Por mucho que Alberto Garzón, ministro de consumo del gobierno social liberal en el EE desde hace un año, se defina a sí mismo como comunista en su libro, los hechos en contraposición con la teoría política que dice defender demuestran lo contrario. A estas alturas, creer que el Partido Comunista es efectivamente comunista, es como pensar que el PSOE es socialista, porque lo lleva en el título.
Irene Ruiz @IreneYpunto
Miércoles 17 de marzo de 2021
El fantasma del comunismo recorre el EE, pero no gracias a un levantamiento generalizado de la clase trabajadora del país, ni a la llegada al gobierno de coalición de partidos y ministros que se autodenominan comunistas. Este fantasma ha sido resucitado a nivel mediático gracias a la campaña que la derecha y sus cargos repiten como una letanía, sin ningún tipo de ajuste a definiciones políticas, sino como acusación al gobierno de coalición.
Por poner un par de ejemplos, en octubre de 2020 veíamos al portavoz de vox de Sanidad en el Congreso, Juan Luis Steegman acusando al gobierno de ser comunista por las medidas restrictivas de la pandemia, también el presidente del Tribunal Superior de Justicia en Castilla y León, José Luis Concepción, declaraba la semana pasada que "la democracia de un país se pone en solfa desde que el Partido Comunista forma parte del Gobierno”.
Aunque sea una acusación a la que pocos pueden dar credibilidad, conociendo la historia lejana y reciente de los partidos que integran el gobierno, el propio presidente del gobierno Pedro Sánchez salió a desmentirla “Ni va a haber en España un régimen bolivariano soviético ni vamos a volver al régimen franquista. España no se ha roto, no vienen los bolcheviques, tampoco la dictadura como dicen algunos.”
Aunque existe una abismal diferencia entre el régimen de maduro y el comunismo, como los propios compañeros que defienden el comunismo en Venezuela plantean, está claro a qué se refiere Pedro Sánchez, cuya otra sentencia reseñable de ese día fue “la monarquía no está en peligro” para dejar bien claro que el carácter de este gobierno no es precisamente comunista, ni nada que se le parezca, sino que son el pilar que sostiene ahora mismo al decadente régimen del 78 y la impunidad de su monarquía ladrona y heredera del franquismo.
Sabemos que tanto la derecha como la izquierda social liberal están interesados en que exista este totum revolutum de conceptos políticos, lanzados por unos y por otros con diversos objetivos, pero sin clarificación ninguna, para que no se vea que al final su estrategia es la misma por mucho que haya algunas diferencias ideológicas. Si el marxismo es teoría y práctica y sabemos que no puede haber buena práctica sin buena teoría, esta nota pretende dar algunas pistas y aproximaciones para empezar a saber realmente de una vez...
Pero entonces, ¿Qué es el comunismo?
Según lo plantearon Karl Marx y Friedrich Engels, los fundadores del socialismo científico, es concebido como un modo de producción superior al capitalismo consecuencia de sus avances y contradicciones irresolubles, es decir una forma en que la sociedad se organiza para producir lo que requiere y reproducirse en el tiempo, en el cuál, los medios de producción (como fábricas y bancos), así como las tierras son de propiedad social. El comunismo supone la existencia de un desarrollo inusitado de las fuerzas productivas de la sociedad, muy superior al que existe bajo el sistema actual, superando la competencia económica entre los capitalistas por la planificación racional, sostenible y democrática de los recursos ya que el objetivo es el avance y la satisfacción de las necesidades en vez de la especulación y acumulación como ocurre bajo el capitalismo.
En este modo de producción ya no existe Estado, pues este es expresión de la existencia de clases y la dominación de una por otra y en la sociedad comunista no existen clases. Las decisiones de todas las esferas de la vida son tomadas de forma democrática por el conjunto de la población a través de asambleas y consejos.Todos trabajan y aportan a la sociedad en función de sus posibilidades, obteniendo con este esfuerzo lo necesario para cubrir sus necesidades dignamente. De hecho, Marx plantea que el comunismo sería una sociedad de libres productores asociados.
El conjunto del trabajo necesario para satisfacer lo que la sociedad necesita, es repartido entre la población en capacidad de trabajar por lo que las jornadas de trabajo se reducen de forma importante permitiendo que los humanos tengan tiempo para dedicar a la cultura, el arte, la ciencia, la recreación o el estudio.
La tecnología y la ciencia se desarrollan con mucha más fuerza que en los sistemas sociales previos, poniendo estos adelantos al servicio de la humanidad, no como ocurre en el capitalismo donde los adelantos científico tecnológicos sirven para aumentar las ganancias empresariales y crear millones de parados crónicos.
Cuando estás ideas se proponen originalmente, los teóricos revolucionarios comunistas señalaron claramente que llegar a este modo de producción donde se acabara con la explotación y con toda forma de opresión (de raza o género), sin Estado y sin clases sociales, no suponía un proceso automático que llegaría a base de mejoras progresivas en el capitalismo. Sino que era necesaria la revolución, encabezada por los trabajadores, que pusiera fin a la explotación capitalista y avanzara en un gobierno de los trabajadores y sus aliados del campo y la ciudad. La primera tarea era la expropiación de los capitalistas, la destrucción del viejo estado y la construcción de un estado de los trabajadores, avanzando hacia la primera fase del comunismo: el socialismo. A partir del triunfo sobre el capitalismo a escala internacional y el desarrollo enorme de las fuerzas productivas bajo el socialismo, el estado se iría extinguiendo y desapareciendo toda desigualdad social.
Nunca ha habido comunismo en la historia de la humanidad. Lo que ha habido son intentos de avanzar al socialismo, el más grande de ellos la revolución rusa de 1917, que puso en pie el primer Estado obrero de la historia. Sin embargo, esta revolución luego de quedar aislada al ser derrotados otros intentos revolucionarios en países como Alemania, fue traicionada por una casta burocrática comandada por Stalin y en lugar de avanzar hacia el socialismo y el comunismo, Rusia regresó al capitalismo luego de la caída del muro de Berlín.
¿Qué tienen que ver Alberto Garzón y el PCE con el comunismo?
La realidad es que Alberto Garzón y el Partido Comunista Español forman parte hoy de la tradición más degenerada del “eurocomunismo” que ya era en sí misma una degeneración del estalinismo, la cual supuso una monstruosa deformación de las ideas con las que Lenin y Trotsky llevaron a cabo una revolución triunfante y del marxismo de sus fundadores.
A través de sangrientas purgas, una brutal burocratización del partido, y alejándose del internacionalismo, el estalinismo parió teorías como la del “socialismo en un solo país” que alimentaron el terreno a futuras degeneraciones, como la que hoy observamos y cuyo fin no puede ser otro que las alianzas con las burguesías nacionales hasta el punto de integrar sus gobiernos.
Que a estas alturas el PCE, con el rol histórico que ha jugado de alianza con la burguesía a través de su estrategia frentepopulista en todos los periodos de la historia reciente del país siga presentándose a sí mismo como abanderado del comunismo resulta cuanto menos insultante.
Durante la revolución española, el PCE, bajo las órdenes de Stalin, vino a traicionar y desviar a los y las trabajadoras organizadas que querían avanzar en la revolución con su etapismo de “primero la guerra y después la revolución”, para llevarlos a la derrota y a la más sangrienta represión y dictadura.
Ya durante la transición renunciaron explícitamente al leninismo en sus bases fundacionales para poder formar parte de un gobierno y un régimen monárquico heredero de la dictadura. No nos sorprende que ahora estén contentos de formar parte de este gobierno si ya lo hicieron con Suarez y la UCD, mientras que comandos de pistoleros asesinaban a los suyos y las calles bullían por la rabia, y el propio PCE desarticuló la fuerte movilización y las huelgas espontaneas.
Por no hablar del papel que han jugado en la historia de la lucha de clases del país en la que su sindicato de referencia, CCOO, ha venido a pactar con la patronal y a contener la rabia de la clase trabajadora para que el Ibex 35 siguiera creciendo sin llamar a una huelga general desde 2012.
Por mucho que el PCE y el propio Garzón tengan un discurso progresista y de denuncia como nos quieren hacer creer sobre todo desde sus cuentas en redes sociales en las que pareciera que no están gobernando, la verdad es que ni su programa político se propone expropiar a los capitalistas ni el uso que hacen de la institución burguesa es el de Tribuno del pueblo como propone Lenin, sino que toman ministerios como el de Consumo en el caso de Garzón o Trabajo en el de Yolanda Diaz, en el gobierno del PSOE, lavándole la cara y creando una suerte de ilusión en la clase trabajadora en que las soluciones llegaran desde arriba. Es decir, siendo el mejor sostén del régimen imperialista en momentos de crisis.
Si bien está de plena actualidad, este debate no es nuevo. Rosa Luxemburgo discute contra el ministerialismo y relaciona esa táctica con la concepción oportunista de Bernstein de “introducción gradual del socialismo”. Además, establece una diferencia fundamental entre integrar un parlamento en un Estado capitalista y ocupar un puesto en el gobierno en un Estado capitalista. Para quienes dicen que el marxismo es viejo aquí se pueden hacer una idea de la vigencia de sus planteamientos.
Las posiciones del PCE, si bien se diferencian de la política de la derecha neoliberal, lo cierto es que no tienen nada que ver con el marxismo y el socialismo, las cuales son posiciones políticas que plantean que, dado que son los trabajadores quienes producen con su esfuerzo físico y mental la riqueza que luego es apropiada por los capitalistas, vivimos en un sistema de explotación que hay que superar, no que mantener sobre nuestros hombros a la espera de unas pocas mejoras en el marco de la democracia burguesa.
Lo que también es cierto es que la derecha se aprovecha de la tergiversación de los conceptos para intentar infundir miedo. No es algo nuevo, ni de extrañar que la derecha ataque las ideas comunistas, al fin de cuentas, son una de las posiciones políticas defensoras del orden social capitalista, de los intereses de los grandes empresarios y, por tanto, defienden la propiedad privada y el enriquecimiento de unos cuantos que concentran la enorme riqueza que producen millones.
El problema viene cuando partidos y cargos con gran visibilidad en los medios, se presentan como herederos de la tradición comunista tirándola por tierra con el más vergonzoso oportunismo, engañando a la clase trabajadora sobre los límites de la democracia burguesa, desarticulando su fuerza e instándola a permanecer pasiva mientras se ajusta a los parámetros de participación de la democracia burguesa cada cuatro años, se la divide, se la criminaliza y se la traiciona.
El papel vergonzoso que juega el PCE en debates candentemente abiertos en la sociedad como el derecho de autodeterminación de los pueblos en el EE donde se han posicionado con el nacionalismo español en contra del derecho a decidir del pueblo catalán las bochornosas declaraciones criminalizando a la juventud y apoyando a la policía durante las manifestaciones que se viene dando por la liberación de Pablo Hasel o el papel de sostén de la monarquía pese a la mayor crisis de legitimidad y cuestionamiento desde la Transición suponen solo algunos ejemplos de lo alejada que esta la ideología y la práctica del PCE del comunismo.
El comunismo es una idea por la que vale la pena luchar
En medio de la crisis sanitaria, económica y social internacional, la destrucción ambiental y el calentamiento global que produce el capitalismo y la ofensiva guerrerista imperialista que lleva adelante ahora Joe Biden, el “mal menor” de Estados Unidos en medio oriente, no es casual que miles de jóvenes y trabajadores vean en las ideas comunistas una sociedad mucho mejor a esta que se descompone. En Estados Unidos el propio corazón del imperio, hay estudios que revelan que la mayoría de los jóvenes creen que es mejor el socialismo que el capitalismo, y aunque es cierto que la idea de socialismo es bastante vaga y confusa, este hecho demuestra que las ideas marxistas siguen tomando fuerza, aunque sea como intuición de que el sistema capitalista no tiene nada que ofrecerles.
Aunque aún millones de trabajadores y trabajadoras, estudiantes y jóvenes en el Estado español depositan sus expectativas de cambio, frente al avance de la derecha y el terror suscitado por VOX, en que el gobierno progresista del PSOE y Unidas Podemos representan una alternativa, la realidad es que ninguno de los socios del gobierno de coalición busca enfrentar el poder de los grandes capitalistas, más bien son gestores “progres” de sus interés.
Algunas medidas en favor de la mayoría y transicionales al socialismo, por ejemplo, serían nacionalizar los recursos privados disponibles para dotar de suficiente estructura a los servicios públicos del país, como la sanidad o la educación, y que sean puestos a funcionar de forma democrática bajo el control de sus trabajadores y trabajadoras, como parte de un plan más general que permita satisfacer todas las necesidades sociales, así la industria energética, la banca o las telecomunicaciones entre otras pasarían a ser de propiedad social lo que permitiría un enorme desarrollo productivo.
Los sectores más conservadores y reaccionarios, pero también la socialdemocracia liberal, intentan instalar la idea de que cualquier intervención del Estado en la economía tendría algo que ver con el socialismo o con el comunismo, esta es una afirmación absolutamente falsa. La política keynesiana o de intervención en la economía busca más bien rescatar al capitalismo en momentos de crisis, como hemos visto en todas las grandes crisis del capital español e internacional como la de 2008 y como vemos que este mismo gobierno pretende hacer ahora, descargando sobre las espaldas de la clase trabajadora todas las penurias y la crisis causada por la pandemia y por las medidas de salvaguarda de los intereses de la patronal que han venido aplicando.
En los procesos actuales de lucha de clases que recorren el mundo, los y las comunistas participamos con la perspectiva de terminar con el capitalismo y construir un mundo nuevo, sin explotación ni opresión, para lo cual es fundamental construir organizaciones revolucionarias entre la clase obrera, las mujeres y la juventud combativa que luchen conscientemente por esta perspectiva.
Ni el PCE ni Garzón son comunistas, pero los y las comunistas existimos y avanzamos cada día. Lo que hay que hacer es sepultar a este sistema social, para liberar a la humanidad de la explotación y la opresión, y vivir una vida que merezca la pena ser vivida, eso es lo que buscamos los comunistas.
Irene Ruiz
Burgos