El primer debate de la interna demócrata en EE.UU. mostró un partido más “unido” que el que se vio en el debate republicano. Sin sorpresas, cada uno jugó su juego: Sanders hizo discursos acalorados pero no atacó a Hillary Clinton y le permitió ubicarse en el primer lugar.

Celeste Murillo @rompe_teclas
Jueves 15 de octubre de 2015
Fotografía: EFE
La cadena CNN transmitió el primer debate demócrata, realizado en el hotel Wynn de Las Vegas y moderado por el periodista Anderson Cooper. Desde el comienzo, Hillary Clinton, la mejor ubicada en las encuestas, dominó la discusión y mantuvo su primer lugar. El senador de Vermont, Bernie Sanders lanzó discursos contra Wall Street y el poder de las corporaciones pero no enfrentó a Hillary Clinton en temas de política exterior o el financiamiento millonario de la campaña de la ex Secretaria de Estado.
Por el contrario, como señalaron muchos medios, primó la cordialidad y el intercambio amistoso, incluso en uno de los momentos más “tensos”, cuando Sanders se refirió al escándalo de los emails de Clinton cuando estaba al frente de la diplomacia estadounidense. Completaron la foto los otros tres candidatos: el exgobernador de Rhode Island Lincoln Chafee, el exsenador Jim Webb y el exgobernador de Maryland Martin O’Malley.
Dinastías que no cautivan
Lo que Clinton no ha podido revertir aún es el poco entusiasmo que ha despertado su candidatura. En el último número de la revista Ideas de Izquierda, señalamos que “la muestra más concreta del verdadero potencial del problema es que ninguno de los dos candidatos del establishment goza del apoyo mayoritario de la base. Hillary Clinton no revierte la apatía demócrata y Jeb Bush no atrae a la base republicana”.
A diferencia de Jeb Bush (hermano del expresidente G.W. Bush), Clinton es la candidata más fuerte del Partido Demócrata, seguida por el momento por el senador por Vermont, Bernie Sanders que, al contrario, realiza mitines importantes en varias ciudades y encuentra en los movimientos sociales, la juventud y el progresismo una base para su candidatura. Resta por confirmar si el vicepresidente Joe Biden será parte de la carrera demócrata, lo que sumaría un nuevo contendiente para Clinton.
Al igual que Trump en el campo republicano, Sanders es el “outsider” favorito que contrasta con la elite que gobierna el país y que, con bandera demócrata o republicana, ha brindado sus servicios a los ricos, los bancos y las grandes empresas. Que el gobierno de Barack Obama haya sido el último de esa larga saga no facilita la candidatura de Clinton, que es vista por muchos como un miembro más de esa elite.
Sin embargo, ni Trump ni Sanders representan por el momento un desafío al bipartidismo. De hecho, el senador de Vermont ya adelantó que si pierde la interna, apoyará a Clinton, como apoyó a Obama en las dos elecciones anteriores. Por este motivo, en última instancia, estos dos outsiders funcionan como figuras que oxigenan el bipartidismo en crisis.
Clinton no es de izquierda, ¿Sanders lo es?
Mucho se ha dicho sobre el perfil populista y el corrimiento a izquierda de la campaña de Clinton. Muchos sectores que tenían expectativas en que Sanders empujara a izquierda el debate de la interna demócrata fueron los más desilusionados con el debate de Las Vegas.
Es cierto que Clinton ha cambiado varias de sus posiciones e intenta mostrarse como una candidata de las familias trabajadoras, apelando a la base histórica del partido, y de las mujeres (por ejemplo defendiendo el programa Planned Parenthood que se encuentra bajo ataque republicano). Este fue quizás el mensaje más directo de Clinton al sector progresista de la base demócrata: “Sé que puede haber licencia por maternidad paga, porque vamos a hacer que los acaudalados la cubran”. Pero este giro ya venía empujado desde antes cuando la potencial candidatura de Elizabeth Warren, con perfil radical y crítico, preocupó al establishment demócrata.
El momento más difícil para Clinton fue la discusión sobre la guerra de Irak, pero no fue Sanders el que le pegó más duro (incluso él mismo tiene explicaciones para dar sobre su ubicación en la llamada “guerra contra el terrorismo”). Fue el exgobernador Chafee, en ese entonces senador republicano que votó en contra de la guerra, el que cuestionó a Clinton por esa decisión.
Aunque es el primer debate de la interna y queda por definirse una variable importante como es la candidatura de Joe Biden, no hubo sorpresas ni cambios drásticos. Y aunque una encuesta de Facebook dio como ganador a Bernie Sanders, todos medios y consultoras confirman que Clinton mantiene la delantera. De hecho, Hillary y el establishment demócrata saludaron la presentación de Sanders, porque “al no presentarse como independiente, le permite [al Partido Demócrata] intentar recuperar la impronta que ha perdido, en parte por las promesas rotas del presidente Barack Obama, pero también afectado por la incapacidad de mantener su dirección hegemónica en los movimientos” (Ideas de Izquierda 24, octubre 2015,).
A pesar de que Sanders generó simpatía con su discurso contra la desigualdad social, los bancos, e incluso discutió contra el racismo institucional, le permitió a Clinton mostrarse como una candidata pragmática, con algunos gestos progresistas y la más adecuada para representar al partido en las elecciones de 2016.
Para leer en profundidad sobre la candidatura de Sanders: “Bernie Sanders, ¿el candidato de la izquierda en Estados Unidos?”, revista Ideas de Izquierda 24.

Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.