Cómo se puede pensar en un proyecto sindical diferente si se es parte de un mismo proyecto nacional? o ¿cómo pensar un proyecto nacional diferente si se es parte de un proyecto común con la burocracia nacional?
Se intenta separar a la burocracia provincial de la nacional, pero no hay argumentos sólidos para tal diferenciación. Monserrat es parte de la burocracia nacional y tienen la misma política: desmovilizar y garantizar que el ajuste no tenga una respuesta en las calles. CTERA aceptó el techo salarial que impuso el (su) gobierno nacional sabiendo que era por debajo de la inflación proyectada y no recuperaba todo lo perdido en el gobierno de Macri, por poner sólo un ejemplo.
También lo vimos con la polarización que se quiso instalar entre presencialidad vs virtualidad, entre el gobierno nacional y la oposición macrista incluyendo al peronismo cordobés. Y en esta polarización (apertura de la campaña electoral) nadie hablaba de los problemas más profundos como la vacunación, la exposición en los lugares de trabajo, el transporte, el aumento de la pobreza y el hambre. Sólo discursos sin recursos porque la reducción del presupuesto lo votaron ambas partes, reduciendo la partida para educación, salud y eliminando el IFE (Ingreso Familiar de emergencia) por ejemplo.
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El colapso sanitario es producto de las políticas de los gobiernos y el cierre temporal de la presencialidad escolar era urgente. Pero esta medida sola, sin reclamar una educación sin exclusiones ni precarización es militar el mal menor y no cuestionar al gobierno nacional que junto al provincial llevan adelante el ajuste.
“¿Hasta cuándo el sindicato seguirá traicionando a las bases?”
Esta es otra de las preguntas que resuenan entre la docencia. Y acá una reflexión clave para pensar cómo las y los trabajadores nos organizamos. Porque el sindicato no defenderá a las y los trabajadores si no logramos su independencia política y por eso la organización y la pelea por recuperar nuestros sindicatos es fundamental. Pero también es clave que los y las trabajadoras no separemos nuestras luchas de la política, no sigamos confiando en los partidos de nuestros burócratas y nos propongamos hacer nuestra propia política y organizarnos por un partido de trabajadores.
Porque en momentos de crisis la grieta es entre quienes defendemos a los y las trabajadoras o quienes defienden a amigos empresarios, es una decisión política dónde se pone la plata (al pueblo trabajador o al FMI), si se enfrenta a los laboratorios o se sigue negociando con ellos a costa de la vida de las mayorías. Son momentos en que las medias tintas (o el mal menor) lo único que hace es fortalecer a la derecha que dicen enfrentar.
De qué lado de la mecha vas a estar
De qué lado estamos los y las trabajadoras, qué reflexiones hacemos, cómo sacamos conclusiones de las experiencias y nos organizarnos para no pagar esta crisis se vuelve una tarea urgente y preparatoria. Unir todo lo que las burocracias dividen y coordinar las distintas luchas y sectores de trabajadores con una perspectiva política independiente.
Así lo venimos haciendo desde docentes D-Base en el Movimiento de Agrupaciones Clasista, siendo parte del Frente de Izquierda junto a Nicolás del Caño, Myriam Bregman, Noel Argañarás y tantos compañeros y compañeras legisladores y diputados que siguen cobrando como trabajadores y destinando el resto de sus dietas a las luchas, que vuelven a sus trabajos como Laura Vilches, Raúl Godoy, Alejandro Vilca contra las castas que se atornillan en sus sillones y aumentan sus dietas mientras ajustan al pueblo, porque no nos conformamos con la miseria de lo posible y confiamos en nuestras propias fuerzas, la de los y las trabajadoras.