A pesar de sus discursos recargados contra el “comunismo”, el presidente argentino se reunió con el líder chino. En ese país gobierna de manera totalitaria un partido que, a pesar de llamarse “comunista”, garantiza abiertamente el sistema capitalista.
Martes 19 de noviembre de 2024 13:21
Javier Milei se la pasa hablando contra “el comunismo” y “los comunistas” en cada discurso. Ya se sabe que, en este caso, el adjetivo aplica a casi todo lo que no sea La Libertad Avanza. Llegó a ser aplicado a figuras políticas como Horacio Rodríguez Larreta y Cristina Kirchner.
Pero las etiquetas y las palabras importan poco. Este martes, en Brasil, el presidente argentino se reunió con Xi Jinping, mandatario chino. Ese país está formalmente dirigida por el Partido Comunista. Ese partido administra de manera totalitaria un sistema donde no existe derecho al disenso ni diversas formas políticas partidarias que lo expresen. Pero es cualquier cosa menos "comunista", en el sentido real que este concepto tiene.
Te puede interesar: Milei en el G20: falsas promesas sobre terminar con el hambre y la pobreza
Te puede interesar: Milei en el G20: falsas promesas sobre terminar con el hambre y la pobreza
Desde hace décadas, el PCCH es el garante del desarrollo del capitalismo en China. Un capitalismo que funcionó como motor de la economía mundial durante la primera década de este siglo gracias al bajo precio del valor de la fuerza de trabajo. El “made in China” era equivalente a trabajo esclavo o semiesclavo.
Aún hoy, a pesar de que la fuerza de trabajo se abarató aún más en otros países de la región, los salarios y condiciones de la clase trabajadora china siguen en niveles terriblemente bajos. Recordemos, de paso, que ese es el "modelo" de capitalismo que reivindican Cristina Kirchner y un sector importante de peronismo.
En las últimas dos décadas, producto de su potente desarrollo económico y financiero global, China se convirtió en la segunda potencia mundial en muchos terrenos. Desde ese lugar viene avanzando sobre el mundo, tanto sobre los países centrales como sobre el llamado Sur global, que incluye a la inmensa mayoría de los países de África, Asia y América Latina. Iniciativas como la llamada Ruta de la seda funcionaron como mecanismos de expansión económica, que implicaron subordinar económicamente a distintos países más pobres.
Te puede interesar: La teoría del Desarrollo Desigual y Combinado en el estudio de las transformaciones de China
Te puede interesar: La teoría del Desarrollo Desigual y Combinado en el estudio de las transformaciones de China
Lógicamente, esa subordinación económica tiene consecuencias políticas. Se expresa en una creciente influencia a nivel internacional, que empuja a muchos gobiernos a ensayar distintos tipos de equilibrios, en el marco de las tensiones entre el país oriental y Estados Unidos. Tensiones que, todo indica, se acrecentarán en el marco de la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca.
Te puede interesar: Trump y el intento de solución “cesarista” a la crisis de hegemonía
Te puede interesar: Trump y el intento de solución “cesarista” a la crisis de hegemonía
Precisamente, la relación con Argentina tiene un carácter de creciente subordinación económica. Entre las razones de Milei para reunirse está el hecho de que el Gobierno chino viene de garantizar la extensión de un swap de monedas que apuntala las reservas del Banco Central de la República Argentina, el mismo que el presidente había prometido “incendiar” o “dinamitar”.
Esa extensión, ocurrida hace algunos meses, funcionó como salvavidas en un momento financiero crítico que atravesó el Gobierno de Milei hace algunos meses. Al habilitar esa operación, el Gobierno chino evitó que la gestión mileísta cayera en default.
El Gobierno argentino plantea una agenda internacional de abierto alineamiento con Estados Unidos e Israel, que está llevando adelante un genocidio contra la población de Gaza al tiempo que empuja las tendencias a la guerra en Medio Oriente. Ese alineamiento con “Occidente” no le impide seguir negociando con China. Sin embargo, esa negociación se mantiene, también, en los marcos de una posición de completa subordinación ante las grandes potencias económicas del mundo.
De hecho, el país dirigido pro Xi Jinping es parte central del FMI y otros organismos internacionales que, aun con tensiones, rigen el mundo en interés del gran poder económico y político.