Martes 30 de mayo de 2017
PROA es una empresa radicada en Córdoba con sucursales en varias partes del país, incluyendo la ciudad de Rosario. Sus servicios consisten en realizar “recursos optimizados” para ONG’s, inclusive internacionales.
Una nueva modalidad de precarización laboral para los jóvenes, es el llamado Face to Face o diálogo directo que consiste en recaudar fondos para ONG’s internacionales en la vía pública. Habitualmente, se contratan a jóvenes estudiantes con la promesa de trabajar pocas horas, con horarios flexibles y con posibilidad de crecimiento. No obstante, todas estas promesas de buen ambiente y estabilidad laboral no son cumplidas . Sus ex trabajadores denuncian precarización y engaño de parte de la empresa, aquí algunos testimonios:
Lara tiene 25 años, es graduada de la escuela de cine en Rosario, trabajó en Proa en el período octubre - noviembre de 2016 : “Desde un primer momento y durante todo el trabajo desde la empresa nos decían que había un montón de posibilidades de crecimiento. Nos dijeron que querían abrir una oficina en Rosario y que teníamos la posibilidad de trabajar ahí cuando se abriera por ser el primer grupo. Después nos enteramos que no éramos el primero. Nos decían que podías crecer re rápido y re fácil. Tuvimos inconvenientes para cobrar el primer sueldo, había mucha confusión y desde Córdoba nos llamaban por separado diciéndonos una cosa u otra, todas diferentes. Renuncié porque veía cosas muy raras de parte de la empresa. A un compañero lo invitaron a renunciar con la excusa de que si lo hacía luego iba a tener la posibilidad de tener un contrato en “la nueva oficina” para otro tipo de cargo. Cuestiones muy poco profesionales en el mes que estuvimos. Nos ofrecían cosas que nunca cumplieron, como un viaje a Córdoba para conocer las oficinas. Nos negaban que había un grupo anterior al nuestro y cuando trabajábamos en la calle había muchos pibes que nos paraban y nos decían que habían trabajado para Proa, que tengamos cuidado”.
Marga tiene 26 años es actriz y comenzó a trabajar también en octubre y noviembre de 2016: “Una de las irregularidades más importantes que tuvimos fue con el sueldo, nos dijeron que nos iban a depositar y lo hicieron después de mucho tiempo. Nos prometieron que en enero de ese año íbamos a estar trabajando todos en una oficina. Lo que más me molestaba era la manipulación psicológica y la confusión que se generaba con casi todo. La coordinadora nuestra renunció y nos enteramos por mensajes de WhatsApp, a las dos horas de estar trabajando. Cuando pasó eso, vino gente de Córdoba y le decían a mis compañeros que yo era una mala influencia para ellos, y que tenia actitudes negativas a la hora de trabajar. Nos dijeron que éramos el primer grupo y nos encontrábamos gente en la calle que nos decían que no éramos el primero y que a los tres meses nos iban a echar. Gente que no nos conocía nos paraba, fueron varios. Hicimos averiguaciones y era efectivamente así. Cuando vino el barco de Greenpeace a Rosario trajeron gente de Córdoba y nos decían que íbamos a ir nosotros. Fue una mentira en la cara, una tras otra.
Renunciamos porque nos sentíamos muy manipulados por la empresa. Nos sentíamos a la deriva y no contenidos. Después que renunció la coordinadora de Rosario llegaba una persona diferente de Córdoba cada semana, no teníamos a quien preguntarle las cosas porque cada uno nos decía una cosa diferente. Renunciamos por WhatsApp porque cada vez que nos queríamos comunicar con algún referente de Córdoba nos pateaban. Nos parecía irregular todo, las respuestas nunca se concordaban entre los referentes, queríamos que hagamos socios pero no nos capacitaban debidamente”.
Macarena tiene 23 años, estudia psicología en la UNR y comenzó a trabajar en Proa el 13 de febrero de 2017 : “Me hicieron firmar un contrato sin posibilidad ni tiempo para leerlo. La empresa desde un primer momento te ofrecía crecimiento y, al estudiar psicología pensaba que podía ser una buena oportunidad para trabajar con grupos. Me despidieron a los dos meses por teléfono, excusándose de que la empresa —al ser de Córdoba— no podía mandar a alguien. Durante lo que duró el trabajo, no teníamos ninguna persona a quien acudir muchas veces. Teníamos una Team leader que solo iba tres veces a la semana, nos exigían hacer socios mediante llamadas y mensajes por WhatsApp. Las directivas y mensajes importantes los recibíamos por este medio. Varias veces, a mí y a una compañera nos amenazaban con que si no hacíamos socios nos iban a despedir, así tres veces hasta que nos despidieron. No sabíamos si era una manera perversa de presionarnos para hacer socios o si era efectivamente cierto que ese despido iba a suceder”.
Otros trabajadores, que duraron hasta el período de prueba, comentan que los despidieron sin darles un motivo concreto. La empresa manifestó que querían cancelar la plaza de Greenpeace Rosario: “ Es muy raro lo que hacen, renuevan a la gente todo el tiempo, nadie pasa el período de prueba, despidieron a todos mis compañeros y en menos de dos semanas ya vimos a chicos nuevos trabajando en la terminal, contratan gente cada tres meses, las echan y vuelven a contratar a otros, todos somos estudiantes universitarios, nos compran con las pocas horas y la posibilidad de tener un ingreso para mantenernos y seguir estudiando. Pero lo cierto es que no conocemos a nadie de Rosario que haya durado más de tres meses en la empresa.”