Entrevistamos a Candela Vey y Martín Miguel Pereira, autores del libro “Por ser mujer. La biografía de Vlasta Lah”
Violeta Bruck @Violeta_Bk
Viernes 20 de octubre de 2023 21:33
Fotografía: Tapa del libro. Presentación en la Biblioteca Nacional.
Los relatos sobre la historia del cine argentino son diversos. Desde distintos autores se han destacado estilos, estéticas, géneros, nombres propios, debates políticos, éxitos de taquillas, premios y reconocimientos, pero son muy escasos quienes han puesto interés en el lugar de las mujeres en la realización cinematográfica. Vlasta Lah fue la primera argentina en dirigir un largometraje sonoro de ficción, Las furias, en 1960, y antes de eso ya había trabajado como asistente de dirección, producción, docente, entre otras tareas del medio.
Los autores de Por ser mujer. La biografía de Vlasta Lah investigaron de forma persistente en las más diversas fuentes durante siete años: archivos familiares, cartas personales, entrevistas, notas periodísticas, películas perdidas, documentos públicos, libros de cine y de historia, con cada pista encontrada logran reconstruir el camino de Vlasta Lah; una mujer que desde su juventud en Italia, en su emigración a la Argentina, y hasta sus últimos días llevó al cine siempre consigo.
La edición cuenta con un prólogo de Paula Felix-Didier y Fernando Martín Peña, está editada por Ediciones del Camino, y obtuvo la primera mención en el Concurso de Ensayos Domingo Di Núbila, organizado por la Asociación Argentina de Estudios sobre Cine y Audiovisual (AsAECA).
Entrevistamos a Candela Vey y Martín Miguel Pereira para conocer de cerca su trabajo.
¿Cómo surgió la idea de investigar la historia de Vlasta Lah? ¿Cuál fue el principal impulso para escribir el libro, y además hacer un documental?
La idea base fue visibilizar una figura injustamente olvidada de nuestra historia. No podíamos creer que no se supiera ni las cuestiones más básicas de la primera mujer en dirigir un largometraje sonoro en nuestro país. Cuando comenzamos a investigarla, hace 8 años aproximadamente, no había casi fotos suyas. Tampoco se sabía cuándo había nacido ni cuándo y dónde había muerto. Era un completo misterio.
Nuestro primer impulso fue hacer un documental, pero rápidamente nos dimos cuenta que iba a ser imposible con lo poco que sabíamos. Entonces nos pusimos a investigarla denodadamente. Pasaron muchos años sin que apareciera nada, era como perseguir un fantasma. Hasta que, de a poco, fuimos encontrando pequeñas puertas que fueron abriendo otras de manera exponencial. En determinado momento contábamos con tanta información que excedía por mucho lo que podíamos incluir en un documental. Allí aparece la idea del libro, no sólo para recopilar y plasmar todo lo que sabíamos de ella sino para que sirviera como plataforma para que otrxs investigadorxs puedan seguir nuestro trabajo a futuro.
Ustedes se definen en algunas entrevistas como “detectives” ¿En qué se relaciona esta palabra con la investigación que realizan? ¿Cuáles son los principales “misterios” que revelan y cómo fueron surgiendo las “pistas”?
En muchos momentos nos sentíamos como protagonistas de una novela de misterio o un true crime. Armamos una pizarra con las pistas, planteamos hipótesis, las desechamos, las reformulamos, buscábamos gente que podía estar acá en la Argentina, en Italia o en Australia, y otra que ya estaba muerta. Fuimos, de a poco y mediante diferentes estrategias, intentando develar ese misterio que envolvía a su persona. Ese misterio no es otra cosa que el velo que impuso e impone el patriarcado sobre todas las fuentes sobre las cuales se intenta hacer historia de las mujeres.
Para develar ciertos misterios como la fecha en que había llegado a la Argentina tuvimos que usar un poco el ingenio y, principalmente, el tesón de revisar minuciosamente cada fuente. En los listados de pasajeros del barco donde ella llegó, su nombre figuraba como “Lah in Catrani” y su apellido como “Vlast”. Por lo cual tuvimos que revisar la lista de pasajeros uno por uno para encontrarla, ya que las búsquedas eran infructuosas por ese error. Allí, dato no menor, figura en profesión como “ama de casa” mientras que su marido, Catrano Catrani, egresado de la misma escuela de cine en Italia, figura como director cinematográfico. Lo mismo ocurre en su partida de defunción, donde se la vuelve a catalogar como “ama de casa”, cuando ya tenía una extensísima y profusa carrera en el cine.
En el libro plantean que Vlasta tenía una importante autoconciencia de las dificultades que enfrentaba para hacer cine justamente “Por ser mujer”. ¿Cómo fueron descubriendo estos elementos de su pensamiento, y cómo se expresan en sus películas?
En principio fue fundamental acceder a las cartas que ella se envió con su hermana durante toda su vida pues así pudimos “escuchar” su voz de primera mano, sin intermediarios. En ellas es más que evidente la autoconciencia que ella tenía de su rol en la sociedad y en su trabajo y las dificultades que tenía que sortear por eso mismo. En una carta llega a decir frases como “no nací para las tareas del hogar” o “sé que Víctor [su hijo] está un poco abandonado, pero ya es tarde para remediarlo”. Ella amaba el cine y quería dedicarse a eso por encima de todo. Además, ella fue la directora de una escuela de cine estatal (la primera del país) en el Ateneo Cultural Eva Perón y Arturo Frondizi le ofreció ser la líder de una rama femenina de la UCRI a finales de los ’50, puesto que terminó rechazando porque quería dedicarse a hacer películas.
En sus películas es muy claro su posicionamiento respecto al tema del rol de la mujer en la sociedad. Ambos filmes, Las furias y Las modelos, son protagonizados por mujeres y hablan de universos femeninos. En la primera, trasposición de una obra de teatro homónima, ella crea varias escenas que no estaban en la obra original dándole mucho protagonismo a un personaje que encarna a la “mujer moderna”. En una escena completamente de su invención, este personaje dice “la vida de hoy exige que la mujer encuentre su independencia, odio a las mujeres que lo esperan todo del hombre”. En su segunda película va aún más allá, con frases como “Me esperará [su novio] donde se me dé la gana a mí. Trabajo y no me dejo mandar por nadie” cuando una de las protagonistas se pelea con su hermano por su estilo de vida independiente. En ese segundo film ambas protagonistas, dos modelos de alta costura, todo el tiempo están reflexionando y cuestionándose su rol en la sociedad. De hecho, una de las dos dice que cree en la igualdad de los sexos y la otra la increpa contestándole “La igualdad de los sexos está bien para las ricas”. Por lo que es evidente que hay mirada de género y también de clase.
Además de dirigir dos películas Vlasta tiene un extenso trabajo en cine ¿Qué áreas abarcó toda su actividad?
A los pocos años de llegar al país, y cuando pudo delegar un poco el cuidado de su hijo recién nacido, ingresó a trabajar en los flamantes Estudios San Miguel, uno de los más grandes del país junto a Lumiton y Argentina Sono Film. Allí comenzó bien desde abajo, en roles como “pizarrera” o “script girl”, roles exclusivamente femeninos y que nunca estaban acreditados en los filmes casualmente. Rápidamente pasó a la asistencia de dirección gracias a su gran conocimiento de la técnica cinematográfica por su formación en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma, la escuela de cine más prestigiosa del mundo y de la que salieron artistas de la talla de Fernando Birri, Manuel Puig o Liliana Cavani. En este nuevo rol asistió a los directores más importantes de la época, entre ellos a los primerizos Hugo del Carril, Homero Manzi y Ralph Pappier. Su hijo nos contó que los directores la buscaban especialmente a ella porque, por su capacidad y experiencia, podía hacerse cargo de dirigir tomas particularmente difíciles que ellos no se animaban a realizar.
Luego, una vez caído el sistema de estudios, Vlasta realiza una serie de documentales de propaganda para el peronismo junto a su marido, Catrano Catrani, y años más tarde dirige una serie de publicidades, antes de dirigir sus únicos dos largometrajes. Sabemos que también dirigió un cortometraje de carácter experimental junto a un equipo técnico de mujeres en la época de los Estudios San Miguel, pero no queda ningún rastro de ese trabajo... Al final de su carrera se dedicó a traducir y adaptar libretos para la televisión y el teatro. Su trabajo más notable fue el de la serie de policiales que protagonizaron las hermanas Legrand en Canal 13, Carola y Carolina.
A pesar de esta intensa actividad, Vlasta casi no figura en las “historias de cine” ¿Qué reflexión tienen sobre esto y cuál es el desafío por delante?
Recién a mediados de los años 90 empieza a nombrársela en las historias del cine pero casi exclusivamente por el hecho singular de ser la primera mujer en dirigir un largometraje sonoro en el país. Previo a eso casi no hay menciones a su persona o su trabajo, quizás esto se deba a que sus dos películas fueron un fracaso de público y la crítica la destrozó, y que por esto no llegó a concretar una carrera propiamente dicha en el ámbito de la dirección como María Luisa Bemberg. Pero también puede deberse, y esto lo sabemos a partir de entrevistar a diversas personas del mundo del espectáculo de ese momento, porque era una persona muy reservada, que no asistía a fiestas y cócteles. Tal vez por eso fue cayendo lentamente en el olvido. Y las dificultades particulares que existen en encontrar fuentes para la historia de las mujeres, como ya dijimos, hizo el resto. Además, y algo importante para destacar, es que Vlasta Lah, a diferencia de esas primeras mujeres que hicieron cine en nuestro país, se hizo prácticamente de abajo, no venía de una familia adinerada, trabajó toda su vida en el cine y terminó prácticamente en la ruina económica.
Una de las conclusiones más importantes que sacamos de este trabajo y que de alguna manera guía nuestra labor a futuro es descubrir qué otras mujeres, como Vlasta Lah, siguen invisibilizadas, en los antiguos estudios cinematográficos o en las escuelas de cine. Todavía queda un largo camino por recorrer para sacar de las sombras a todas esas mujeres que también construyeron la historia de nuestro cine y de nuestro país.
Violeta Bruck
Nació en La Plata en abril de 1975. Prof en Comunicación Audiovisual (egresada UNLP). Miembro de Contraimagen, realizadora de los documentales Memoria para reincidentes y La internacional del fin del mundo