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Red Internacional
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VIAJE PRESIDENCIAL. ¿Por qué viajó Peña Nieto a Guatemala?

Ante el nuevo pico de la crisis del PRI y del gobierno federal luego de las elecciones, Peña Nieto se fue de gira. Pero, si buscaba mantener "un perfil bajo" ¿qué diablos hace en Guatemala?

Raúl Dosta

Raúl Dosta @raul_dosta

Martes 6 de junio de 2017

Era de esperarse que Enrique Peña Nieto se inventara alguna gira al extranjero para así quedar lo menos expuesto posible ante lo que muchos reconocen como una “elección de estado” en referencia a las elecciones del Estado de México, en las que el PRI tuvo que apelar a todo su arsenal de trampas, acarreos, compra masiva de votos y, por supuesto, la acción de los funcionarios de estado, la mitad del gabinete federal haciendo descarado proselitismo;, además de la “manita” ya consabida del INE y sus conteos rápidos.

Pero ir a Guatemala… ¿por qué, para qué? Se puede suponer que, ante el gran desvío de la atención popular a las maniobras del aparato electoral, EPN se diera una paseadita por las tierras donde se encuentra Javier Duarte como huésped distinguido de las autoridades guatemaltecas. Si no ¿qué caso tiene visitar a un socio menor que representa tan poco para la economía nacional y para el comercio internacional de conjunto? La balanza comercial favorece a México en proporción de cuatro a uno (458.6 MDLS contra 1,942 MDLS) y las exportaciones a dicho país apenas representan el 0.5 % de las exportaciones mexicanas (373,930 MDLS en 2016) ¿urge ir de viaje de negocios?

También pudiera pensarse que viajó para tratar temas humanitarios de gravedad extrema, como el terrible mal de la migración hacia el vecino del norte y su paso obligado por nuestro país, o la crisis de supervivencia que viven 120 familias guatemaltecas que fueron despojadas de sus tierras por el Estado y empujadas por la policía paramilitar chapina hasta la frontera con México y que ahora se encuentran a las puertas de una localidad del Estado de Campeche apelando a la ayuda humanitaria mientras que son cercados por la policía mexicana que les quiere impedir la entrada física a dicha población.

Pero salvo algunas declaraciones huecas, tal como explicamos aquí, esas cuestiones no aparecen en la agenda ofrecida por las oficinas de EPN a menos que sea para reforzar la vigilancia y deportación de migrantes centroamericanos, haciendo el trabajo sucio a la política anti inmigrante, de Obama primero y Trump ahora, en suelo mexicano, replicando así lo que hace la migra estadounidense al norte del rio Bravo.

¿Y el amigo incómodo?

Todo lo anterior se desprende de una serie de comentarios de varios analistas que ven el viaje a Guatemala la intensión de negociar de manera directa el proceso de extradición del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, toda vez que la Procuraduría General de la República no ha realizado aún el trámite de para extraditarlo y entregarlo a las autoridades mexicanas.

Ya pasaron cerca de siete semanas y el plazo para hacer dicho trámite vence en ocho días. Dicha institución anuncia que lo hará en uno o dos días, pues será un pliego de cargos bastante extenso. Se calculan 56 denuncias acumuladas por diversos delitos que se resumen en daños al erario estatal por un monto de 20,578 millones de pesos en el año fiscal cantidad a la que se presume se sumarán otros 35,000 por delitos en el ámbito federal.

Así, Expansión-CNN publicó: “Una fuente diplomática mexicana dijo que la visita es en parte para ofrecer apoyo a Morales (presidente guatemalteco), cuya familia se ha visto envuelta en un escándalo de corrupción, y discutir la extradición de Javier Duarte, un ex gobernador del partido de Peña Nieto que fue detenido en Guatemala acusado de desvíos millonarios de fondos públicos”.

El cura Alejandro Solalinde, figura representativa de la ayuda humanitaria a los migrantes centroamericanos fue un poco más allá al twitear que Peña Nieto está en Guatemala para “negociar la liberación de Javier Duarte”

Lo cierto es que, más allá de las especulaciones, en Guatemala se encuentran dos representantes emblemáticos del “nuevo PRI”, como le gusta llamarle Peña Nieto.
La suerte del gran amigo del presidente depende mucho de la forma en que sea establecido el proceso de extradición, trámite que incluso podría servir para omitir una serie de denuncias que, de acuerdo a los convenios de extradición signados por ambos países, no podrían judicializarse si no están expresamente incluidos en dicho proceso.

Una manera en que las relaciones internacionales, tratados de por medio, se ponen al servicio de los gobiernos y grandes figuras políticas empresariales para salvarles el pellejo lo más posible, cuando se les atrapan por sus sucios negocios. ¿Sólo por eso valdría la pena irse de viaje?, ¿para apoyar incondicionalmente a un amigo mientras el país se bambolea en el mar de la incredibilidad de sus instituciones?