¿Quien te mató, Santiago, en tu hidalguía? ¿Qué rutas te negaron los que custodian la propiedad? ¿Qué dolores nos sembraron los burocrátas de la violencia, en ese agosto en el que aún el invierno no nos helaba la piel?
Sábado 21 de octubre de 2017
¿Qué manos cobardes te montaron sobre el lomo frío del Río cuando aún la noche enmudecía? ¿Cuáles te quisieron enterrar bajo el cielo de la injuria? ¿Cuántas madrugadas tu fantasma entibió la noche de los que te pensaban en el desvelado silencio de una habitación sin luz? ¿Quién masacró al último hilo que sostenía la esperanza?
¿Cuántos ríos de tinta inundaron tu cuerpo tatuado para inscribir sobre tu piel la mentira repetida? ¿Qué dirán ahora los que sin tapujos encubrieron tu desaparición?
¿Cuánta agua será necesaria para lavar la infamia que vomitaron sobre tus pies?
¿Cuántas manos necesitaron para contener tu cuerpo desbordándose de vida al costado de una ruta? ¿Cuántas para apagarte de un tirón? ¿Cómo pueden caber 30 mil recuerdos en un solo cuerpo? ¿Cuántas armas humearon alrededor de tu cuerpo después de derramar su brutalidad de verde oliva? ¿Cuántas bocas se habrán embriagado de coartadas vanas entre las cuatro paredes de la crueldad institucionalizada?
¿Cuántos despertaron en tu muerte? ¿Cuántos harán de tu muerte algo todavía inconcluso con su indiferencia?
¿Cómo se podrá recordarte sin conocerte? O más difícil aún: ¿Cómo recordarte sin olvidarte? ¿Cómo recordarte sin volverte foto ajena o rostro individual vaciándote de los ardores rojos que florecían en tu sangre? ¿Cómo tatuar tu rostro donde estuvo tu cuerpo vital y no donde descansan las banderas inertes?
Recordarte, será entonces un ejercicio rebelde; tal como recordar a los 30 mil detenidos desaparecidos es recordar a la generación que puso su cuerpo por construir, con diferencias y matices, el camino al socialismo.
Recordar a Julio López será, una vez más, cargar su palabra de la verdad ineludible contra los torturadores y será recordar las continuidades vigentes del terror. Como recordar a Luciano Arruga será perpetuar para siempre a quien le sacó pecho al crimen organizado detrás de una gorra policial. Recordar a Luciano González será así recordar al heroico pueblo mapuche resistiendo las embestidas policiales, judiciales e históricas.
Recordarte entonces valdrá sólo si es al lado de las luchas más justas, si es en nombre de los oprimidos en general y del pueblo mapuche en particular; valdrá si al grito de “presente” que se abrazará para siempre a tu nombre, se alza el grito por la liberación del lonko weichafe Facundo Jones Huala y de todos los presos por luchar.
Recordarte será también recordar a los que te mataron y desaparecieron. Será recordar a un Estado responsable y a sus nombres propios, que son los mismos que tejieron en sus dedos la herencia genocida chorreando de sus apellidos. Recordarte será inscribir a Patricia Bullrich en otra de las páginas negras de la historia.
Recordarte será entender el rol histórico de las fuerzas represivas sin maquillar. Será rememorar el apretón de manos entre Mauricio Macri y Michelle Bachelet que selló la detención ilegítima e ilegal de Facundo Jones Huala. Recordarte será un grito por Pu Lof en resistencia Cushamen, será recordar las 900 mil hectáreas de Benetton y su alambre que camina usurpando más y más territorio mapuche. Recordarte será recuperar de manos de Benetton y los latifundistas los territorios ancestrales. Será expropiar el latifundio de la palabra mediática y construir una memoria politizada que cuestione la estructura de la tierra y la producción.
Sólo así valdrá la memoria. Valdrá para los que aún sin conocerte masticamos bronca y tragamos veneno al confirmar la noticia de tu aparición sin vida. Valdrá para los que apretaron el puño y el nudo del llanto en la garganta al saber que apareciste ya sin ser vos. Y será una tarea custodiar del oportunismo de los que te recuerdan desanclado del rigor político de tu muerte, por fuera de los contextos que signaron tu desaparición.
Recordarte será, entonces, apretar de nuevo el puño, desanudarse el pecho y exigirle cuentas a los verdugos, a los responsables del dolor histórico.
Porque los que quisieron matarte, Santiago; el oficial de muerte cotidiana y el funcionario gris de traje y sillón rendirán, a orillas de tu río, cuentas con tu memoria hecha flor.
Mariano González
Estudió periodismo y actualmente Sociología (UBA). Colaborador de La Izquierda Diario.