El director ejecutivo de la Fundación Belén Educa, Pedro Larraín, se refirió a los altos niveles de deserción educacional que se han visto en el último año debido a la pandemia de Covid-19.
Domingo 20 de junio de 2021
Durante los últimos años hemos visto como la educación de mercado a afectado a los liceos y colegios del país, generando una educación para ricos y otra para pobres, donde siempre los liceos municipales se ven afectados por la precarización que el gobierno de turno le impone, pero también por la creciente deserción escolar que ya para el 2018 estaba aumentando y hoy en el 2021 se vuelve aún más preocupante.
Debemos empezar por recordar que durante años las luchas de las y los trabajadores de la educación ha tenido como eje central la mejora de condiciones laborales y pedagógicas en los liceos, desde la deuda histórica, hasta los profesores indignados que demostraron una ferviente lucha contra los abusos por parte del gobierno y las corporaciones. Hasta la fecha por mejorar las condiciones de conectividad de las y los estudiantes que se ven enfrentados a un contexto que ellos no pidieron y con las condiciones precarias que ya tenían.
Dentro de las grandes problemáticas encontramos la creciente falta de compresión lectora que se ha generado debido al exceso de estímulos virtuales y los cambios dentro de la forma de leer los textos, pasando de textos tradicionales a multimodales, además de los constantes cambios realizados por el Mineduc a nivel curricular que jamás han tenido como eje principal a profesores o estudiantes, sino más bien a un comité de expertos elegidos entre cuatro paredes.
Los recesos escolares debido a la agobiante situación país que ya no tenia como soportar 30 años de precarización y represión, dando lugar al estallido social que se vivió el 2019 e hizo que muchos de los liceos tuviesen que suspender sus clases.
Hasta llegar al 2020 y el comienzo de la pandemia que obligo a muchos de los estudiantes y profesores ha acostumbrarse a una modalidad online de la cual no tenían ni los recursos tecnológicos, ni conocimientos suficientes para llevar a cabo esto, pero que sin embargo el Ministerio de Educación hizo vista gorda y obligo a todos a adaptarse a un sistema que ni siquiera había sido fortalecido años atrás, ya que demás esta decir que la alfabetización digital en el país, jamás fue una preocupación latente, teniendo en muchos casos salas de computación vacíos o con elementos obsoletos.
Esto sumado a las ya históricas condiciones en el aula como lo son el hacinamiento con más de 40 personas por sala, la falta de recursos, la horrible condiciones de los liceos y colegios, tanto en infraestructura como en tratos laborales, donde el agobio laboral, los bajos sueldos y los malos tratos por parte de los directivos son pan de cada día en cada uno de los establecimientos del país. Sumado a esto nos encontramos con un Raúl Figueroa cada día mas enfocado en la vuelta a clases presenciales, que en mejorar las condiciones actuales de educación de los estudiantes o docentes que en muchos casos tienen que costearse todos los gastos que amerita la educación online, en la cual el Mineduc jamás reparo hasta que se vio en la obligación de hacerlo.
Junto a todo esto además vemos niveles preocupantes de deserción escolar desde mucho antes de la pandemia, debido a que gran parte de los jóvenes debe salir a trabajar para poder ayudar a sus familias debido a las horrendas y precarias condiciones de vida que le ofrece el país.
Es por esto que debemos seguir luchando por acabar con la educación de mercado y conseguir que las y los trabajadores de la educación junto a las familias y estudiantes, puedan hacer parte democráticamente de las decisiones importantes que suceden en educación. Además de no olvidar las sabias y hermosas palabras de José Carlos Mariátegui que dicen “No es posible democratizar la enseñanza de un país, sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su super estructura”.
