Un 7 de abril, pero de hace 212 años, nacía en Francia Flora Tristán, quien convirtió su vida en la de una heroína de novela: aventuras extravagantes en paisajes exóticos, pasiones, melancolía, lucha, soledad. Y aunque sus ideas sobre el feminismo y la clase obrera fueron realmente innovadoras, fue su vida singular la que más ha cautivado la atención de escritores e historiadores.
Andrea D’Atri @andreadatri
Martes 7 de abril de 2015
Sangre de santos españoles, papas italianos, militares criollos y emperadores incas corría por las venas de Flora Tristán. Su corta vida no impidió que conociera la comodidad y las dificultades, el honor y el desprecio, como también que fuera una cronista de la esclavitud colonial y aquella otra moderna esclavitud asalariada en Londres, la ciudad pujante del capitalismo. Y cada una de estas experiencias fue delineando su propio pensamiento, transformando a esta mujer autodidacta y empujándola a convertirse en una profeta pagana del socialismo y la emancipación femenina. (1)
La clase obrera como sujeto político
En 1843, un año antes de su temprana desaparición, Flora Tristán publica Unión Obrera, y por medio de su amigo alemán Arnold Ruge, conoce a Karl Marx. Mucho antes de que se creara la Asociación Internacional de los Trabajadores –aunque imbuida de un pensamiento reformista propio del socialismo utópico-, Flora propone que, para avanzar en la emancipación del proletariado, era necesario unirse internacionalmente; pero también, que era necesario contar con un representante parlamentario, que luche en los estrados por el derecho al trabajo, al salario y a la organización.
Flora no se contentó con publicar su libro. Planificó una gira por Francia, para llevar la buena nueva a los obreros. “He comprendido que, después de publicado mi libro, tenía otra misión que cumplir: ir yo misma, con mi proyecto de unión en la mano, de ciudad en ciudad, de un extremo a otro de Francia, a hablar a los obreros que no saben leer y a los que no tienen tiempo de leer. Me he dicho a mí misma que ha llegado la hora de actuar…”, escribe.
Contra toda construcción utópica al margen de la sociedad, contra toda forma de unidad meramente gremial, Flora Tristán propugna la unión del proletariado para su incursión en la esfera política. Los demás han hablado de los obreros; “pero todavía nadie ha intentado hablar a los obreros”, dice. A pesar de su visión utópica, en la que no contempla que la clase dominante ejerce la violencia contra los explotados para impedir ser destronada, Flora tiene el gran mérito de empeñarse en contribuir a la constitución de la clase obrera como un sujeto político. Además, señala que la emancipación de los obreros será obra de ellos mismos, pero que para alcanzarla deberá establecer una suerte de alianza con otras clases y capas oprimidas socialmente.
Sin emancipación de las mujeres, no hay socialismo
“Se observa que el nivel de civilización a que han llegado diversas sociedades humanas está en proporción a la independencia de que gozan las mujeres”, escribirá Flora, parafraseando a su maestro, el socialista francés Charles Fourier. Lo mismo harán, años más tarde, Marx y Engels, también Lenin… desde el corazón mismo del socialismo utópico se traza un camino que, como un fino hilo, llega hasta la actualidad del marxismo revolucionario: "Una revolución no es digna de llamarse tal si con todo el poder y todos los medios de que dispone no es capaz de ayudar a la mujer –doble o triplemente esclavizada, como lo fue en el pasado- a salir a flote y avanzar por el camino del progreso social e individual”, escribirá casi un siglo después el revolucionario León Trotsky.
Unión Obrera, de Flora Tristán, encierra el descubrimiento de una ligazón inédita que aún encuentra eco en las reflexiones de las feministas socialistas contemporáneas: la mujer es la proletaria del proletario y no conseguirá su emancipación si no es de la mano de la clase trabajadora, pero los trabajadores mismos no podrán aspirar a su liberación del yugo de la esclavitud asalariada si no es convocando a las mujeres a luchar junto a ellos bajo la consigna de su propia libertad y la lucha por sus derechos.
Como nadie lo había hecho antes, Flora describe con particular crudeza la inequidad de las relaciones en el hogar, entre el obrero y su esposa. Para ella, todas las desgracias se originan en este olvido primario de los derechos femeninos y todas las esperanzas de un futuro diferente se sostienen en la constatación de que las mujeres no han aceptado esta imposición sin rebelarse permanentemente. A los obreros les insiste: “tratad de comprender bien esto: la ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, os oprime también a vosotros, hombres proletarios.” Porque mientras las mujeres permanezcan en un estado tal de embrutecimiento, serán presas del conservadurismo, sometidas a las necesidades más básicas y mundanas, imposibilitadas de tener aspiraciones mayores que las que impone la rutina de la vida cotidiana.
Las herederas
Transcurrieron más de doscientos años del nacimiento de Flora Tristán y, sin embargo, su obra no pierde vigencia: sigue siendo fuente de inspiración para las jóvenes generaciones de mujeres que hoy continúan la lucha por la liberación de todas las formas de opresión. Flora sostiene debates fundamentales del feminismo y del socialismo que, dos siglos más tarde, mantienen todo su vigor en un recorrido henchido de controversias.
Hoy, el nuevo sindicalismo de izquierda que enfrenta a las direcciones tradicionales burocratizadas del movimiento obrero, también se distingue de las viejas conducciones por la importancia trascendental que le da a la organización de las mujeres. Una organización que no se reduce al apoyo de las luchas obreras, ni limita su objetivo a las mejoras sindicales, sino que incluye la pelea contra el machismo en las propias filas, la exigencia al Estado por las muertes que producen los abortos clandestinos y las redes de trata y que, además, abre un camino de confraternización entre las familias obreras forjado con asados, partidos de fútbol, juegos y campeonatos, festivales para el Día de la Niñez y cumpleaños. Celebraciones compartidas que se convierten en cadenas de solidaridad cada vez que alguna familia la necesita, afrontando mancomunadamente inundaciones, incendios, accidentes, problemas de salud y otras vicisitudes de la vida obrera.
Ya no basta con sesudos análisis sobre la situación de las mujeres trabajadoras bajo las condiciones de flexibilización y precarización del capitalismo actual. Tampoco es suficiente con presentarse a elecciones y, cada dos años, aprovechar los medios de comunicación para decir que se acompañan las demandas que aún no se han transformado en derechos. Como se decía Flora Tristán a sí misma, ¡es necesario actuar! No alcanza con proclamar la liberación de las mujeres, pero sólo en círculos reducidos de jóvenes estudiantes, aún cuando las consignas fueran muy rojas. Al igual que la legendaria Flora, las mujeres de Pan y Rosas y del PTS en el Frente de Izquierda estamos convencidas de que hay que hablar a los hombres y mujeres de la clase trabajadora, que las ideas de la emancipación de las mujeres y el socialismo pueden hacerse carne y tornarse una fuerza material. Por eso colaboramos con la organización de las comisiones de mujeres de la ex Donnelley, de LEAR, del INDEC, del SUTEBA de La Matanza, de trabajadoras de la salud, de la industria alimenticia...
Nuestro orgullo, como mujeres socialistas, es ser parte del despertar de nuevas generaciones de mujeres de la clase trabajadora y de colaborar con su desarrollo. Después de largas décadas de individualismo y de que el feminismo, en vez de aspirar a ser un movimiento social de millones de personas radicalmente transformador, se contentara con conseguir algunos recortados derechos –mientras se transformaba en un objeto de consumo cultural para unas pocas-, las nuevas generaciones de mujeres trabajadoras representan la esperanza de que la obra de Flora Tristán, doscientos años después, será recogida, asimilada y transformada por sus más legítimas herederas. Esa es la apasionante apuesta de las militantes de Pan y Rosas y el PTS en el Frente de Izquierda, que te invitamos a compartir.
(1) Una semblanza biográfica de Flora Tristán puede leerse en el libro Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo, Ediciones IPS, Bs. As., 2013. El presente artículo retoma algunos fragmentos de “El martillo y la rosa”, estudio preliminar de mi autoría para una antología de la obra de Flora Tristán, de próxima aparición en Biblioteca Ayacucho, Caracas (Venezuela).
Andrea D’Atri
Nació en Buenos Aires. Se especializó en Estudios de la Mujer, dedicándose a la docencia, la investigación y la comunicación. Es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fundó la agrupación Pan y Rosas de Argentina, que también tiene presencia en Chile, Brasil, México, Bolivia, Uruguay, Perú, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Español, Francia, Alemania e Italia. Ha dictado conferencias y seminarios en América Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el (...)